
La Unión Europea afronta este jueves un encuentro de líderes en el que intentarán desencallar los 50.000 millones de euros de ayuda a Ucrania para el periodo 2024 a 2027. Una dotación económica con la que el bloque pretende proporcionar un apoyo fiable a una Kiev en plena contienda bélica con Rusia y que podrá a prueba la fortaleza del Club de Veintisiete. El primer ministro húngaro, el ultraderechista Víktor Orbán, pondrá las cosas difíciles a los jefes de Estado y de Gobierno para sacar adelante un compromiso.
Lo que se negocia concretamente es la revisión del presupuesto de la UE para el periodo 2024-2027. El punto de partida, planteado por la Comisión Europea, era una dotación de casi 100.000 millones de euros, de los cuales 50.000 millones de euros se destinarían a Ucrania. Justo la cuestión que genera fricción con Budapest y para la cual, a fin de conseguir el beneplácito húngaro, se plantea que se organice un debate cada año con el que revisar la implementación de la financiación a Ucrania.
Sobre las negociaciones se extiende la sombra de un nuevo rechazo por parte del primer ministro húngaro sobre un acuerdo que requiere la unanimidad a Veintisiete. El sorpresivo avance con el que se consiguió en la Cumbre de líderes de diciembre abrir negociaciones para la adhesión de Ucrania a la UE, pese a la amenaza de veto de Orbán, no permitió esquivar el bloqueo húngaro a la ayuda financiera a Kiev. Una preocupación que protagoniza este Consejo extraordinario en el que el foco está puesto en sacar adelante los 50.000 millones.
Se trata de un momento clave para el país en guerra en el que el apoyo del bloque manda una señal política a otras regiones del mundo, especialmente cuando en Washington se tambalean los apoyos. Ucrania, además, afronta serios problemas de liquidez que se harán patentes en marzo, escasos días después de que se cumplan dos años del inicio de la guerra. Fuentes diplomáticas explican que la intención es sacar un acuerdo a Veintisiete, unánime, porque en el encuentro de diciembre había Veintiséis Estados miembro dispuestos a respaldar la iniciativa y no parece muy viable cambiar la estrategia tan solo por la oposición de un país.
Los líderes llegan caldeados al encuentro y con el botón nuclear sobre la mesa. Esta semana se filtró al diario económico, Financial Times, un documento elaborado por el Consejo de la Unión Europea en el que se valora cortar el acceso a Budapest a fondos comunitarios para propiciar un colapso de la economía húngara. Una suerte de pulso a cambio de que Orbán de su visto bueno a la revisión del presupuesto comunitario con los 50.000 millones de euros a Ucrania.
La economía de la república magiar no atraviesa su mejor momento: la recesión de 2022 no ha dado ciertos signos de alivio hasta el último trimestre del 2023, pese a ello anota uno de los niveles de inflación más elevados del bloque comunitario. Las tensiones con la UE han aflorado en su divisa, que registró una caída del 3%, y la sombra inflacionista se ha vuelto a proyectar.
De salir adelante el acuerdo a Veintisiete esta semana, el texto podría ir al pleno del Parlamento Europeo en febrero y se podría desembolsar la financiación a Kiev a tiempo para marzo. En caso de tener que recurrir a un plan B, una suerte de acuerdo a Veintiséis con contribuciones nacionales, el procedimiento deberá pasar por los parlamentos de cada uno de los Estados miembro y el plazo se extendería en el tiempo. En este caso, se podrían activar préstamos a corto plazo para que lleguen a tiempo para marzo, a cargo del presupuesto comunitario de 2023, pero las contribuciones dependerán de lo que hagan otros actores en el mundo.
Las manifestaciones agrícolas
Los reclamos del sector agrícola, que salpican con manifestaciones las capitales de la UE, podría saltar al debate de los líderes de este jueves. No es ningún secreto la preocupación que esta cuestión suscita en el ejecutivo galo, azuzada por un acuerdo con Mercosur que arrastra el descontento de los agricultores comunitarios por exigir mayores estándares medioambientales y sanitarios a los productos europeos en lo que sería un acuerdo de libre comercio.
El jefe de Estado francés, Emmanuel Macron, presionado por las protestas de los agricultores en su país, se afanará en hacer hueco a este tema en el orden del día. Y lo hará de un modo que afecta precisamente al auxilio europeo a Kiev. En concreto, Macron propondrá que una parte del fondo especial de 50.000 millones con el que Bruselas quiere seguir ayudando al Gobierno de Volodimir Zelenski se replantee, y se destine al sector agrícola de la UE. El Ejecutivo europeo está dispuesto a estudiar esta posibilidad, como evidencia el hecho de que ya se baraja un encuentro informal de Ursula von der Leyen y Macron antes del Consejo propiamente dicho.