
España está a la cola en competitividad fiscal dentro de los países de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE). En concreto, según el Índice de Competitividad Fiscal Internacional (ITCI, por sus siglas en inglés) de 2023, elaborado por el centro estadounidense de política fiscal, Tax Foundation, España ocupa el puesto 31 de 38 estados analizados, mientras que, solo tomando en consideración a los miembros europeos de la OCDE, es el sexto país menos competitivo fiscalmente, ya que solo tiene por detrás a Italia, Francia, Portugal, Polonia e Islandia.
Según el análisis de este año, Estonia presenta, por décimo año consecutivo, el mejor índice fiscal de la OCDE. Un liderazgo que, apuntan en Tax Foundation, se debe, en primer lugar, a que tiene una tasa impositiva del 20% sobre los ingresos corporativos que solo se aplica a las ganancias distribuidas.
En segundo lugar, añade el informe, este país báltico tiene un impuesto fijo del 20% sobre los ingresos individuales que no se aplica sobre los ingresos por dividendos personales. Además, su impuesto a la propiedad se aplica únicamente al valor de la tierra, y no al valor de los bienes inmuebles o el capital.
Finalmente, refiere el estudio, "tiene un sistema tributario territorial que exime el 100% de las ganancias extranjeras obtenidas por corporaciones nacionales de impuestos internos, con pocas restricciones"
Si bien el sistema tributario de Estonia es el más competitivo de la OCDE, los sistemas tributarios de los otros países líderes reciben puntuaciones altas debido a la "excelencia" en una o más de las principales categorías tributarias (impuestos corporativos; impuestos sobre las rentas individuales; impuestos al consumo, impuesto a las propiedades y el tratamiento de las ganancias obtenidas en el extranjero). Por ejemplo, España ocupa el puesto 33 en impuestos corporativos; el 17 en individuales; el 19 en impuestos al consumo y el 37 en impuestos a la propiedad.
A Estonia le sigue en el ranking otra república báltica, Letonia, que recientemente adoptó el sistema estonio de impuestos corporativos, y que también tiene un sistema relativamente eficiente para gravar los ingresos laborales.
Por su parte, Nueva Zelanda aplica un impuesto sobre la renta individual relativamente fijo y de tasa baja que, además, exime en gran medida a las ganancias de capital (con una tasa máxima combinada del 39%), un IVA de base amplia, y, además, no impone impuestos sobre herencias, transferencias de propiedad y activos o finanzas, explican en Tax Foundation.
El estudio de este centro especializado en fiscalidad internacional señala igualmente a Suiza como uno de los países más competitivos fiscalmente, en tanto que presenta una tasa impositiva corporativa relativamente baja (19,7%), un consumo bajo de base amplia, y un impuesto a la renta individual que exime parcialmente de impuestos las ganancias de capital. Por su parte, Luxemburgo presenta un impuesto al consumo de base amplia y un sistema fiscal internacional competitivo.
En el otro extremo, Colombia cuenta con el sistema tributario menos competitivo, ya que aplica un impuesto a la riqueza neta, a las transacciones financieras, así como la tasa impositiva sobre la renta corporativa más alta del 35%. El informe subraya que "el IVA de Colombia cubre menos del 40% del consumo final, lo que revela lagunas tanto en materias de políticas como de aplicación".
El segundo país menos competitivo es Italia, ya que, dice el informe, "tiene múltiples impuestos a la propiedad distorsionantes" con gravámenes separados sobre transferencias de bienes raíces, herencias y transacciones financieras, y un impuesto sobre el patrimonio sobre activos seleccionados. La tasa relativamente alta del IVA, del 22%, se aplica a la quinta base impositiva de consumo más estrecha de la Unión Europea.
En Tax Foundation explican que los países que ocupan puestos bajos en competitividad fiscal a menudo imponen tasas impositivas marginales relativamente altas sobre los ingresos corporativos o tienen múltiples niveles de normas tributarias que contribuyen a la complejidad.
Los cinco países que se encuentran al final de la clasificación tienen tasas impositivas corporativas combinadas más altas que el promedio. Irlanda ocupa un lugar pobre en el ITCI a pesar de su baja tasa impositiva corporativa. Esto se debe a los altos impuestos sobre la renta personal y a los dividendos junto con una base de IVA relativamente estrecha.
Asimismo, los cinco países con la clasificación más baja tienen tasas impositivas sobre la renta corporativa inusualmente altas, entre 25,8% y 35%. Cuatro de los cinco países con la clasificación más baja tienen umbrales de impuestos sobre rentas superiores muy altos, de 13 a 21 veces el ingreso promedio.
Elevar la recaudación
El último informe sobre competitividad fiscal del Instituto de Estudios Económicos refiere que a lo largo del último lustro el Gobierno de España ha adoptado 54 medidas orientadas a elevar la recaudación por impuestos y cotizaciones sociales.
"El aumento de los ingresos tributarios ha sido tan acusado que, si comparamos 2017 con la previsión de recaudación para 2022, encontramos un repunte de 50.121 millones de euros en los caudales que fluyen a las arcas públicas. Pese a ello, España sigue teniendo el déficit primario más alto de toda la Unión Europea, puesto que la subida del gasto está siendo, incluso, más acelerada", dice el texto.
El Instituto de Estudios Económicos alerta de que España tiene un modelo fiscal cada vez menos competitivo y su puntuación resulta especialmente negativa en dos aspectos fundamentales para el crecimiento, como son la imposición aplicada a las empresas, por un lado, y los gravámenes sobre la propiedad, las herencias, el patrimonio o los activos societarios, por otro.
"Tampoco es satisfactorio el desempeño de nuestro modelo de fiscalidad personal, con un IRPF cada vez peor puntuado en el ranking. El IVA presenta un nivel intermedio de competitividad fiscal, al igual que el tratamiento de las rentas internacionales, pero las medidas recaudatorias tomadas en los últimos años también afectan a nuestra posición en ambas categorías". dice.
El IEE concluye que "si comparamos el aumento del PIB real entre 2018 y 2023, de apenas un 1%, con la subida de los ingresos públicos, cuyo peso sobre la producción económica aumenta más de 4 puntos, es evidente el grave problema que supone la presión fiscal realmente soportada por los contribuyentes".
Y añade: "No hay que olvidar que, cuando se toma en consideración el impacto del paro y de la economía sumergida, España presenta una presión fiscal superior al promedio de la OCDE y de la UE, y que, además, dicha presión fiscal va en continuo aumento". Para mejorar nuestra competitividad fiscal el IEE insta a "reformar modelo impositivo según las mejores prácticas internacionales".