
José Luis López Gil, empresario ligado a la Federación Vizcaína de Empresas del Metal (FVEM) que ha presidido ocho años, cree que la confrontación sindical que hay en Euskadi tiene que cambiar, "aunque a algunos les vaya bien con ella", porque los retos económicos futuros van a requerir de diálogo y acuerdos mínimos. Sobre la reforma fiscal vasca, pide eliminar Patrimonio e incentivar la inversión. Respecto de los impuestos temporales a la banca y energéticas, considera que está bien que se apliquen "ante circunstancias especiales".
¿Cómo ve la coyuntura económica actual y su evolución futura?
En los últimos meses ha habido un frenazo de la actividad económica, pero todo indica que no va a haber recesión lo que es una buena noticia. Los primeros meses del año serán más complicados, pero después las cosas mejorarán, aunque continuará la incertidumbre, y siempre que no haya ningún sobresalto. Además, se sigue creando empleo.
¿Está sufriendo especialmente la actividad industrial vasca?
En Euskadi, el PIB industrial es próximo al 24% y junto a los servicios asociados a la industria llega al 40%. El sector pasará unos meses complicados y luego renacerá. Estamos muy pendientes de la evolución de mercados europeos como Alemania y Francia, que también están desacelerando. La perspectiva a seis meses es relativamente buena, ya que las empresas nos trasladan que van a crear empleo y que los mercados están en reactivación.
¿Cuáles son las principales debilidades de la economía de Euskadi?
Desde que estoy en la FVEM, siempre han estado en el top: el coste de las materias primas, el energético y los niveles salariales. También está el problema de atraer el talento, pero es universal. Otra debilidad es el absentismo, que es tres puntos superior a la media española. Se va a crear una comisión para reflexionar sobre este problema endémico de la comunidad y solucionarlo. La dimensión de las empresas es otro problema de la economía vasca. Son demasiado pequeñas, lo que significa menos en inversión en I+D, más dificultades para conseguir financiación y menor resistencia a los cambios del mercado. Las relaciones laborales es otra cuestión a mejorar. Y como consecuencia del aumento de los costes, las compañías han sufrido una importante reducción de sus márgenes y rentabilidad.
¿Y las fortalezas?
La fortaleza básica y fundamental de Euskadi son las personas. Tenemos muy buenos empresarios, buenos directivos y trabajadores con cualificación técnica muy importante. Nuestra formación profesional es un ejemplo, gracias a la formación dual. Contamos, además, con centros tecnológicos potentes que ayudan con su labor a que la industria prospere y con un gobierno que apoya a la actividad industrial como motor de la economía. El principal valor de Euskadi es la industria y su impacto en la economía es mayor que en otros sectores, las capacidades de sus profesionales son más elevadas, hay mejor nivel salarial y, por tanto, mayor bienestar. Muchos países se están dando cuenta de su valor y buscan volver a traer la producción que tenían externalizada a su territorio.
¿Cómo cree que se puede reducir la conflictividad laboral?
Los sindicatos son fundamentales en la economía y sociedad, pero la presión y conflictividad es muy alta en Euskadi porque falta comunicación o no es fluida. En las reuniones hay un cierto grado de desconfianza y falta un criterio único por parte de las organizaciones sindicales, Hay que hablar, otra cosa es que luego no te pongas de acuerdo, pero hay que dialogar.
¿Ha habido diálogo para alcanzar un acuerdo sobre el convenio del metal vizcaíno para 2022-2025?
Once jornadas de huelga, varias reuniones y la mediación del Gobierno vasco han hecho falta para llegar a un acuerdo con la mayoría sindical, representada por CCOO, UGT y LAB. ELA no ha respaldado el convenio. A algunos sindicatos les va bien el negocio con la confrontación, pero esto tiene que cambiar, porque vamos a tener tales retos que va a ser difícil avanzar sin un acuerdo mínimo.
¿Qué opina sobre los informes que señalan la pérdida de competitividad respecto de otras regiones?
Hay muchos retos futuros y dificultades a los que no son ajenos los países de nuestro entorno y, sobre todo, Europa, y tenemos que trabajar por conseguirlos juntos. El País Vasco todavía tiene unos indicadores económicos buenos y cuando se dice que ha perdido peso respecto de la economía española es cierto. Pero la manera más clara de crecer y elevar el PIB es con las personas y la evolución de la población en Euskadi va a la baja. Hay que fijarse en que el PIB per cápita vasco es casi tal alto como el de Madrid, unos 34.821 euros frente a 32.925 euros, y que está por encima de la media de la Unión Europea.
¿Por qué la empresa vasca despierta el interés de fondos extranjeros que entran en su capital?
Si vienen a comprar es porque hay buenas empresas. Hay buena materia prima, buenos directivos y un entorno amable para la industria. Pero no hay músculo financiero para hacer frente a estas entradas, además la legislación bancaria penaliza las participaciones industriales, somos pequeños para hacer frente a esto.
¿Comparte que el Gobierno vasco participe en compañías locales para asegurar su arraigo?
Siempre que sea una buena inversión, debería de entrar en el capital de compañías locales, pero necesitaría un fondo más potente que el actual para lograr un mejor efecto y tomar una mayor parte.
¿Qué pide que se incluya en la reforma fiscal que aborda Euskadi?
Lo más importante es que den un trato amable a las empresas, que tengan en cuenta que crean riqueza y bienestar. Yo no pido bajar Sociedades, pero a la empresa que crea empleo e invierte que se le incentive con deducciones fiscales. Sobre Patrimonio, creo que no debería existir, y sobre los impuestos temporales a banca, energéticas y grandes fortunas, pienso que ante dificultades y circunstancias especiales habrá que echar una mano. En otros países europeos con gobiernos conservadores existen gravámenes parecidos y no pasa nada.