Economía

El peligro del plan 'comprar estadounidense' de Biden: podría dar el golpe de gracia a la economía de EEUU

  • El objetivo del presidente es fortalecer la economía estadounidense
  • Podría elevar 'significativamente' los costes de las infraestructuras
Trabajadores de la construcción. Foto: Dreamstime

La pandemia, los cortes en la cadena de suministro, la guerra de Ucrania y la incertidumbre económica han cambiado el mundo y las prioridades de los gobiernos. Ese es el caso de la Administración Biden, que ha reiterado recientemente su compromiso de fortalecer la economía de EEUU utilizando únicamente "productos estadounidenses" en la construcción de futuras infraestructuras, en lugar de importar materiales como había hecho hasta ahora. El problema es que esta política podría tener el efecto contrario al deseado.

En la actualidad, los promotores estadounidenses compran hormigón y acero en territorio patrio debido a que se tratan de materiales pesados y su transporte desde otro país sería considerablemente caro. Ocurre a la inversa con los artículos ligeros de alto valor -como los vagones de ferrocarril-, los cuales compran en el exterior por ser más baratos que los fabricados en EEUU. Por eso, Alec Stapp, cofundador del think thank Institute for Progress, advierte de que obligarles a utilizar proveedores nacionales puede elevar "significativamente" los costes de sus proyectos.

En su opinión, si lo que se quiere es "imitar el modelo de construcción de infraestructuras de los países europeos -que obtienen los mejores resultados en cuanto a costes- tendría más sentido que EEUU importase insumos de esas naciones". Sin embargo, el plan de Biden hace que esto no sea una opción.

Los promotores de infraestructuras no serían los únicos perjudicados, ya que esta política impactaría también en los trabajadores estadounidenses. Y es que, aunque es cierto que imponer aranceles al acero y al aluminio extranjeros podría crear puestos de trabajo en las fábricas de EEUU, podría traducirse a su vez en la destrucción de empleos en la industria manufacturera, según publica Quartz.

Además, el incremento de los costes de los proyectos de infraestructuras "probablemente alimentaría la inflación", lo que supondría un obstáculo para la Reserva Federal de EEUU (Fed) mientras sigue luchando por devolver la tasa al 2%, señala Stapp. De darse este escenario, la institución que preside Jerome Powell podría responder subiendo aún más los tipos de interés. Esto aumentaría el riesgo de recesión y provocaría la destrucción de más puestos de trabajo, destaca.

El cambio climático, otra prioridad

Otra de las prioridades de Biden es luchar contra el cambio climático. Como parte de este compromiso, el presidente de EEUU acaba de anunciar una nueva batería de medidas destinada a reducir las emisiones contaminantes del transporte.

En concreto, las nuevas reglas dificultarán la producción de vehículos de gasolina e impulsarán la venta de automóviles eléctricos. De esta manera, la Administración Biden espera que el 67% de los coches y el 46% de las furgonetas vendidos en el país sean eléctricos en 2032, según publica Efe.

En agosto de 2021, Biden ya anunció medidas para que en 2023 el 50% de todos los vehículos (incluyendo coches, todocaminos SUV, furgonetas y camionetas) vendidos en el país fueran eléctricos.

EEUU y la inflación

A la espera de saber qué impacto tendrá la política de Biden en la economía estadounidense, parece que, por el momento, ésta ha esquivado la tan anunciada recesión y se encuentra actualmente en una senda desinflacionaria. Pese a esto, todavía le queda camino por recorrer para alcanzar su objetivo de devolver la tasa de inflación al 2%.

En marzo, el Índice de Precios al Consumo estadounidense cayó a mínimos de hace casi dos años, pasando del 6% registrado en febrero hasta el 5%. Sin embargo, la inflación subyacente subió hasta el 5,6% el mes pasado, superando así esta tasa a la general por primera vez en este periodo de precios altos.

Mientras tanto, el mercado laboral de EEUU sigue enviando señales aparentemente contradictorias. Por un lado, la creación de empleo se moderó en febrero, pero se mantuvo en unos niveles considerados altos. El dato de nóminas no agrícolas fue de 311.000, una caída notable desde la sorprendente lectura de 504.000 en enero (dato revisado desde 517.000). Por otro, la tasa de paro escaló del 3,4% previo -mínimos de 1969- al 3,6%.

En cuanto a los salarios, los ingresos medios por hora avanzaron un 0,2% intermensual y un 4,6% interanual. Se esperaba un 0,3% y un 4,7% respectivamente. El mes anterior los datos fueron del 0,2% y del 4,4%.

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