
La secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen, aterrizó ayer en Pekín, donde estará hasta el domingo 9 de julio, con el objetivo de aliviar las tensiones entre Washington y China y encontrar áreas de entendimiento en materia de comercio. Al mismo tiempo, la dirigente buscará abrir canales de comunicación en medio de una relación cada vez más turbulenta entre las dos economías mas grandes del mundo.
Poco después de tocar tierra en el gigante asiático, Yellen anunció en sus redes sociales que se iba a reunir con altos funcionarios y empresarios chinos para buscar "una sana competencia económica que beneficie a trabajadores y empresas estadounidenses y colaborar en desafíos globales".
Al mismo tiempo, las dirigente del país americano recalcó que tomarán medidas para proteger la seguridad del país "cuando sea necesario". Aún así, asume este viaje con optimismo y reiteró que "presenta una oportunidad para comunicarnos y evitar malentendidos".
Lo cierto es que Yellen ya va con el camino pisado por el secretario de Estado, Anthony Blinken, que le hizo de avanzadilla el mes pasado cuando también se reunió con altos funcionarios, entre ellos Xi Jinping.
Las relaciones entre ambas potencias están muy tensas ya que se cumplen cinco años desde que la administración Trump impuso la primera oleada de aranceles de más de 300.000 millones en bienes a China. Unas barreras que el presidente Joe Biden sigue manteniendo levantadas a pesar de las críticas de la propia Janet Yellen.
En declaraciones recogidas por Bloomberg, la jefa de Asia Pacífico de Natixis, Alicia García, asegura que las relaciones entre EE UU y China "no han mejorado", pero desde la administración Biden se han dado cuenta, igual que desde Europa, que "el grado de interdependencia económica con China es tan grande que el desacomplamiento es imposible". García recalca que "no hay salida por la puerta trasera, se necesita diálogo".
La propia secretaria del Tesoro fue muy crítica con la eficacia de los aranceles de Trump, asegurando que "contribuyen a la inflación" y sugirió en su momento que podrían reducirse. Ante esto, Biden recogió el cable hace un año, y aseguró que estaba pensando retirarlos, pero que tendría que revisar el impacto que el proteccionismo hacia China estaba teniendo en los precios finales al consumidor. Finalmente, todo quedó en nada.
Otro de los elementos que han causado tensiones entre ambas potencias fue la restricción que impuso China al acceso de la información de sus compañías y las constantes auditorías sobre las empresas chinas que cotizan en las bolsas de Estados Unidos.
Otra probable fuente de tensión es la orden ejecutiva inminente por parte de la administración Biden para frenar la inversión saliente de EE UU en China, que podría ocurrir a fines de julio y que cubriría ciertas inversiones en tecnologías sensibles, incluidos semiconductores, inteligencia artificial y computación cuántica.
Los expertos señalan que de esta reunión es posible que no salga nada importante que cambie el rumbo de las relaciones, pero la consideran importante.