Economía

El FMI abre la Caja de Pandora de los rescates: cambia las reglas del juego en plena cascada de defaults

  • Exige a Ghana una reestructuración de su deuda interna para dar su ayuda
  • Es novedoso que el FMI imponga esta condición a un país cerca del 'default'
  • La actitud de China está dificultando más procesos como este en otros países
Ciudadanos de Cape Coast (Ghana), en un mercado local. Foto: Dreamstime

El Fondo Monetario Internacional (FMI) está cambiando las reglas de los rescates en plena cascada de impagos soberanos. El programa de ayuda a Ghana es buena muestra de ello. El FMI se ha mostrado dispuesto a prestar los 3.000 millones de dólares que el Gobierno de Ghana necesita para mantenerse a flote. Sin embargo, el organismo ha ido esta vez un poco más allá para aprobar este paquete de ayudas. Los funcionarios del instituto monetario han puesto como condición al país africano una reestructuración de su deuda interna, aplicando quitas a los inversores nacionales, bancos, fondos de pensiones, etc. Si Ghana quiere mantener el acceso a la financiación exterior, tendrá que hacer sacrificios en el interior también.

Según revelan desde el Financial Times, esta condición fue sorprendente y novedosa, mientras que los analistas ya vaticinan que cambiará el paradigma que ha reinado en los programas de ayuda para siempre. El FMI recomendó a Accra (capital de Ghana) que, antes de pedirle que aprobase el paquete de apoyo, abordase primero los problemas con su deuda interna.

Cuando Ghana dejó de pagar sus deudas en 2022 y llegó a un acuerdo preliminar sobre un programa de rescate con el FMI de 3.000 millones en diciembre del año pasado, el organismo con sede en Washington impuso una serie de condiciones (que ya son habituales en cada paquete de rescate) para mejorar la competitividad del país africano, reducir sus desequilibrios fiscales y mejorar la estabilidad de precios. Sin embargo, entre las condiciones se coló esa dolorosa petición que afecatará a empresas, inversores y la propia banca de Ghana.

La deuda interna no ha sido históricamente un problema para los gobiernos con dificultades, puesto que esa deuda suele estar emitida en la moneda nacional, lo que permite a estos países 'repagarla' a través de la emisión de nueva moneda, una práctica que genera inflación y desequilibrios, pero no un impago directo de la misma. Normalmente, los dueños de esta deuda doméstica son los bancos locales, los fondos de pensiones del país y las compañías de seguros. Pocos o ningún inversor extranjero se atreve a comprar deuda emitida en divisas de países considerados como frágiles o poco desarrollados.

"Esto ha abierto 'la caja de Pandora', en Ghana y en otros lugares", asegura Thys Louw, gerente de cartera de deuda de mercados emergentes de la compañía de inversiones Ninety One. "Cada reestructuración va a tener este problema pendiente". Cuando los gobiernos tienen problemas para hacer frente al servicio de la deuda se enfrentan a una dura elección: impagar la deuda externa, la interna o ambas. Normalmente optan por lo primero, puesto que el impago de la deuda externa perjudica a agentes extranjeros y tiene un coste interno (en términos políticos) inferior. Aunque la financiación externa se seca durante un tiempo, como se ha podido ver a lo largo de las últimas décadas, los mercados vuelven a prestar dinero a estos países pese a los sucesivos impagos.

Sin embargo, llevar las pérdidas hacia los acreedores nacionales genera el riesgo de acabar con los bancos locales, los fondos de pensiones, las compañías de seguros... generar una crisis interna importante con un coste política y económico incluso mayor. El coste para los contribuyentes de recapitalizar el sector bancario, por ejemplo, puede ser muy duro.

