Economía

La pobreza energética se dispara: los hogares pierden pulso económico en plena recuperación

  • El análisis del INE sobre la capacidad de los hogares empeora muchos indicadores
  • La población que no puede encender la calefacción o comer carne marca récord
  • La inflación de los últimos años hace mella en los ajustados presupuestos familiares
Foto: iStock

La inflación hace mella en los hogares españoles. La subida de los precios sigue pesando en la economía de las familias pese al incremento de los ingresos y las rentas medias. La gráfica que demuestra el vertiginoso aumento del número de familias que no pueden poner la calefacción o el aire acondicionado ante la imposibilidad de asumir el coste de la climatización o el récord de personas que no pueden comer carne o pescado cada dos días son síntomas de ello.

El panorama que deja la última Encuesta de Condiciones de Vida (ECV) publicada por el Instituto Nacional de Estadística (INE) relativa a 2023 dibuja un panorama precario para un porcentaje considerable de hogares pese a la recuperación económica que el país está transitando desde que se dejó atrás la crisis sanitaria que paralizó las economías. Así se deduce de la encuesta que mide la tasa de riesgo de pobreza o exclusión social según el sistema europeo AROPE (At Risk Of Poverty or social Exclusion), que analiza tres indicadores: la tasa de riesgo de pobreza relativa (cuántas personas tienen ingresos bajos en relación al conjunto de la población), la baja intensidad en el empleo (hogares en los que sus miembros en edad de trabajar lo hicieron menos del 20% del total de su potencial de trabajo en el año) y la carencia material y social severa (aquellos hogares que cumplen con al menos cuatro de las nueve limitaciones analizadas, como la posibilidad de poner la calefacción o comer determinados alimentos).

Lejos de la recuperación

Si bien la encuesta aumenta en medio punto la población en riesgo de pobreza o exclusión social, hasta el 26,5%, reduce la tasa de riesgo de pobreza en dos décimas, el 20,2% y en tres la baja intensidad en el empleo, hasta el 8,4%. Es el último de los tres indicadores (carencia material severa)el único que empeoró el año pasado tras avanzar del 7,7% al 9%, máximos desde 2014. Su análisis destapa una España lejos de recuperarse.

En 2023, el 20,7% de la población en España (casi uno de cada cinco) no pudo mantener su vivienda a la temperatura adecuada, tres puntos más que en 2020 y el nivel más elevado desde 2004, cuando se inició la serie histórica. El avance dispara el número hogares en situación de pobreza energética con respecto a 2019, cuando se situaba en el 7,7%, según la ECV. Ni siquiera en lo más duro de la crisis financiera que se desató en 2008, el nivel de familias en esta situación superó el 11,1%.

La situación empeora en el caso de las familias compuestas por un adulto y uno o más menores dependientes, donde la imposibilidad de mantener la casa a una temperatura adecuada se eleva hasta el 34% desde el 9,5% de hogares de este tipo afectados registrados en 2019.

La evolución de los precios energéticos guía esta tendencia, pero no la explica al 100%. Durante 2023 la energía registró caídas -de hasta el 58% en el caso de la electricidad- con respecto a 2022, el año del inicio de la guerra en Ucrania, gracias a medidas como la 'excepción ibérica', que limitó el precio del gas que se utiliza para la generación eléctrica para reducir las cotas históricas que se alcanzaron por la tensión geopolítica. Además, según los datos del INE, el ingreso medio por persona aumentó un 8,3% en 2023 hasta los 14.082 euros, y la renta media por hogar alcanzó los 34.821 euros tras incrementarse un 8,1% interanual, récord histórico en ambos casos.

La explicación al agravamiento de la situación económica se encuentra en el análisis por grupos. Los más afectados son, en general, los colectivos más afectados por el desempleo (más de 2,7 millones de personas) y la inactividad, cuyas rentas se sitúan por debajo de la media y dependen de ayudas como el ingreso mínimo vital, que se adoleció de poca eficiencia ante la tardanza de llegar a las familias.

Vivir con lo justo para acabar el mes

Las carencias materiales que mide Estadística confirman desde varios flancos cómo la inflación pesa más a los hogares con menores ingresos. Renunciar a poner la calefacción en invierno o a encender el aire acondicionado o el ventilador en verano es un síntoma más del ahogo que supone para muchos hogares el encarecimiento del coste de vida en general experimentado en los últimos años, pero hay más indicativos.

Llegar a final de mes es "muy difícil" para más hogares, en concreto para el 9,3% tras subir esta variable siete décimas sobre el registro del año anterior. No había tantos hogares en esta situación desde 2020 (10%), en plena pandemia y con la coyuntura económica dominada por la inactividad y los Ertes. Esta situación repercute en la cesta de la compra de muchas familias y el acceso a productos frescos como pollo, carne o pescado es inasumible para el 6,4% de los hogares, que reconoce que no puede permitirse consumir estos productos cada dos días. El porcentaje no sólo ha subido un punto respecto a 2022 sino que es el más alto desde el inicio de la serie, según los datos del INE. Ni en los años más severos de la crisis financiera, el porcentaje superó el 4%. Fue tras estallar la pandemia cuando avanzó por encima del 5% y desde entonces sólo bajó de ese nivel en 2021 (4,7%), encadenando máximos desde entonces.

El contexto económico que dibuja la estadística tampoco mejora el pronóstico cuando se habla de pagar facturas. Un 10% de las familias (mismo nivel que en 2022) admite que en los últimos 12 años ha tenido retrasos para cubrir gastos relacionados con la vivienda principal (hipoteca, alquiler, comunidad...). En este caso se reduce casi un punto con respecto a los dos primeros años de covid, pero se mantiene muy por encima de la media anotada desde 2004 y al mismo nivel que durante la recuperación de la crisis global anterior. El rally del euríbor (que superó el 4%) tras la subida de tipos aplicada por el Banco Central Europeo (BCE) para aplacar la inflación tiene una influencia directa en esto por el encarecimiento de las hipotecas a tipo variable, el endurecimiento del acceso a los préstamos para comprar vivienda y la tensión en el alquiler que genera este estrés inmobiliario que agolpa la demanda a un mercado con muy poca oferta.

Asumir gastos imprevistos sin necesidad de recurrir a un préstamo o a compras a plazos no está al alcance de todos. En concreto, el 36,2% de los hogares españoles reconoció que no tenía solvencia económica para afrontar desembolsos económicos inesperados, porcentaje siete décimas por encima del año previo y un nivel que no era tan elevado desde 2018 (36%). Con todo, este indicador sigue muy por debajo de las cotas por encima del 40% que firmó entre 2012 y 2014.

La capacidad para irse de vacaciones es uno de los pocos indicadores que mejora de los nueve que utiliza Estadística para tomar el pulso económico a los hogares. Según los últimos datos, la población no tiene capacidad para pagar una semana de ocio fuera de casa cede al 33% y, pese a afectar ser un tercio de los hogares los que están privados de esta forma de descanso, se trata del nivel más bajo desde 2004.

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