Economía

La explicación al infructuoso chorreo de millones en Asia para incentivar la natalidad

  • Los nacimientos están de capa caída pese a los esfuerzos económicos
  • La desigualdad y la imposibilidad de conciliar contrarrestan las medidas
  • El plan b va de la tecnologías hasta al aumento de la fuerza laboral con extranjera
Foto: iStock

La caída de la natalidad es un problema prioritario para las principales economías asiáticas. Singapur, Japón, Corea del Sur y China han invertido cientos de miles de millones en políticas para tratar de revertir una tendencia a la baja que compromete el futuro aunque por el momento los resultados no se corresponden con los esfuerzos.

Casi todas las propuestas se enfocan en lo mismo: ayuda económicas tras el nacimiento, para la educación o guarderías, incentivos fiscales, aumento de los permisos de paternidad... Lo que no está tan claro es el coste que tienen para los países las medidas destinadas a animar a las parejas a tener hijos.

Hace unas semanas, el presidente de Corea del Sur, Yoon Suk-yeol, puso cifra a lo gastado en los últimos 16 años para aumentar la población: más de 200.000 millones de dólares. ¿Y ha servido para algo? Pues a tenor de los datos del año pasado, no. En 2022 el país anotó una tasa de fertilidad de 0,78 bebés por mujer, su mínimo histórico y, de nuevo, la cifra más baja del mundo.

Los datos de los nacimientos en Japón también son preocupantes. El año pasado se registró un mínimo histórico con 800.000. Tras conocerse la cifra, el primer ministro, Fumio Kishida, se comprometió a duplicar el presupuesto de casi 75.000 millones de dólares para políticas relacionadas con la infancia. Sin embargo, el propio Ministerio de Finanzas de Japón, la economía desarrollada más endeudada del mundo, ha publicado un estudio en el que reconoce que estas políticas han sido un fracaso.

La visión es compartida desde la ONU. "Sabemos por la historia que los tipos de políticas que llamamos ingeniería demográfica en las que intentan incentivar a las mujeres a tener más bebés simplemente no funcionan", ha reconocido recientemente en declaraciones a la BBC, Alanna Armitage, miembro del Fondo de Población de las Naciones Unidas.

La cultura de género, tras el fracaso de las medidas de natalidad

Pero, ¿por qué no funcionan? La respuesta requiere entender por qué las mujeres no quieren tener hijos en esos países. Armitage apunta a la ausencia de conciliación profesional y familiar para ellas. O independencia económica o ser madre. Compaginar la vida laboral y la familiar es más complicado en Asia que en los países occidentales, donde suele haber sistemas de acompañamiento más completos para cubrir las necesidades durante la crianza de los hijos y donde la igualdad de género es ya una objetivo real perseguido.

Según datos del Foro Económico Mundial, los países asiáticos obtienen una clasificación más baja en materia de brecha de género: la región Asia-Pacífico necesitará 168 años para cerrar su brecha general de género.

Quitar las ayudas tampoco parece ser la solución. Si con ellas las tasas bajan, sin ellas se desplomarían, apuntan los expertos. Lo que sí parece que están haciendo algunos países es apostar por políticas paralelas que preparen el terreno ante la imparable caída de la población.

China, por ejemplo, ha aumentado su inversión en tecnología e innovación que puedan compensar la disminución de la fuerza laboral. En Japón y Corea del Sur se apuesta cada vez más por atraer a trabajadores jóvenes del extranjero para reforzar su mercado de trabajo.

Carrera contracorriente el tic-tac demográfico

El último informe de Naciones Unidas sobre políticas de población, de 2021, indicó que el número de países que buscan aumentar la fertilidad se ha triplicado desde 1976 ante el riesgo que una población envejecida supone para las economías (menos fuerza en el mercado laboral, menores ingresos fiscales, menos capacidad para sustentar a la población mayor...). 

La bomba demográfica que amenaza a muchos países asiáticos no da tregua. En Japón casi el 30% de la población tiene más de 65 años. En China, que con una tasa de natalidad de 1,18 hijos acaba de ver cómo su población se reduce por primera vez en seis décadas pese al cambio drástico en su política de fertilidad, se espera que el 37% de la población tenga más de 65 años en 2050.

Y todo en contraste con la evolución de otros gigantes asiáticos, como India, que acaba de superar al gigante oriental en población y cuanta con más de una cuarta parte de los habitantes con entre 10 y 20 años. Todo un potencial para el crecimiento.

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