Economía

El indicador clave que revela que España nunca ha llegado a recuperarse de la crisis de 2008

  • El consumo individual es un indicador más depurado que la renta per cápita
  • Analiza el consumo de bienes y servicios de todos los individuos de una economía
  • Aunque el PIB es mayor que en 2007, el consumo individual sigue un 25% por debajo
Una pescadería en España. Foto de iStock

Cuando se analiza la economía y el bienestar de sus ciudadanos se tiende a mirar al producto interior bruto o PIB. Este indicador contabiliza (en términos monetarios) todos los bienes y servicios que produce una economía en un periodo de tiempo determinado (normalmente un año). Sin embargo, este indicador deja mucho que desear a la hora de analizar el bienestar real de la población. Un indicador mucho más válido, según la agencia de estadística de la Comisión Europea (Eurostat) es el consumo individual efectivo per cápita. Este indicador tocó techo en España en 2007 y, tras varias crisis de por medio, no ha vuelto a acercarse ni de lejos a los niveles de entonces, lo que revela que los españoles no han vuelto a disfrutar de unos estándares de vida similares a los de 2007.

El consumo individual incluye todas las partidas recogidas en la Encuesta de Presupuestos Familiares del INE, que abarca desde bebida y alimentación, ropa y calzado, vivienda, agua, electricidad, hasta gastos en transporte, ocio, educación o salud y otros bienes y servicios.

Por qué importa el consumo individual

Desde Eurostat explican que "el consumo individual real consiste en los bienes y servicios consumidos efectivamente por individuos... Aunque el PIB per cápita suele utilizarse como un indicador del nivel de bienestar de los países, no es necesariamente un indicador adecuado del nivel de vida real de los hogares. Para este propósito, es mejor utilizar el indicador del consumo individual efectivo (CIE) per cápita".

En la renta per cápita hay mucho 'ruido' estadístico, puesto que sale de repartir el PIB agregado (además de los salarios, también incluye los beneficios de las empresas o la inversión en la economía) entre la población total. Sin embargo, el consumo individual está basado, valga la redundancia, en lo que consumen los individuos, que a la postre es lo que genera bienestar dentro de los cánones actuales y del modelo de sociedad (democracia liberal y capitalismo) que hemos elegido.

Este suele considerarse como el indicador más acertado para las comparaciones internacionales de volumen, ya que no se ve influido por el hecho de que la organización de algunos servicios importantes consumidos por los hogares, como los servicios de salud y de educación, que difieren mucho entre países.

Un 25% por debajo de 2007

El consumo individual sigue siendo un 25% inferior al de 2007, pese a que se ha recuperado de la caída sufrida por el impacto de la Covid-19 al crecer un 3,5% en 2021, según se desprende de un informe elaborado por la Fundación BBVA.

De acuerdo con el estudio publicado por los economistas de la Fundación BBVA, el consumo individual cayó en 2020 hasta los 16.500 euros anuales, un 10,1% menos que el año anterior. Aunque la recuperación ha sido rápida y en 2021 el consumo alcanzó los 17.100 euros, un 3,5% más, todavía se está lejos del máximo de 22.800 euros de 2007.

Según explica Fundación BBVA, la Gran Recesión ya tuvo un fuerte impacto sobre el consumo individual logrado a principios de siglo, que cayó un 24,7% desde esa cifra máxima de 2007 hasta los 17.200 de 2014. Según el informe, la caída fue aún más acentuada en los hogares con más miembros, entre los que se encuentran aquellos con hijos dependientes, cuyo consumo se contrajo un 25,9%.

Además, el estudio indica que la larga duración de ese periodo de crisis financiera trajo como consecuencia un incremento de la desigualdad en la distribución del consumo individual, que no ha registrado ninguna mejora, ni siquiera en el periodo de recuperación, entre 2014 y 2019.

La desigualdad se incrementa, en ocasiones, durante los periodos expansivos de la economía, pese a que estos suelen venir acompañados de una reducción de la tasa de paro. Esto se produce porque el precio de los activos (vivienda, acciones, bonos...) suele aumentar durante los ciclos de crecimiento económico, generando el conocido como 'efecto riqueza' que llevar a los hogares con activos a consumir más. 

"Aunque la reducción en el consumo en 2020 debida al confinamiento general de la población por del covid-19 ha supuesto una reducción de la desigualdad, la recuperación del consumo en 2021 ha venido acompañada de un nuevo aumento de la misma", se advierte en el estudio de Fundación BBVA.

Las pensiones por jubilación demuestran su solidez en cuanto al consumo

Según se puede extraer del informe, la reducción del consumo individual debida a la Gran Recesión fue mayor en los hogares con más miembros, entre los que se encuentran aquellos con hijos dependientes, y también es mayor cuanto más joven es el hogar.

Entre los hogares con hijos dependientes, la caída del consumo individual entre 2007 y 2014 fue del 27,6%, pasando de 22.600 euros a 16.400 euros. Aunque en 2019 esta cifra había aumentado hasta los 17.900 euros, seguía siendo la más baja de los tres grupos de hogares considerados: adultos con hijos dependientes, adultos sin hijos dependientes y adultos mayores de 65 años.

Los hogares formados por personas mayores de 65 años, en general jubiladas, partían del nivel de consumo individual más reducido, 17.800 euros en 2007, y prácticamente no se vieron afectados por la recesión.

Finalmente, los hogares con adultos sin hijos dependientes, que antes de la crisis gozaban del mayor nivel de consumo individual con 24.800 euros en 2007, sufrieron una caída del 26,7%, pasando a 18.200 euros en 2014, y una recuperación posterior hasta 2019 del 5,3%.

Como resultado, si en 2007 la diferencia máxima en el consumo individual entre los tres tipos de hogares mencionados era de 7.100 euros, en 2019 fue de 1.300 euros. "La Covid-19 ha reducido el consumo individual en los tres tipos de hogares, aunque los menos afectados, de nuevo, han sido los hogares con adultos mayores de 65 años", concluye el informe.

La clave de la desigualdad

En cuanto a los parámetros de desigualdad, los economistas que han realizado este informe señalan que apunta a que el índice de desigualdad sobre el consumo (medido por el índice de desigualdad de Jorgenson y Slesnick a partir del consumo individual) muestra que el inicio de la Gran Recesión supuso una caída de 1,1 puntos, pasando de 29,2 en 2007 a 28,1 en 2008.

Durante los años de la recuperación se registraron incrementos en la desigualdad, y en 2015 se volvió al nivel de 2007, valor que prácticamente se ha mantenido hasta 2019.

Aunque la reducción en el consumo en 2020 debida al confinamiento general de la población por el covid-19 provocó una ligera reducción de la desigualdad de 0,6 puntos respecto de 2019, con la recuperación del consumo en 2021 la desigualdad ha vuelto a aumentar, hasta situarse en 28,7, superando el indicador de 2008.

Estos expertos de la Fundación BBVA terminan lanzando unas recomendaciones para impedir que la desigualdad se cronifique y se amplíe en la economía española: "Sería deseable reflexionar sobre las políticas y medidas necesarias para que en los periodos de recesión económica no sean los hogares más desfavorecidos o con miembros más vulnerables los más afectados. Un punto de partida sería evaluar las medidas de protección social llevadas a cabo durante la Gran Recesión, y también del covid-19, para identificar si su alcance, volumen y agilidad en la tramitación fue suficiente. Solo así será posible diseñar medidas eficaces ante la próxima recesión económica. Además, también urge actuar para que en periodos de crecimiento no se deje atrás a una parte importante de la población", sentencian.

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