"Una reestructuración de la deuda interna afectaría significativamente a los bancos locales, dada su elevada exposición a los títulos del Estado. También afectaría directamente a los colchones de capital de los bancos, lo que probablemente desencadenaría una inestabilidad financiera significativa y haría necesario el apoyo del gobierno para los bancos de importancia sistémica. La resistencia del sector a una reestructuración de la deuda interna se ve limitada por sus niveles de deterioro, ya muy elevados. La ralentización prevista de la economía limitará aún más la capacidad de servicio de la deuda de los prestatarios", alertaba ya a finales del año pasado Ronel Oberholzer, economista de S&P Global Market Intelligence, en un informe.

Según el experto de S&P, una reestructuración de la deuda interna también podría elevar los costes de financiación de los bancos. "Las rebajas de la calificación de riesgo soberano de Ghana por parte de las principales agencias de calificación ya están incrementando los costes de financiación de los bancos del país. A medida que los inversores asimilen el aumento del riesgo y se retiren las inversiones extranjeras, esto se traducirá en un aumento de los costes de los préstamos tanto para el Gobierno (debido a su dependencia de los bancos para la financiación) como para los consumidores, lo que ejercerá presión sobre la concesión de préstamos", se hacía eco.

Joe Delvaux, gerente de cartera de deuda en dificultades de mercados emergentes de Amundi, explicaba al FT que "si solo reestructura la deuda externa en Ghana, eso no será suficiente para regresar al camino hacia la sostenibilidad de la deuda". A finales del siglo XX, cuando los mercados emergentes sufrieron dos décadas de crisis de deuda casi continuas, la deuda interna apenas era un problema. Además, la falta de desarrollo de estos mercados internos hacía que la deuda doméstica fuera un grano de arena en una montaña.

Ahora, el FMI ha cambiado su modus operandi para poner también el foco en la deuda doméstica. Parece que Ghana a aceptado esta condición y va a recibir la ayuda que pide. Ghana ha tomado las duras decisiones económicas necesarias para ganarse el paquete de rescate del FMI, una vez que los acreedores bilaterales (como China) firmen las garantías, aseguró recientemente el director del Departamento de África de la institución, Abebe Selassie.

El gobierno ha incrementado los impuestos y ha impuesto severas pérdidas a los inversores nacionales. Ghana ha "realizado todas las acciones previas que se esperaban de ellos para el programa", aseguraba Selassie en una entrevista. "Han hecho un ejercicio de reestructuración de la deuda interna muy, muy difícil. El país ahora necesita obtener los recursos necesarios para respaldar sus reservas de divisas".

Lo ocurrido con Ghana sirve de ejemplo de cómo puede cambiar la situación de un país en poco tiempo en lo relativo a su deuda. Sirva este dato: la deuda pública de Ghana se ha multiplicado casi por cuatro, pasando de alrededor del 20% del PIB en 2006 al 78,3% en junio de 2022. Ni siquiera las buenas perspectivas de la economía son suficientes: si bien los sólidos mercados mundiales de materias primas significan que se espera que la economía de Ghana crezca un respetable 6 % este año, la amenaza de otro déficit fiscal de dos dígitos es una carga demasiado pesada.

"Ghana es una historia reveladora de lo rápido que pueden cambiar las cosas: siempre fue un favorito de los inversores", decía en enero a Reuters Lutz Roehmeyer de Capitulum Asset Management, señalando que, en ese momento, muchos de los bonos en dólares de Ghana con vencimiento en 2026 y más allá rendían hasta un 15%, ahogando acceso a los mercados internacionales de capital. "Si tienes estos altos tipos de interés, la deuda pública simplemente no es sostenible, la carga es tan alta que la deuda está destinada a explotar".

Cascada de defaults

La cuestión es que este cambio llega en un momento de gran tensión en los mercados emergentes y otras regiones. Ha habido 14 eventos de default desde 2020 en nueve países diferentes, lo que supone un aumento marcado en comparación con 19 incumplimientos en 13 países diferentes entre 2000 y 2019, según Fitch Ratings. Ahora mismo hay cinco soberanos calificados por Fitch como default y son los siguientes: Bielorrusia, Líbano, Ghana, Sri Lanka y Zambia. Además, Fitch califica a ocho soberanos en 'CCC+' o menos, y otros nueve en 'B-'. La tasa de default media acumulada de cinco años entre 1995 y 2021 para los soberanos calificados de 'C' a 'CCC+' por Fitch fue del 40,6%.

