
Los problemas que atraviesa la demanda interna en España ya afloran en el comportamiento del impuesto más estrechamente ligado con el consumo y la inversión: el IVA. De acuerdo con el último informe de recaudación mensual de la Agencia Tributaria, actualizado a mayo de 2023, este impuesto indirecto ha visto cómo se reducía su aportación a las arcas del Estado casi un 3,8% con respecto al mismo mes de 2022.
Se trata de un deterioro que choca frontalmente con el buen comportamiento que el IVA mostraba en lo que llevamos en este ejercicio. En concreto, su recaudación aún crecía un 3% interanual en abril y esa tasa era todavía más vigorosa en lo que respecta a meses previos, como marzo (con un 6,5%) y especialmente febrero, con un avance de dos dígitos superior al 10%.
En enero hubo también un descenso pero mucho más moderado, 1,5%, y corregido con creces en el mes posterior.
La impresión de que lo ocurrido en mayo con el IVA no es solamente un traspié coyuntural se afianza considerando su comportamiento desde otro punto de vista estadístico: la evolución en el acumulado del año. Es cierto que los ingresos derivados de este impuesto todavía crecen entre enero y mayo de 2023 con respecto al mismo periodo de 2022.
Notable desaceleración
Ahora bien, lo hacen a una tasa del 4,8%, notablemente desacelerada con respecto al avance del 5,9% registrado desde inicio de año hasta abril y todavía más lejos del crecimiento del 7,2 y el 7,3% de los periodos enero-marzo y enero-febrero, respectivamente.
Los expertos de la Agencia Tributaria consideran en su informe que, en el descenso de la recaudación por IVA de mayo, influye la reducción de los gravámenes que se aplican desde enero pasado a determinados alimentos básicos y ahora prorrogado hasta final de año.
Ahora bien, los inspectores de Hacienda consultados por elEconomista.es recuerdan que el alcance de esa reducción es, en su actual diseño, "bastante limitado" y apuntan a un debilitamiento en la inversión y el consumo de familias y empresas como un factor que en estos momentos aflora con especial fuerza.
Su diagnóstico coincide con lo reflejado por los datos más recientes de Contabilidad Nacional, relativos al primer trimestre de este ejercicio. En la estadística del INE, pese a reflejarse un avance notable del PIB del 0,6% intertrimestral, el consumo interno muestra una preocupante anemia. De hecho, son fuerzas externas como la mayor demanda de exportaciones españoles las que actúan ahora como motor de la economía en su conjunto.
Y esa nueva configuración del crecimiento tiene su reflejo directo en las cifras de recaudación tributaria. Las ventas al exterior tienen derecho a deducirse el IVA mientras que la inversión y el consumo internos son los grandes manantiales de los que se nutre el Impuesto sobre el Valor Añadido.
Qué ocurre en Sociedades
Sin llegar a la debilidad que sufre este último tributo, hay otras figuras impositivas que también se muestran renqueantes dentro del informe de la Agencia Tributaria relativo al pasado mayo. Es el caso, dentro del apartado de los gravámenes directos, del Impuesto de Sociedades, cuya recaudación es notablemente inferior este año a los niveles que se lograban hace un año.
En concreto, Sociedades recaudó entre enero y mayo de 2022 mas de 5.000 millones de euros. En el presente ejercicio, esa cifra esa cifra no llega a los 2.500 millones.
En este caso, los inspectores ponen de manifiesto que se ha producido un hecho inusual. En 2023, se ha acumulado un elevado volumen de devoluciones pendientes, muchas de ellas provenientes del ejercicio 2021. La circunstancia de que se hayan hecho efectivos los pagos explica el recorte de recaudación que presenta Sociedades en los cinco primeros meses de este año.
En lo que concierne a los impuestos especiales, se detectan igualmente retrocesos, como el 29% menos del tributo que grava la electricidad.
La caída es del 6,4% dentro de la rúbrica de las tasas al alcohol y ronda el 4% en lo que se refiere a las labores del tabaco, de acuerdo con los datos más actualizados de Hacienda.
El IRPF todavía saca músculo
El Impuesto sobre la Renta es el que continúa dando las mayores alegrías a Hacienda, al menos en términos de fortaleza de recaudación. El IRPF se mostró blindado ante un hecho tan excepcional como fue la pandemia del coronavirus iniciada en 2020. Tampoco se inmuta ahora ante la crisis inflacionista iniciada con la invasión de Ucrania.
Lo evidencian los más de 46.000 millones que lleva acumulados entre los pasados meses de enero y mayo, una cifra que supone un avance del 12% en relación al mismo periodo de 2022.
En un solo mes, mayo de 2023, el IRPF es todavía capaz de nutrir las arcas del Estado con casi 4.500 millones, según informa la Agencia Tributaria, un 8,5% más que hace un año.
Sin duda, todos los fiscalistas consultados coinciden en que, detrás de esta buena salud recaudatoria, a prueba de todas las crisis, se encuentra una importante asignatura pendiente. En concreto, se trata de la falta de actualización de los tipos que se aplican sobre la renta de los ciudadanos.
Solo a escala autonómica
Esta política se está llevando a escala exclusivamente autonómica, como reiteró el mes pasado, la recién reelegida presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Para nada parecido se ha llevado en el nivel estatal de la Administración, pese a las presiones recibidas cuando el IPC superó en la segunda mitad del año pasado el 10% en su escala interanual.
Ahora el índice de precios muestra una marcada moderación, a escala española y europea, lo que no impide que la deflactación de tipos se sitúe en la vanguardia del debate político ante las elecciones generales del 23-J. Esa reforma constituye uno de los capítulos medulares del programa que el Partido Popular presentó el pasado martes. No obstante, los populares no pretenden abordar la deflactación de modo generalizado, sino de un modo focalizado en las clases medias y bajas, situando el límite en los 40.000 euros de ingresos anuales. El PSOE presenta su programa el viernes, pero no se esperan novedades en este sentido.
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