
Rusia arranca este viernes su primera jornada de elecciones que se desarrollará a lo largo de este fin de semana hasta que el domingo (17 de marzo) cierren los colegios electorales. El actual presidente de Rusia, Vladimir Putin, se presenta a estos comicios con una reelección asegurada que le garantiza otros seis años (2030) en el poder, ya que se celebran en un contexto de represión hacia la disidencia y una oposición hecha totalmente a medida y el amparo de una economía que se ha mantenido resistente a las sanciones que ha impuesto Occidente tras la invasión de Ucrania.
El Kremlin ha preparado estos comicios a la medida del candidato para reforzar su imagen con una victoria "aplastante" y así enviar el mensaje de que el pueblo ruso apoya fuertemente al presidente que más tiempo ha estado en el poder en Rusia desde Stalin.
Las figuras de la oposición rusa no están representadas en las papeletas electorales ni en la política en general. Además, la mayoría de los activistas de la disidencia se han exiliado del país y, los que se quedaron, fueron detenidos y encarcelado o murieron en extrañas circunstancias, como fue el caso del opositor Alexéi Navalni, de 47 años, que murió en prisión tras haber hecho una caminata con sus guardianes de la prisión y cuya muerte el Kremlin se desvinculó por completo.
En el formato de las papeletas está el nombre de Putin junto a otros tres nombres que forman parte de la conocida "oposición sistémica" de Rusia: Por el partido Pueblo Nuevo está Vladislav Davankov; el candidato del partido Liberal Democrático (LDPR), Leonid Slutsky, y por los comunistas se presenta Nikolay Kharintonov. Los sondeos no les dan ni el 17% de los votos entre los tres.
Al mismo tiempo, Vladimir Putin cuenta con el aval de una economía que se ha mantenido muy resistente a las sanciones impuestas por Occidente y los aliados, entre los que está la Unión Europea, tras la invasión de Ucrania hace dos años. Los salarios más bajos se han incrementado en el último trimestre hasta un 20%, según el Servicio Federal de Estadística. Este segmento de la población es clave para el Kremlin de cara a unas elecciones en las que más de 110 millones de ciudadanos que tienen derecho a voto en Rusia, así como los seis millones que están presentes en los territorios invadidos por Moscú al sur y este de Ucrania.
Las previsiones del Fondo Monetario Internacional y otros organismos preveían una debacle del PIB del 10% debido al bloqueo de Occidente. Pero no es así, la economía rusia sufrió una pequeña recesión tras la imposición de las sanciones de los aliados pero, ahora, parece ser que se ha recuperado. En 2022 el crecimiento del país cerró con una contracción del 1,2%, mientras que en 2023 se aupó hasta el 3,6% y para este año se espera una ralentización al 1,9%, según el consenso de Bloomberg.
A pesar de que la mano de obra está completamente mermada desde la llamada a filas de los reservistas, sumado a cientos de miles de muertos o heridos en el frente y los desafíos a largo plazo acumulándose, la economía parece que está en buena senda, al menos eso dicen los datos públicos.
Es cierto que el Kremlin está haciendo ingentes esfuerzos de inyección de dinero público para hacer frente a esta crisis y conseguir doblegar la inflación que cerró el año pasado en el 6%. Aunque el pico máximo lo alcanzaron en 2022, con la invasión, que llegaron a un IPC del 13,8%. Para este año, el consenso espera que cierren en el entorno del 6,5%, es decir, que los precios se estanquen.
La gran preocupación económica del Kremlin es que el fuerte incremento de los precios erosionase los ingresos de los rusos y eso genere un descontento entre la población.
Los salarios están aumentando rápidamente debido a esa cantidad de dinero público que están vertiendo sobre la economía (+3,6%) y la escasez de mano de obra. Los salarios mensuales promedio de 2023 llegaron a los 74.000 rublos (744 euros), es decir, aproximadamente el 30% más que hace dos años, cuando antes de esto el aumento del ingreso real de los rusos no subía del 5%. Esto ha hecho que el gasto de los consumidores se incrementase más de un 6%, revitalizando así la economía.
En este sentido, Rusia está quemando el dinero de su fondo nacional de riqueza en un esfuerzo porproteger su economía de las consecuencias de la guerra y así financiar también el gasto en defensa. El Banco de Rusia incrementó su tasa de interés clave al 1,6% para retener la inflación, mientras que el Gobierno impuso importantes controles cambiarios para contrarrestar la caída del rublo.
"Para un número significativo de rusos, la guerra se convirtió en una oportunidad de movilidad social y económica que antes era imposible. Algunos lograron lanzar un nuevo negocio", dijo Anna Kuleshova, socióloga del Social Foresight Group, a Bloomberg News. "Algunas recibieron pensiones por tener a sus maridos e hijos en el frente, lo que les permitió finalmente comprar un apartamento, un coche y mudarse del pueblo a la ciudad", explicó.
En su discurso sobre el estado de la Nación, que se emitió en todo el país, incluso en pantallas gigantes en las calles, el líder ruso prometió gastar más 11,5 billones de rublos (115.000 millones de dólares) en subsidios hipotecarios y exenciones fiscales para jóvenes. También para mejoras en infraestructuras públicas, entre otros conceptos.
