
El persistente relato de que la economía de EEUU no dejaba de crecer detrás de la pandemia parece estar encontrando techo. Así lo certifica la primera revisión del dato de productor interior bruto (PIB) del país publicaba este jueves por la Oficina de Análisis Económico (BEA). El PIB creció un 1,3% anualizado en los tres primeros meses de 2024 respecto a los tres anteriores. La revisión resta tres décimas a una lectura preliminar (1,6% anualizado) que ya mostró algún síntoma de agotamiento del momentum (impulso) del crecimiento. La cifra del 1,3% queda notoriamente por debajo del 3,4% del último cuarto de 2023 y también palidece ante la sorprendente lectura del 4,9% anualizado del tercer trimestre del año pasado. Además, es la primera por debajo del 2% desde el segundo cuarto de 2022. Esto facilita las cosas a una Reserva Federal que no acaba de encontrar la ventana para empezar a bajar los tipos de interés con una economía que no quería perder fuerza y una inflación que tampoco.
Como es habitual, la partida más observada del informe de la BEA corresponde al gasto en consumo personal, el verdadero motor de la economía estadounidense al representar aproximadamente dos tercios del PIB. En esta revisión, el crecimiento en el consumo se ha lijado de un 2,5% de la lectura flash a un 2% anualizado. Aunque sigue siendo un dato sólido y demuestra la resiliencia del consumidor estadounidense pese a la caída de los precios (han ayudado un mercado laboral fuerte y el ahorro generado en la pandemia, en parte espoleado por los cheques de la Administración a los ciudadanos), la magnitud de la corrección en el dato evidencia el desgaste.
Este gasto de los consumidores se redujo debido a que los desembolsos en bienes -particularmente automóviles- fueron mucho más débiles. Una medida clave de la demanda interna subyacente, conocida como ventas finales a compradores domésticos privados, aumentó un 2,8%, frente al aumento del 3,1% comunicado inicialmente. Los altos tipos de interés, la disminución de los citados ahorros y el menor avance de los ingresos han pesado sobre los hogares.
Una suerte dispar han corrido otras partidas en el desglose del PIB, arrastradas en cualquier caso por la importancia del consumo personal. La inversión no residencial pasa de 2,9% anualizado a un 3,3%. La inversión residencial de un 13,9% a un 15,4%. Asimismo, el gasto del Gobierno se revisa de un 1,2% a un 1,3% anualizado.
En el frente de la inflación, la métrica preferida de la Reserva Federal, el deflactor del consumo personal (PCE), también calculada en el informe, aumentó a una tasa anualizada del 3,3% en el primer trimestre, ligeramente por debajo de la proyección inicial. Excluyendo alimentos y energía, el PCE subyacente, el verdadero indicador 'fetiche' de la Fed para la inflación, subió un 3,6% anualizado, frente al 3,7% de la estimación anterior. Sin embargo, el plato fuerte sobre inflación llegará este viernes, cuando la BEA publique el PCE subyacente de abril, lo que se llevará toda la atención del mercado. Los analistas esperan una moderación al 0,2% de la tasa mensual que enfríe algo el caluroso recorrido de la inflación en este comienzo de 2024.
Aparejada a la revisión del PIB, la BEA ha publicado la renta interior bruta, que es otra forma de medir el PIB. Si el tradicional PIB que se conoce se calcula por el lado de la demanda (gasto en consumo, inversión), la renta interior bruta lo hace por el lado de los ingresos (salarios, beneficios de las empresas, impuestos menos subvenciones). La teoría dice que ambas métricas deben ser iguales porque miden lo mismo pero desde distinto lado. Sin embargo, en los últimos tiempo ambas marcas han divergido más de lo normal en EEUU. El 1,5% anualizado de la renta interior bruta en esta revisión lo acerca más al dato más mediático de PIB.
El alivio que todos estos datos suponen para la Fed se ha reflejado en las apuestas del mercado. Los operadores amplían al 59% la probabilidad de un primer recorte de tipos del banco central en septiembre, apuesta que ayer se situaba en el 53%. No obstante, las dudas persisten y los swaps contemplan solo 35 puntos básicos de recorte para este año (no llega a dos bajadas de 25 puntos básicos) frente a los 32 de este miércoles. Datos en los próximos días como el informe oficial de empleo de mayo pueden mover la aguja. En este último caso, se espera que continúe el enfriamiento del mercado laboral registrado en las cifras de abril.
"El nombre del juego sigue siendo inflación y tipos de interés, y a pesar de esta esperada revisión a la baja del PIB, no hay mucho en los datos para sacudir el statu quo", valora Chris Larkin en E*Trade de Morgan Stanley. "Permanezcan atentos a la publicación del índice de precios PCE de este viernes, porque podría dominar el sentimiento del mercado hasta el informe de empleo la semana próxima".
Para Jeff Roach, de LPL Financial, los datos del jueves muestran que el impulso se está ralentizando mientras los consumidores luchan contra las persistentes presiones inflacionistas. Los datos económicos de hoy son un "arma de doble filo", apunta Chris Zaccarelli, de Independent Advisor Alliance. La ralentización del PIB y del consumo personal son una señal de que la expansión económica se está enfriando, lo que podría preocupar a las empresas. Pero por otro lado, señala, podría ser justo la noticia que necesitamos ver para que la tasa de inflación siga bajando y permita a la Fed reducir los tipos.
"No estoy segura de que la Fed esté haciendo algo mal tomándoselo con calma" en lo que respecta a los cambios de política monetaria, ha sentenciado Kathy Jones, estratega jefe de renta fija de Charles Schwab, en Bloomberg Television. "Estamos viendo cómo baja la inflación.