
"Si tienes una entrada de 55 dólares para los Rolling Stones y te cobran un cargo por servicio de 3 a 6 dólares, está bien. Pero el nuestro era un billete de 18,50 dólares, y ahora, de repente, es un billete de 24. Eso no está bien. Sólo quiero que la gente pueda ver nuestros conciertos. Es muy importante que estén disponibles para todos, que si quieren asistir puedan hacerlo. Además, cuando empiezas a tener entradas de 50 dólares, de repente estás cambiando de audiencia. Y es aterrador pensar en tocar sólo para gente que pueda permitirse una entrada de 50 dólares". Estas fueron palabras de Eddie Vedder, vocalista de Pearl Jam, uno de los grupos más reconocibles del grunge en la década de los 90, cuando hizo referencia al precio de las entradas en 1995. Sin embargo, dos décadas después, nadie ha podido escapar de las garras de los altos precios de las entradas, sobre todo desde el momento en el que estalló la pandemia.
Hoy en día, ver un gran concierto es demasiado caro. Elitista para muchos. Por ello, cada vez hay más grupos de personas o plataformas que se han quejado de estos precios tan desorbitados, sobre todo en un escenario en el que los sueldos no se han equiparado proporcionalmente con las entradas. Por poner un ejemplo, ver a Pearl Jam en Barcelona en 2018 costaba 98 euros, mientras que su próximo concierto (también en la Ciudad Condal) oscila entre los 118 y los 165 euros. Durante ese periodo, los salarios se han incrementando un 8%, nada que ver con el precio de las entradas, cuyo incremento llega al 69%.
Pero hay más: la última visita de ACDC a Sevilla fue en 2016 y los precios de las entradas eran de 75 a 80 euros. Unas cantidades asumibles para la época, pero nada comparables con los que tendrán su próximo concierto en la ciudad andaluza, con precios que oscilan entre los 119 y 362,5 euros. Quien diría que ver a los ACDC se haya convertido en un lujo.
Aparte de los ACDC, podemos encontrar un sinfín de ejemplos: el de Bob Dylan (de 80 euros en 2019 a 148 en 2024); Estopa (de 32 euros en 2019 a 45-72 en su próximo concierto en Madrid); Metallica (de 65-125 euros en 2019 a 73,5-158,5 euros en 2024). Con todo esto, uno de los conciertos más esperados es el que ofrecerá la cantante estadounidense Taylor Swift el próximo 29 de mayo en el estadio Santiago Bernabéu. Curiosamente será su segunda actuación en España. En su primera, los precios no superaban los 40 euros; ahora, la más barata era de 85 euros, y la más cara, de 226.
"Se acabó. Los viejos tiempos se han ido", así lo puso de manifiesto el músico Neil Young en el nuevo post de su website Neil Young Archives. "Las giras ya no son lo que eran", recalcó. Young no fue el único músico que expresó su disconformidad. Robert Smith, cantante de The Cure, aseguró que "su política de precios dinámicos es un poco estafa" y que sentía "asco por la debacle de comisiones de Ticketmaster".
Por qué suben tanto los precios de las entradas
La inflación, la existencia de distintos tipos de entradas, los precios dinámicos o la demanda son algunos de los motivos. Profundizando un poco más, la inflación que ha afectado a todos los sectores es uno de los motivos por los que se han encarecido los precios de las entradas de los conciertos en general, según apunta el CEO y fundador de Get In, Iñigo Argomaniz, en declaraciones a Europa Press, en las que avisa de que hay una "oferta grandísima con precios muy altos" tanto en conciertos como en festivales. Además, los aumentos de los costes de producción de los conciertos es otro factor que eleva considerablemente el precio de las entradas, tal y como asegura Albert Salmerón, presidente de la Asociación de Promotores Musicales (APM).
También marcan la diferencia las entradas con precios dinámicos. Se trata de aquellas que varían de precio por una decisión de promotores y artistas para "ajustar la demanda en eventos que tendrán una muy elevada. "Son los eventos que más ruido hacen, pero en un año suele haber entre siete y ocho", subraya la directora general de Ticketmaster, Ana Valdovinos, sobre la situación de España, para incidir en que se seleccionan algunas entradas que "suelen ser las mejores o las que ya tienen un precio mayor (por la zona) y sobre ellas se pone el precio dinámico" de manera que "se evita que esas entradas puedan ir a un mercado secundario con precios mucho más altos".
Lucha contra los bots
Uno de las grandes diferencias entre los conciertos de hace varios años años y los de ahora reside en los gastos de gestión. Valdovinos explica que este concepto "se reparte con el promotor y en ocasiones con el recinto", y supone un porcentaje fijo de la entrada. Por ello, ante denuncias de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) por el cobro de estos gastos por ser el comprador el que realiza la compra por Internet, defiende que estos gastos están "justificados" porque cubren a una organización "con mucha gente y que invierte muchísimo en tecnología" para garantizar compras seguras.
"Son muchos millones de euros los que invertimos para luchar contra los 'bots', que son los sistemas que atacan las webs precisamente para hacerse con un montón de entradas. Y los gastos de gestión son la única recaudación que obtienen las empresas para poner en marcha toda esta tecnología", sentencia.
La música en directo, todo un éxito
Sin duda, nos encontramos ante una burbuja. España facturó en 2023 la friolera de 578,9 millones de euros por la música en directo, una cifra absolutamente de récord si la comparamos (un 26,1% más) con los datos de 2022, que por aquel entonces se llegó a facturar 459,2 millones. Y todo esto en medio de unas turbulencias que llegaron por culpa de varias cancelaciones en Madrid a finales de verano y de críticas fuertes a eventos como el Mad Cool.
Pero este 2024 parece que no va a ser el año en el que se rompa la burbuja. El precio de las entradas continúa creciendo y los recintos se siguen llenando.
Qué buenos tiempos aquellos en los que podías ir a un gran concierto por menos de 60 euros. Habrá algunos que prefieran esperar a que bajen y otros que las compren. Esto es el mercado. Así funciona.