El coste de la guerra
El hecho de que los datos macroeconómicos avalen la gestión de la economía de guerra de Putin no quiere decir que esto se esté trasladando a la sociedad. Las fábricas de armas trabajan a destajo las 24 horas, con una escasez tremenda de mano de obra, una caída de la población y una baja productividad e inversión.
El avance del nivel de vida está parado, puesto que los ingresos reales apenas han subido un 7,6% desde que Putin salió reelegido en 2018. Esto se debe a la explosión de la inflación, que provocó que estos ingresos reales todavía sean ligeramente más bajos que en 2013. "En lo que respecta a nuestros ingresos, el período 2014-2023 puede considerarse con seguridad una década perdida", escribió Yevgeny Suvorov, economista de CentroCreditBank.
Una propia encuesta hecha por el banco central de Rusia concluyó que el 28% de las personas aseguraron no disponer de dinero para adquirir alimentos o que tienen que destinar el dinero de la ropa y los zapatos en alimentarse.
El economista ruso Alex Isakov dijo en un comentario a Bloomberg que "el gasto militar no es gratuito: tiene el coste de una reducción de ingresos por exportaciones de energía y una disminución de las reservas de divisas que Rusia acumuló antes del inicio de la guerra". El experto augura que en el corto plazo esta "generosidad fiscal" seguirá respaldando la confianza de los consumidores pero, a medida que Rusia agote este cartucho que tiene, "el gobierno se va a enfrentar a decisiones difíciles entre aceptar una mayor inflación, recortar el gasto y aumentar impuestos".
La conclusión de esto es que están sobrecalentando la economía con este aumento del gasto social y en la guerra. Esto genera un agujero presupuestario que hace que puedan seguir subiendo los precios.
La inflación sigue por encima del objetivo del Banco de Rusia, incluso después de haber endurecido su política monetaria. El crecimiento anual de los precios se aceleró en febrero hasta el 7,7% desde el 7,4% del mes anterior, a pesar del esfuerzo de las autoridades rusas de frenar la curva de los precios.
Mientras tanto, el déficit presupuestario federal de este año era de 1,5 billones de rublos a finales de febrero, mientras que el Ministerio de Finanzas prevé 1,6 billones de rublos para todo 2024. Todo esto mientras las reservas disponibles de los fondos de riqueza de Rusia ya se han reducido a la mitad.
La economista de Renaissance Capital, Sofía Donets, reiteró que los aumentos de impuestos "son inevitables, y además bastante grandes". Reiteró que la incertidumbre se cierne sobre la economía rusa.
El plan de Navalni: "Mediodía contra Putin"
El opositor ruso, muerto en extrañas circunstancias en la cárcel del Ártico, Alexéi Navalni, era el único que podía poner contra las cuerdas a Putin en las elecciones. El disidente ideó un plan bautizado como "Mediodía contra Putin".
El día 1 de febrero, a dos semanas de estos comicios, llamó a través de su cuenta de X (antes Twitter) que todos los rusos en contra de Putin fuesen juntos a votar a las 12 de mediodía. Para el líder opositor esto podría ser "una fuerte demostración" del sentimiento de la ciudadanía. La teoría de Navalni con su plan era mostrar enormes colas ante los colegios electorales para votar contra Putin, "frente a los falsos y fraudulentos 'sí'" del voto electrónico.
El fallecimiento del disidente no ha empañado esta campaña. La viuda de Navalny, Yulia Navalnaya, tomó el relevo en la campaña y animó en su canal de YouTube a que los rusos acudiesen "en masa" a los colegios electorales el 17 de marzo. En un artículo publicado en The Washington Post, la opositora asegura que el no reconocer los resultados electorales de estas elecciones no supondrá un colapso del Gobierno, pero dice que sería una "señal" para la sociedad civil rusa y las élites, también para el mundo, que el poder está en manos de un presidente ilegítimo.
La portavoz del disidente, Kira Yarmysh, informó de la creación de una aplicación que pretende boicotear el sistema electoral ruso, con un mecanismo que muestra una pantalla blanca con fotones de luz con una imagen que solo se puede ver a través de un espejo. En esa imagen aparece a quién debe votar la persona según su geolocalización.
"Necesitamos utilizar el día de las elecciones para demostrar que existimos y que somos muchos, que somos personas reales, vivas y reales y que estamos en contra de Putin", dijo la viuda del disidente en su vídeo.
Movilización de los equidistantes
El Kremlin está trabajando duramente para lograr que haya una alta participación y mostrar a Occidente que Vladimir Putin obtuvo una mayoría abrumadora y que cuenta con un gran apoyo popular. Al mismo tiempo, con esto pretenden demostrar que el pueblo ruso está unido frente a su lucha contra Occidente.
Tras dos años de conflicto, "hay mucho hastío, mucha sangre, mucha decepción, y Putin no ha llegado a ninguna parte", dijo Navalnaya al Parlamento Europeo el pasado 28 de febrero. "Ya se ha utilizado todo. Armas, dinero, sanciones, nada funciona. Y ha sucedido lo peor: todos se han acostumbrado a la guerra".
Golos, el grupo independiente de observadores electorales de Rusia, dijo en un informe que las elecciones actuales "no podrían reflejar el estado de ánimo real de la gente". Reiteran que la distrancia entre los ciudadanos y la toma de decisiones del país "es mayor que nunca".