Economía

¿Causaron los ERTEs una epidemia de empleo 'zombi'? Un estudio de la OCDE resucita la polémica

Foto: Dreamstime

Tras el estallido de la pandemia de 2020, los expedientes temporales de regulación de empleo (ERTEs) fueron la clave para salvar millones de puestos de trabajo en empresas afectadas por los confinamientos, especialmente en sectores como la hostelería y el comercio. Aunque según pasó el tiempo y estas medidas se prolongaron, muchas voces alertaron de que se estaba manteniendo artificialmente sectores en decadencia, rompiendo el flujo de mano de obra hacia actividades innovadoras y más productivas. Un reciente análisis publicado por la OCDE muestra que estas sospechas están más que justificadas y este tipo de ayudas puede impedir "que se reasignen los trabajadores de ocupaciones en declive a ocupaciones en expansión".

Bajo el título Reasignación ocupacional y desajuste tras la pandemia de COVID-19, el trabajo compara la situación en 19 países, entre ellos España, que diseñaron medidas excepcionales para mantener empleos, divididos en dos grupos: los que utilizaron medidas de suspensión y reducción de jornada, como los ERTEs, y los que optaron por "subsidios salariales".

La principal diferencia, a efectos del estudio, entre los dos tipos de programa, es que en el primero se centraban en reducir el tiempo de trabajo durante la crisis para impedir las extinciones de empleos (y en algunos casos, como el español, se condicionó a una "prohibición" explícita de despedir que conllevaban la retirada de ayudas), mientras los subsidios salariales se abonaban por cada trabajador cuyo contrato se mantuviera, con independencia del tiempo que trabajara e incluso de si se despedía a otros cuyo puesto no se podía mantener en ese momento. Estos afectados, a su vez, se veían protegidos por un refuerzo de las ayudas y subsidios por desempleo para compensar su pérdida de ingresos.

Esta diferencia puede llevar a confusión, ya que el caso español combinaba el esquema de reducción o suspensión de jornada con el pago de una prestación por desempleo que cubría la parte proporcional de salario perdido. La diferencia con los esquemas de subsidios salariales, es que estaban ligados al mantenimiento del empleo, trabajara efectivo o no. Y no se aprobó un refuerzo ni programa excepcional de protección a los que perdían su trabajo comparable ni de lejos al esfuerzo presupuestario que supusieron los ERTEs.

El misterio del 'desajuste ocupacional'

El debate económico y político se ha centrado en cuál de estos modelos fue mejor y peor para el empleo, no solo en ese momento concreto sino para su futuro. No eran pocos los expertos que consideraban que la pandemia había acelerado cambios sustanciales en el modelo productivo y que con los esquemas de protección de empleo mediante reducciones y suspensiones de jornada se estaba retrasando artificialmente la reconversión de empresas y creando sectores 'zombis' condenados a desaparecer en cuanto se retiraran las ayudas. Pero esto no ocurrió.

De hecho, se produjo un rebote generalizado de la actividad y el empleo en todos los países que sobrepasa con creces los niveles previos a la pandemia, lo que distorsiona el análisis a medio plazo de cualquier posible secuela negativa. Con las cifras de creación de empleo y descenso del paro en España, desde luego, resulta muy complicado cuestionar la utilidad de las regulaciones temporales de empleo. Una vía que nuestro Gobierno defiende para compensar el impacto de futuras crisis estructurales en sectores amenazados por la transformación digital: incluso ha diseñado un modelo 'ad hoc' para estos casos: el mecanismo RED.

Pero esta vigorosa recuperación se ha convertido en un 'sobrecalentamiento' del mercado laboral impulsado por la dificultad de encajar la demanda y oferta de mano de obra: la denominada 'Gran Renuncia'. Un término llamativo que responde a un "desajuste ocupacional" exacerbado durante la pandemia. Aunque se sospechaba de la vinculación de este fenómeno con los esquemas de protección de empleo de la pandemia, nunca se había desarrollado un modelo para medirlo más allá de la intuición. Hasta ahora.

El estudio elaborado Gabriele Ciminelli, Antton Haramboure, Lea Samek y Cyrille Schwellnus de la OCDE, Allison Shrivastava de Indeed y Tara Sinclair, de la Universidad George Washington, propone una metodología basada en comparar la evolución de ofertas publicadas en los portales de empleo con los candidatos que se apuntan o muestran interés en ellas.

