Economía

La inversión será el talón de Aquiles de la economía en 2024

  • Se caracterizará por su fragilidad, con un crecimiento moderado en torno al 3%
  • Riesgos a la baja: la inflación, la guerra en Ucrania y la fragmentación geopolítica
  • Habrá grandes diferencias entre las economías desarrolladas y emergentes
Dólares y crécimiento.
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La economía global estará marcada por su fragilidad, lo que significa que estará sujeta a diversos riesgos y desafíos que podrían afectar su crecimiento y estabilidad. Se espera que el crecimiento económico mundial se sitúe en torno al 3%, lo que indica un ritmo de expansión moderado, según se desprende del Informe Económico y Financiero de ESADE, desarrollado con el respaldo del Banco Sabadell. Aunque España ha experimentado un crecimiento económico destacado en 2023, se anticipa un debilitamiento debido a la escasa inversión tanto pública como privada, así como a la incertidumbre en las exportaciones.

Por tanto, el espejismo de la recuperación post-pandemia se diluye ante la cruda realidad: la economía española se enfrenta a un 2024 plagado de incertidumbres, con la inversión como principal lastre para su crecimiento.

En 2023, la producción global se situó un 3,4% por debajo de las estimaciones previas a la pandemia realizadas por el Fondo Monetario Internacional (FMI). Entre las economías desarrolladas, Estados Unidos mostró una recuperación más sólida en comparación con la zona euro, que experimentó un ritmo más lento debido a las repercusiones de la guerra en Ucrania. Esta situación afectó especialmente a los términos comerciales y al aumento de los precios de la energía en la zona euro. Los países de bajos ingresos sufrieron una mayor pérdida de actividad, ya que los altos tipos de interés y la depreciación de sus monedas aumentaron el riesgo de dificultades con la deuda en más de la mitad de los países de este grupo. En las economías desarrolladas, los indicadores de empleo y la tasa de participación laboral superaron los niveles previos a la pandemia. Sin embargo, en las economías emergentes, la crisis pandémica resultó en una pérdida de producción más significativa.

Un crecimiento global frágil

El estancamiento se debe a la divergencia entre las economías desarrolladas, que tendrán un crecimiento más lento (alrededor del 1,5%), y las economías emergentes y de bajos ingresos, que crecerán a un ritmo más rápido (alrededor del 4,1%).

Dentro de las economías desarrolladas, se espera que Estados Unidos reduzca su crecimiento a un 2,1% este año. Sin embargo, gracias al impulso de la inversión pública de la Administración Biden y a una próxima bajada de tipos de interés de la FED, seguirá teniendo un crecimiento mayor que la zona euro, que se espera que crezca al ritmo del 0,9%. La zona euro enfrenta desafíos relacionados con tensiones geopolíticas, como el conflicto con Ucrania, y su dependencia del petróleo ruso.

En cuanto a los países individuales dentro de la zona euro, se espera que Alemania, Italia y Francia vean un estancamiento en sus economías, mientras que Países Bajos e Irlanda podrían tener mejores cifras que en 2023. Para el Reino Unido, se pronostica un crecimiento del 0,6%, mientras que para Suecia, se espera que este indicador marque el final de su recesión.

Japón moderará su crecimiento a un 0,9%. En Asia Pacífico, se espera que India, Indonesia, Filipinas, Malasia y Tailandia lideren el crecimiento global en 2024, aunque se anticipa que China frene su crecimiento al 4,6% debido a problemas en el sector inmobiliario y una reducción en la inversión.

En América Latina, se anticipa un crecimiento limitado del 1,9%, debido a políticas económicas contractivas para controlar la inflación y a la caída en los precios de las materias primas. Se espera que Argentina y Chile crezcan alrededor del 2,8% y 1,6%, respectivamente, mientras que México y Brasil tendrán crecimientos más moderados del 1,7% y 2,7%, respectivamente.

Freno al crecimiento

El informe apunta a la escasa inversión como el principal factor que podría frenar el ritmo de crecimiento económico en 2024. La falta de confianza por parte de las empresas, la incertidumbre geopolítica y las tensiones comerciales a nivel global configuran un escenario poco propicio para la apuesta por el desarrollo futuro.

Sin embargo, otros países europeos no han experimentado una desaceleración tan pronunciada en la inversión, lo que sugiere que hay factores adicionales específicos de España que están afectando. Uno de ellos es la estructura del tejido productivo español, con muchas grandes empresas dependientes de cadenas de valor internacionales, como el sector automotriz, que se vio gravemente afectado por los cuellos de botella. Además, la presencia predominante de pequeñas empresas significa que los factores externos, como el endurecimiento de la política monetaria, pueden tener un impacto aún mayor, especialmente dado el recurso significativo al crédito por parte de estas empresas.

Además de los factores externos, existen preocupaciones internas que pueden estar afectando la inversión, como la incertidumbre económica y política, incluidas las medidas propuestas por el ejecutivo de Sánchez, como los impuestos extraordinarios, que han generado incomodidad entre las empresas.

En esta misma línea, la evolución de la inversión pública también puede influir en la inversión privada, ya que muchos proyectos privados dependen de inversiones públicas, especialmente con el impulso de los fondos europeos Next Generation EU (NGEU). Aunque se observa una cierta recuperación en la inversión pública en España en 2023, sigue estando considerablemente por debajo de los niveles anteriores a la crisis financiera de 2009, debido a los recortes aplicados para reducir el déficit público.

Además, desafíos estructurales como el cambio climático están destinados a afectar sectores clave de la economía española, como el turismo, la agricultura y la ganadería. Estos sectores requerirán inversiones significativas y cambios profundos en el modelo productivo para adaptarse a las nuevas realidades ambientales. La transición ecológica, aunque plantea incertidumbres, también ofrece oportunidades que España debe aprovechar. Los fondos asignados a esta transición son considerables, pero deben utilizarse de manera estratégica para impulsar la participación del sector privado y posicionarse como líder en la nueva economía verde.

Otro desafío importante es la transformación demográfica, que requiere una gestión óptima de los flujos migratorios. La integración laboral de los inmigrantes puede ayudar a contrarrestar el impacto del envejecimiento demográfico. Aunque la llegada de inmigrantes se ha reactivado desde 2022, es necesario determinar si este cambio de tendencia es sostenible en el tiempo.

Finalmente, la productividad es una asignatura pendiente crucial para la economía española. Las reformas necesarias para mejorar la productividad y el bienestar futuro deben ser más ambiciosas de lo que sugiere el actual Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia. Las inversiones en educación y formación profesional serán fundamentales para desarrollar un tejido productivo competitivo y moderno en sectores emergentes. Además, la modernización de las administraciones públicas es otro desafío fundamental que debe abordarse sin demora.

Llamamiento a la acción

Los investigadores a cargo del estudio, Toni Roldán, director de EsadeEcPol y los profesores Josep M. Comajuncosa y Manuel Hidalgo, apuntan a que es necesario que las autoridades españolas tomen medidas para fomentar la inversión y crear un clima de confianza que favorezca el crecimiento económico. La apuesta por la innovación, la educación y la formación serán claves para asegurar un futuro más próspero para España.

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