David Bach, profesor y experto en Estrategia y Economía Política, aporta algo de sosiego al rally de acontecimientos ocurridos durante los los últimos años. Reconoce que mundo ha despertado a la fuerza, y que las empresas y gobiernos han tenido que volver a aprender a imaginar un futuro mucho más volátil de lo que estaban acostumbrados. Aplaude el papel de los bancos centrales frente a la crisis de la inflación y recuerda que hasta Xi Jinping es preso de la realidad socio económica china.
¿Qué conexiones hay entre la guerra de Ucrania y la batalla comercial entre EEUU y China?
El conflicto entre EEUU y China es algo que se estaba desarrollando por lo menos desde 2014, en la ultima parte de la administración de Obama. En ese momento se dieron cuenta que Xi Jinping era algo diferente a sus antecesores, que iba a ser mucho más autoritario que los demás y que el proceso de apertura iniciado no iba a continuar de la misma manera. Fue entonces, cuando empieza a cambiar la política estadounidense. Con lo ocurrido en Ucrania, todo el mundo despertó y se dio cuenta que las guerras tradicionales todavía existen, y eso resucitó el temor a que esto se repita en Taiwán.
¿Cuáles serían las consecuencias del estallido de una guerra entre China y Taiwán?
La mayoría de los ejecutivos con los que hablamos reconocen que la guerra en Ucrania ha tenido un fuerte impacto sobre sus negocios por su exposición en Rusia. Sin embargo, un conflicto entre China y Taiwán sería de una magnitud muchísimo más grande. La importancia de China en comparación con Rusia es mucho más elevada para occidente. La dependencia de semiconductores es mucho mayor a la que Europa mantenía del gas ruso. El impacto en la economía mundial sería diez veces mayor que lo que hemos vivido hasta ahora con la guerra en Ucrania.
¿Qué lecciones que ha aprendido Europa de la guerra en Ucrania?
Tanto políticos como empresarios se ha dado cuenta que las guerras tradicionales o las invasiones no son algo que estudiáramos en los libros de historia, sino algo que puede ocurrir. Por eso han aprendido a estar más abiertos a la posibilidad de que esto se vuelva a repetir. Ahora mismo en los consejos de administración se está planteando qué hacer si estalla un conflicto en Taiwán.
La gran incógnita es China, ¿qué papel cree que va tomar en su vuelta al tablero?
Xi Jinping está más fuerte que nunca y parece decidido a reunificar Taiwán, pero a la vez es consciente de la necesidad de conseguir de estabilidad doméstica. El cambio de la política-covid ha sido fascinante. Los medios chinos llevan dos años y medio defendiendo los férreos confinamientos y criticando la política abierta de Europa. Sin embargo, se produjeron protestas intensas que llevaron al Ejecutivo a cambiarlo todo. Muchas veces pensamos que, como China no es una democracia, el gobierno puede hacer lo que quiera y no es así. El principal objetivo del Partido Comunista chino es mantener su poder, y para conseguirlo tienen que mantener su legitimidad y esto les hace sensibles a la opinión pública.
David Bach, durante su entrevista con elEconomista.es
¿Y cómo valora su papel en la guerra en Ucrania?

Está haciendo una política opuesta a EEUU, con un interés en debilitar el orden internacional y por lo tanto está apoyando política y económicamente a Rusia, pero China podría hacer mucho más. Podría enviar armamento o tropas y no lo esta haciendo porque no quiere acabar bajo sanciones. Están intentando balancear sus intereses nacionales y mantener su crecimiento económico. No nos equivoquemos. China no puede hacer lo que le de la gana.
Pero, ¿tiene la llave para poner punto y final a la guerra en Ucrania?
No, pero la podría hacer más corta. Las sanciones de occidente, lo que sostiene la economía rusa es la posibilidad de seguir haciendo negocio con la India y China. Si estos dos países dejaran de ser socios económicos de Moscú, eso acabaría con Rusia. Pero estoy seguro de que esto no va a pasar.
¿Cómo valora el papel de Christine Lagarde frente a la crisis de la inflación?
El BCE ha conseguido explicar a todos los actores económicos (empresas, sindicatos y gobierno) que la única manera de acabar con la inflación pasa por subir los tipos de interés y parece que lo están consiguiendo. Evidentemente, no quiere generar una recesión, pero no ha dudado en endurecer la política monetaria. Los mercados necesitaban creer que los bancos centrales tenían la capacidad de seguir subiendo los tipos si era necesario porque eso es lo que afecta a la expectativa inflacionista.
¿El sistema financiera europeo está preparado para afrontar esa tensión?
Se han producido muchísimos cambios desde 2008 en cuanto a regulación financiera y control de riesgos. Estamos mucho mejor que en la anterior crisis. No tenemos nada parecido. Lo que si está pasando es que algunos bancos se están viendo muy afectados por los incrementos de los tipos de interés. Es el caso de Silicon Valley Bank (SVB) o Credit Suisse que lleva encadenando crisis internas durante años. Pero no vemos un efecto contagio similar al ocurrido en 2008.
¿La rivalidad entre China y Estados Unidos va a marcar los próximos años?
Sin duda. Estamos entrando en una larga época de competición entre Estados Unidos y China. Competición en cuanto a progreso tecnológico y también en cuanto a aliados. Están ocurriendo episodios similares a los que tuvieron lugar durante la guerra fría, pero a la vez Estados Unidos y la URSS no tenían relación entre ellos. Esto no ocurre entre Estados Unidos y China, que están muy conectados por las cadenas de suministro o por su propias inversiones. Vamos a vivir una competición entre estos dos gigantes, pero a la vez se mantendrá una interdependencia entre ellos. Y no tiene por que ser algo negativo. Ambos países están invirtiendo mucho para liderar las energía verdes, por ejemplo, y eso puede derivar en el desarrollo de nuevas tecnologías. Esa competición entre bloques va a ser lo que va a definir los próximos años.
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