A partir de los datos de Indeed, el mayor portal de búsqueda de empleo del mundo, se construye en primer lugar un índice de 'recolocación' de las ofertas publicadas y de los clics que los candidatos hacen en ellas desde unos sectores a otros. El indicador muestra un sustancial repunte tras la pandemia, impulsado por el flujo desde sectores como hostelería y restauración, administrativas y comerciales y manufacturas hacia el sector del software y puestos relacionados con la sanidad, educación y dependencia. Una tendencia que confirma las previsiones globales de evolución del mercado laboral de organismos como la propia OCDE.

Sin embargo, ambas líneas han vuelto a alinearse con las tendencias previstas antes de la pandemia. Incluso en el caso de los clics se sitúa algo por debajo, algo que el estudio achaca a un "cambio permanente" de las preferencias de los trabajadores de media y baja cualificación por alejarse de sectores como el comercio y las manufacturas.

A pesar de este trasvase entre sectores, el desajuste ocupacional, es decir, el desequilibrio entre ofertas y candidatos también se sitúa en niveles incluso algo inferiores a la pandemia, en una tasa que el estudio cifra por debajo del 26%. Aunque puede resultar un porcentaje elevada, hay que tener en cuenta que un nivel que garantiza una flexibilidad laboral que permite que empresas y trabajadores se adapten a los cambios en modelo productivo. Y es muy estable, con lo cual las variaciones, aunque sean de unos pocos puntos porcentuales, son llamativas.

Así, en la pandemia este indicador se disparó del 26% al 29%, tres puntos porcentuales (aunque para destacar su relevancia el informe lo expresa como un "incremento del 10%" de la tasa). Sin embargo, para enero de 2023 se había vuelto a los niveles previos a la pandemia, lo que apunta a que la situación a partir de ese mano de obra términos globales el carácter excepcional que se planteaba y responde a tendencias 'normales' del mercado laboral.

No obstante, los autores explican que esto no contradice que la composición del desajuste haya cambiado, es decir, que se haya producido un trasvase entre sectores que muchos han confundido con una 'Gran Renuncia'.

Evolución del desajuste ocupacional durante la pandemia
Evolución del desajuste ocupacional durante la pandemia

Pero aquí el estudio da un paso más y entra a analizar cómo pudieron influir las políticas adoptadas por los diferentes países para frenar el impacto de la pandemia sobre el empleo en esta situación. Para ello establece un grupo de 14 países que adoptaron esquemas de reducción y suspensión de jornada como los ERTEs, y otros cuatro que aplicaron subsidios salariales.

Y lo que detecta es que el desajuste de ocupaciones se prolongó durante más tiempo en el primer grupo, en el que figura España. De hecho, tardó un año más en alinearse por debajo de los niveles previos a la pandemia: no lo logró hasta casi finales de 2022. "El efecto alcista del choque pandémico persiste durante aproximadamente un año antes de volverse estadísticamente insignificante, lo que sugiere que los regímenes de jornada reducida ralentizaron significativamente el ajuste del mercado laboral", incide el documento.

Los autores señalan los desequilibrios entre la relación de puestos de trabajo publicados y clics "coincidieron en mucha menor medida en los países con regímenes de jornada reducida" que en los países que recurrieron a otras políticas del mercado de trabajo para proteger a los trabajadores de la pérdida de ingresos, "como la ampliación del seguro de desempleo o los subsidios de empleo".

Impacto ocupacional de las medidas ante la pandemia
Impacto ocupacional de las medidas ante el COVID-19

El estudio tampoco ve vinculación entre este fenómeno y la diferente intensidad de los confinamientos por la pandemia entre 2020 y 2023. "Interpretamos nuestros resultados como coherentes con la opinión de que los regímenes de jornada reducida pueden ralentizar el ajuste del mercado de trabajo tras perturbaciones que causan un grado significativo de reasignación ocupacional", se reafirman.

Eso sí, precisan que, aunque los regímenes de jornada reducida pueden preservar empleos viables, "cuando las perturbaciones son temporales y causan poca reasignación". Pero recomiendan que su equilibre la preservación del empleo "con incentivos adecuados para reasignar a los trabajadores de ocupaciones en declive a ocupaciones en expansión".

Aunque el informe no desglosa los datos para España, hay que tener en cuenta que el modelo ERTE es un referente destacado del uso de estos sistemas en la Unión Europea y se considera un caso claro de éxito en un país que en crisis anteriores ha disparado su tas de paro. La duda que alimenta este informe es si aquellas medidas extraordinarias retrasaron la transformación del mercado laboral que impone el desarrollo de nuevas tecnologías. Y si serán la vía adecuada para modular este impacto, como plantea el Gobierno.

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