
El inicio de año ha marcado un punto de inflexión para el horizonte del crecimiento económico a nivel global. Desde el 1 de enero, el consenso del mercado ha mejorado 0,3 puntos las previsiones del Producto Interior Bruto (PIB) de las principales economías desarrolladas que componen el G20, hasta el 2,1%, con la esperanza de que China será quien vuelva a empujar el avance económico mundial pese a que la inflación se coloque en el 5,1%, lejos del objetivo del 2% que vigilan los bancos centrales, según datos de Bloomberg.
Este cambio de tendencia en el PIB se produce una vez las previsiones tocaron fondo el último día del año, con el peor dato observado, y tras un otoño en el que el término recesión fue objeto de preocupación para los principales analistas. En primer plano aun se mantiene el gran reto de la inflación que aún acecha a las economías desarrolladas tras un año negro récord: el IPC medio esperado en el G20 es del 5,1%. En Europa los futuros del precio del gas natural que mide el indicador referencia del Dutch TTF Natural Gas asoman el ocaso de la crisis de precios en la energía y una mejora en la perspectiva de la actividad económica también en la zona euro. Este indicador ronda los 50 euros/MWh, más bajo en comparativa con el nivel previo a la guerra, y también el nivel más bajo en prácticamente año y medio.
Con Estados Unidos creciendo un 0,7% durante 2023, la gran sorpresa es China. En diciembre ya mostraba signos de empuje, y en este arranque de año en el que casi se consumen dos tercios del primer trimestre mejora 0,4 puntos se crecimiento esperado para este 2023, hasta el 5,2%, según recoge Bloomberg. Antes del cierre de año, tanto la OCDE como los expertos de Bloomberg apuntaban al factor del gigante asiático como la llave para evitar la recesión, y ahora tienen más razones de peso que respaldan una reactivación económica que será más notable a partir de verano.
La economía global está tocada, como así lo está China. El crecimiento previsto para el gigante asiático este año, pese a la progresiva reapertura, es relativamente bajo si se observan los registros de la pasada década. Tal y como informó elEconomista.es en diciembre, entre 2011 y 2021 la economía del país asiático crecía en torno al 7% de media e incluso en 2010 el PIB llegó a expandirse un 10,6%. El investigador principal del Real Instituto El Cano, profesor de la Universidad Autónoma de Madrid y experto en Asia, Mario Esteban, certifica que la economía China "aun ralentizada" va a seguir siendo el motor del PIB mundial.
Para dejar atrás la peor tasa de crecimiento en casi medio siglo, China reunió esta misma semana a su gabinete económico. El primer ministro Li Keqiang, declaró ante los medios que la economía china se está estabilizando y mejorando, pero aún se enfrenta a muchos retos. China tomará medidas para mejorar las expectativas del mercado y consolidar el impulso del crecimiento económico, y todavía hay margen para que los recortes de impuestos y tasas surtan efecto, avanzó Li.
El levantamiento en diciembre por parte de Pekín de las estrictas medidas contra el COVID ha impulsado una tímida reactivación económica este año. Los mercados anticipan cambios en el gobierno, especialmente en el equipo económico, y objetivos económicos para 2023 durante la sesión anual del Parlamento que comienza a principios de marzo.
"Creemos que el 5% seguirá siendo el objetivo de crecimiento para este año, aunque en la práctica el 5% quizá se interprete ahora como un mínimo", apuntan desde J.P. Morgan en una nota de análisis que recoge Reuters, lo que indica que actualmente las previsiones se mueven en un tono aparentemente conservador, además de optimista.
"Todavía a día de hoy los márgenes de error de las previsiones son elevados, pero después del verano es cuando más se notará la reactivación", explica a este medio el economista Javier Santacruz. De esta recuperación asiática, explican de BBVA Research, se explicará una parte aún incierta de la competitividad a nivel global por su impacto en el gas licuado, esencialmente.
Europa salva la recesión
En el viejo continente, la gran noticia es el impulso de Alemania. La locomotora europea mejora sus perspectivas de crecimiento 0,6 décimas en este arranque de año al calor de los menores costes energéticos que impulsarían su actividad. Un avance que dejaría a Alemania con un crecimiento previsto del 0% este año, debido a su mayor exposición al conflicto en el este de Europa. España, por su parte, crecería un 1,1% en 2023, tras mejorar 0,15 puntos porcentuales en este arranque de año.
De esta forma, la Unión Europea (UE) disipa también los temores de recesión. Pero lo hará registrando un leve avance del 0,4%, muy pendiente de la reactivación de la actividad fabril una vez se disipa la presión del gas. Como apunta Santacruz, la estabilización de los mercados principales industriales y energéticos es clave en el desempeño ya no solo de las economías europeas, también del conjunto de economías desarrolladas.
Reactivación industrial
Estos efectos, que se han empezado a notar en los últimos meses con la estabilización de los precios en los productos energéticos, se suman a la reapertura del gigante asiático, que da señales de controlar la situación sanitaria en su territorio, que funciona de motor del mercado de materias primas a nivel mundial. Según los datos de Bloomberg, se espera que la evolución de los precios en China no afecte demasiado y se mueva entre el 2,3% y el 2,2% hasta 2025. Una situación que no va a hacer más que favorecer la posición de Pekín como motor económico global este año.
En Europa está previsto que la inflación se mantenga por encima del 6% en 2023, lejos de otras grandes potencias, a UE. Sería en 2024 cuando comience a acercarse a los dos gigantes, con una inflación media esperada del 2,7%. Un año que se prevé de transición hacia una mayor reactivación de la industria.
La evolución del TTF desde el inicio de año hasta el 23 de febrero indica una reducción de 28,6 euros/MWh, con previsión de que los precios se mantengan estables en torno a los 50,78 euros/MWh en el que se encuentra actualmente.
Esta es una gran noticia para la reactivación de países industriales, como el caso de Alemania, que, a pesar de la inflación, ve como su economía recupera competitividad después de que el índice Dutch TTF Natural Gas Futures llegara a máximos a finales de agosto de 2022, alcanzando los 338,4 euros/ MWh. Un desplome del 85% en los últimos 6 meses.
Del mismo modo, la cantidad de materia prima almacenada se ha estabilizado después de meses de incertidumbre en las fábricas, después de las dificultades para hacerse con ellas durante el último semestre.
Para Javier Santacruz, la mejora de la situación se debe al "aprovisionamiento acelerado entre los meses de verano y octubre de gas y petróleo en Europa asegura una mayor estabilidad de precios de la energía, incluso una cierta tendencia a la baja pero muy moderada. Los cuellos de botella que se produjeron en las cadenas globales de suministro después del confinamiento del pasado 2020 ya se han resuelto, los almacenes de materias primas se están restableciendo y esto ayuda a que se relajen las tensiones en los precios".
Estados Unidos se ancla a la segunda posición de la tasa de inflación prevista sin poder seguir el ritmo del país asiático, al que no se acercaría en precios hasta 2025, con una tasa del 2,35%. Hasta entonces, las previsiones apuntan a que este ejercicio cerrarán con una media del 4% y 2024 cerca de China con un 2,5%.