Economía

La financiación climática será clave en la COP29

  • Se adoptará un nuevo objetivo en la lucha contra el cambio climático
  • España necesitaría una inversión adicional anual de 40.000 millones

Cambiar la dirección climática que venimos arrastrando desde hace años necesita dinero y mucho. Mientras que autoridades como el comisario de Economía de la Comisión Europea, Paolo Gentiloni, cifra en 600.000 millones de euros las necesidades de inversión anuales para las transiciones verde y digital en Europa, instituciones como el Fondo Monetario Internacional señalan que el camino para alcanzar el objetivo de emisiones netas cero de aquí a 2050 exige aumentar las inversiones de bajas emisiones de carbono de 900.000 millones de dólares en 2020 a 5 billones anuales para 2030.

Y es que "no sólo hay que sustituir las infraestructuras basadas en combustibles fósiles por energía solar, eólica y otras fuentes de energía renovables, sino que también es necesario invertir para desarrollar soluciones en sectores difíciles de descarbonizar, como la siderurgia, el cemento y la aviación", apuntan desde el Foro Económico Mundial.

En el caso concreto de España, el Instituto Rousseau ha realizado un estudio en el que señala que el país necesita una inversión adicional anual de 40.000 millones de aquí a 2050 para descabornizar la economía. Se trata del segundo país con mayores necesidades, entre los analizados, debido a las importantes carencias que hay en la mayoría de sectores.

Asimismo, el gasto público español debería más que duplicarse, pasando de 20.000 a 50.000 millones de euros al año. Esta inversión pública adicional de 30.000 millones de euros al año equivale a alrededor del 2,3% del PIB actual. Las mayores necesidades se encuentran en los sectores de la construcción, el transporte y la agricultura, según esta entidad.

En este contexto, la financiación climática será un tema clave en la próxima COP 29, que se celebrará en noviembre en Azerbaiyán. Así, se adoptará un nuevo objetivo de financiación para la lucha contra el cambio climático, que sustituirá al actual de 100.000 millones de dólares anuales que, por cierto, no se está cumpliendo.

En 2009, los países desarrollados acordaron movilizar 100.000 millones de dólares anuales hasta 2020 para apoyar la acción climática en los países en desarrollo. En 2015, en el marco del Acuerdo de París, las partes acordaron ampliar este objetivo hasta 2025 y fijar una nueva meta de financiación, a partir de un mínimo de 100.000 millones de dólares anuales para después de 2025, teniendo en cuenta las necesidades y prioridades de los países en desarrollo.

Como explican desde Naciones Unidas, el proceso para establecer el nuevo objetivo de financiación se inició en la COP26 de 2021, donde las partes establecieron un programa de trabajo ad hoc, que incluye una serie de debates técnicos que se desarrollarán hasta finales de 2024.

Durante el Diálogo Climático de Petersberg, celebrado el pasado mes de abril en Berlín (Alemania), la ministra germana de Relaciones Exteriores, Annalena Baerbock, indicó que se necesitan 5 billones de dólares anuales para la transición ecológica en todo el mundo, más de 2 billones de esa cantidad son necesarios para apoyar a los países en desarrollo. "Estamos hablando de billones, no de miles de millones. Eso va a requerir más de todas las fuentes y conversaciones serias sobre cómo hacer que las nuevas fuentes innovadoras sean reales, en lugar de sólo palabras en una página", indicaba por su parte Simon Stiell, secretario ejecutivo de ONU Cambio Climático, en la inauguración de la Conferencia Ministerial del Clima, que se celebró en Copenhague (Dinamarca) en marzo.

El clima inversor

Una parte clave en la financiación climática es la inversión privada. En este sentido, la cuarta encuesta anual de Robeco, realizada a 300 inversores, refleja que para el 62% de los inversores la inversión climática es prioritaria. Eso sí, esta cifra está 11 puntos por debajo frente a 2023 debido a que el interés sigue disminuyendo en Norteamérica en un contexto de disputas políticas sobre el coste percibido de la integración de factores ambientales, sociales y de gobernanza (ASG) en las inversiones, donde solo el 35% da prioridad a la inversión climática.

Al otro lado de la balanza se sitúa Asia-Pacífico, región en la que el cambio climático desempeña un papel central o muy significativo en la política de inversión del 79% de los inversores, superando por primera vez a Europa (76%). "La transición de las empresas y otros sectores del modelo marrón al verde, sólo es posible si los inversores participan activamente, recompensando a las que adoptan el cambio y retirando el apoyo a las que lo rechazan o se muestran reacias a formar parte de él", destaca Lucian Peppelenbos, estratega de clima y biodiversidad de Robeco.

En este contexto, más de tres cuartas partes de los inversores creen que la transición será algo desordenada y que solo una pequeña parte se realizará de forma colectiva. Sólo el 15% cree que será una transición ordenada en la que los Gobiernos y los mercados colaborarán para reducir las emisiones. Precisamente, en lo que a colaboración se refiere, el Instituto Ifo pronostica que una política conjunta de acción energética y climática en la Unión Europea podría ahorrar a los países 248.000 millones de euros entre 2024 y 2050.

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