
La reforma laboral abordada por Yolanda Díaz, entonces ministra de Trabajo, en conjunto con los sindicatos y los empresarios generalizó el uso del contrato indefinido fijo-discontinuo para sustituir al antiguo temporal, al de obra y servicio y reducir así la temporalidad. Sin embargo, un efecto derivado del mayor uso de esta fórmula contractual respecto a todos los firmados se está observando en la caída generalizada de la duración de todos los contratos. Esta cifra se desplomó hasta 49 días en 2022, su nivel más bajo desde 2006. Durante 2023, la tendencia entre enero y agosto apunta a una duración media de 46 días, un 5% inferior a las cifras observadas en el mismo periodo del año previo.
El dato más reciente apunta facilitado por el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) y facilitado por la Empresa de Trabajo Temporal (ETT), Eurofirms Group, apunta a una reducción media de tres días en la duración de todos los contratos. Sería una bajada no tan imponente como la de 2022, cuando este registro se desplomó desde los 55 días, aproximadamente, una variación negativa del 11,1%.
Raúl Sánchez, Country Leader de Eurofirms Group, explica a elEconomista.es que observan un "agotamiento" en el modelo contractual del fijo-discontinuo. "Estamos de acuerdo en algunos aspectos de la reforma Laboral como el modelo RED (ERTEs) o el fomento de la negociación colectiva para adaptar la normativa a los sectores empresariales y circunstancias de los trabajadores. Sin embargo, creemos que la gran parte del efecto positivo está en vías de agotamiento como el contrato fijo-discontinuo que ha menoscabado la flexibilidad en lugar de combatir la temporalidad tóxica", apunta.
Temporalidad y estabilidad
Los empresarios se mueven entre la disyuntiva de la temporalidad y la estabilidad del empleo. Las señales mixtas que muestra la reforma –teniendo en cuenta la amplia aceptación y consenso que consiguió el cambio en la legislación laboral tanto en España como en Europa– giran en torno a esta fórmula de indefinido.
En los cuatro trimestres con datos disponibles (hasta el segundo trimestre de 2023) el número de asalariados ha aumentado en 549.800. El empleo indefinido ha crecido en 1.314.100 personas, mientras que el temporal ha disminuido en 764.300. Sin embargo, la temporalidad del mercado laboral aún es elevada (17,3%), especialmente en el sector público (más del 30%), que prácticamente duplica la tasa del sector privado (13,7%).
Además, hay expertos que apuntan a que la temporalidad estructural de la economía española, por el elevado peso del trabajo estacional en los servicios, es cinco puntos superior al de otras grandes economías del euro, cuya comparación en este caso no sería homogénea.
Parcialidad y horas
También existe una parcialidad latente. El problema de las horas trabajadas que no terminan de despuntar tras la pandemia se hace evidente. En el segundo trimestre, tanto las horas trabajadas de los asalariados como la de todos los ocupados del mercado laboral superaron por primera vez el registro más elevado registrado justo antes de la pandemia, pero esta cifra se superó también con un nivel mayor de ocupados.
La tendencia tras la pandemia es la de un fenómeno en el mercado laboral en el que se tiende progresivamente a repartir el trabajo entre un mayor número de trabajadores. Bien por la flexibilidad del empleo, bien porque el mercado no es capaz de absorber y producir con más puestos y a más horas.
El número de horas trabajadas recupera el nivel previo a la pandemia, pero lo hace con más trabajadores
Según datos facilitados por Eurofirms Group a este medio, el 60% de indefinidos firmados en mayo no suman la semana laboral de 40 horas. También el 35% de toda la contratación indefinida es fija-discontinua, mientras que a tiempo completo representan menos de la mitad, el 42%.
Con todo, estas señales que ofrecen la menor duración de los contratos indefinidos, la parcialidad o el anclaje de la aun elevada temporalidad a manos de la Administración Pública podría interpretarse como una menor seguridad del término contractual indefinido.
Desde el punto de vista del empresario, apuntan a correcciones de la propia ley para ajustar la temporalidad. "El contrato indefinido fijo-discontinuo ha generalizado el poner palos en las ruedas en todos los supuestos de flexibilidad en lugar de poner el foco en combatir la temporalidad tóxica derivada en una parte de los empleadores privados y públicos, que requería de otras medidas para ser eficaz", explican fuentes empresariales a este medio.
Algunas de estas reformas podrían ir por la vía de un uso más amplio del fijo-discontinuo por parte de las firmas de trabajo temporal.
Relacionados
- Los profesores fijos discontinuos e interinos salvan el pinchazo del empleo en septiembre
- El cóctel de sobrecualificación y precariedad dispara el riesgo de la IA para el empleo en España
- La Comunidad de Madrid prepara un plan de empleo de 200 millones para colocar a los jóvenes en sectores de alto valor añadido
- La maldición de las pensiones ya afecta al empleo: las cotizaciones españolas son las terceras más altas de la eurozona