Por otro lado, los incumplimientos soberanos en 2020-2022 han tardado en resolverse más que la media, aunque constituyen un tamaño de muestra limitado. La mediana de la duración de los incumplimientos para los soberanos calificados por Fitch desde 2020 es de 107 días (mientras que cinco de ellos no están subsanados todavía) en comparación con los 35 días para todos los incumplimientos desde 2000. Las reestructuraciones lentas no sirven a los intereses de los deudores ni de los acreedores y aumentan el coste de financiación, según la propia Fitch. 

El papel de china

Volviendo a Ghana, ahora se espera que los prestamistas bilaterales, incluida China, sustancien las negociaciones formales con Ghana. El primer punto sobre la mesa es el compromiso por escrito de proporcionar ayuda a la nación de África Occidental, allanando así el camino para el préstamo del FMI. Las conversaciones se celebran dentro del llamado Marco Común del G-20, que amplía el Club de París de acreedores soberanos para incluir a China y otras naciones. Algo menos de un tercio de la deuda bilateral de Ghana, 1.900 millones de dólares, se debe a China. Es sólo una fracción de los 575.700 millones de cedis (50.000 millones de dólares) de deuda pública del país a finales de noviembre.

El por qué China se está conviertiendo en un escollo en estos procesos es otro punto de interés. El gigante asiático, el mayor acreedor bilateral de los mercados emergentes, debe estar dispuesta a aceptar un nuevo proceso de renegociación de los préstamos a los países más endeudados, declaró hace pocos días el Presidente del Banco Mundial, David Malpass.

Funcionarios de la segunda economía más grande del mundo participaron la semana pasada en Washington en unas conversaciones encaminadas a poner fin al punto muerto en que se encuentran las principales naciones acreedoras sobre cómo renegociar la deuda de los países más pobres. Malpass, copresidente de la Mesa Redonda Mundial sobre Deuda Soberana, afirmó que, aunque se produjeron algunos avances y Pekín suavizó su postura, aún queda mucho por hacer. "China tiene que estar dispuesta a aprobar la estructura de la reestructuración", dijo en una entrevista en Bloomberg Television.

En los últimos años, China se ha convertido en una de las principales fuentes de capital para las economías en mayores dificultades, lo que ha contribuido a ampliar su influencia mundial. Pero eso significa ahora que China tiene un papel importante que desempeñar en la reestructuración de los países deudores: esencialmente, tiene que aceptar asumir algunas pérdidas en los préstamos que algunos de estos países ya no son capaces de pagar.

El G-20 creó el Marco Común a finales de 2020. La idea era sentar a la mesa a acreedores más recientes y otros con menos experiencia, como China, con el grupo tradicional de naciones acreedoras -el Club de París- para negociar planes de reestructuración con los morosos. Normalmente, estas negociaciones consisten en condonar una cantidad de deuda suficiente para que un país pueda volver a ponerse en pie, compartiendo todos los acreedores la carga de las pérdidas. Pero el Marco Común ha tropezado con dificultades hasta ahora, en parte debido a la posición de China.

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Comentarios 3

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Toñín
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Si llegan a pedirle esto a Grecia en el 2015, revienta todo el sistema financiero global.

Ya pueden empezar a acojonarse todos aquellos que tiene un fondo de pensiones privado .... en Ghana ... o en cualquier país que vaya a tener que llamar a la ventanilla del FMI en el futuro, inmediato o no tan inmediato.

¿Recuerdan quienes componían la troika, verdad? ;-)

Puntuación 7
#1
Frederic
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He leido, la gran cascada???? Manda huewwoosss!!!

Puntuación 1
#2
coge el dinero y corre
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Vamos en cascada, salvemonos si podemos, que el fondo de defunciones no va a poder con tanto muerto....

Puntuación 2
#3