
Nouriel Roubini, profesor de finanzas en la Universidad de Nueva York y afamado economista por vaticinar la crisis financiera de 2007, cree que el mundo se enfrenta ahora a una serie de desafíos (los denomina como las cinco guerras que está librando el mundo) que tienen el potencial de transformar la economía en la que vivimos, generar una inflación persistente y un mundo mucho más polarizado y enfrentado en términos de geopolítica.
Este experto explica en un artículo publicado en Project Syndicate que Europa y la OTAN en general se están rearmando, al igual que casi todos los países Oriente Medio y Asia, incluido Japón, que se ha embarcado en su mayor acumulación militar en muchas décadas. El gasto público ya está tocando niveles que no se veían en décadas, superando con creces en muchos casos la zona del 45-50% del PIB. Esta es la primera guerra.
Este nuevo contexto generaría un cambio en la distribución del gasto público, el problema es que un cambio en la distribución requiere que el gasto aumente en unas partidas y se reduzca en otras. ¿En qué partidas se va a reducir si aumenta el gasto en defensa? Por ahora parece que en ninguna. El resultado será una deuda pública insostenible en un entorno de tipos de interés crecientes.
"Los niveles más altos de gasto en armas convencionales y no convencionales (incluidas las nucleares, cibernéticas, biológicas y químicas) están casi garantizados, y estos gastos pesarán en el erario público", asegura Roubini.
Guerra contra el cambio climático
Por otro lado, está "la guerra mundial contra el cambio climático (segunda guerra) que también será costosa, tanto para el sector público como para el privado. La mitigación y adaptación al cambio climático podría costar billones de dólares por año durante las próximas décadas, y es una tontería pensar que todas estas inversiones impulsarán el crecimiento. Después de una guerra real que destruye gran parte del capital físico de un país, una oleada de inversión puede, por supuesto, producir una expansión económica; sin embargo, el país es más pobre por haber perdido gran parte de su riqueza. Lo mismo ocurre con las inversiones climáticas. Una parte significativa del stock de capital existente tendrá que ser reemplazado, ya sea porque se ha vuelto obsoleto o porque ha sido destruido por eventos climáticos". Esta guerra tiene el potencial de elevar la inflación casi de forma permanente, según este economista.
Otra guerra (la tercera) es la de la salud y las pandemias, una batalla que ha disparado el gasto en sanidad y tendrá secuelas: "Por una variedad de razones, algunas de ellas relacionadas con el cambio climático, los brotes de enfermedades con el potencial de convertirse en pandemias serán más frecuentes. Ya sea que los países inviertan en prevención o aborden futuras crisis de salud después del hecho, incurrirán en costes más altos de forma perpetua, y estos se sumarán a la creciente carga asociada con el envejecimiento social y los sistemas de atención médica y planes de pensiones. Ya se estima que esta carga de deuda implícita no financiada está cerca del nivel de deuda pública explícita para la mayoría de las economías avanzadas", advierte Roubini.
El efecto 'globotics'
Además de todos esos riesgos y tendencia, Roubini ha destacado también en su artículo en Project Syndicate que habrá otro factor (la cuarta guerra) que puede ser decisivo para la economía mundial: es el conocido como efecto 'globotics' (mezcla de las palabras en inglés globalization y robotics), que dará forma a las relaciones laborales y al nuevo mercado de trabajo que se está gestando en estos momentos.
La globalización ha trasladado puestos de trabajo de unas regiones a otras, lo que ha generado malestar en las economías que han perdido en términos netos empleo (sobre todo las desarrolladas). El problema es que la automatización para a reducir el empleo en todo el mundo, no solo en algunas regiones.
Roubini explica que "nos encontraremos cada vez más librando una guerra contra los efectos disruptivos de la 'globotics': la combinación de globalización y automatización (incluidas la inteligencia artificial y la robótica) que amenaza a un número creciente de ocupaciones de cuello azul (fontaneros, obreros, trabajadores de la industria....) y de cuello blanco (administrativos, banqueros, tecnología...)".
"Los gobiernos estarán bajo presión para ayudar a los que se quedan atrás, ya sea a través de esquemas de ingresos básicos (renta básica, ingreso mínimo...), transferencias fiscales masivas o servicios públicos que lleguen a todos los lugares", asegura Roubini.
El profesor de universidad explica que esta tendencia y sus consecuencias tendrán un coste muy alto para los contribuyentes: "Aunque la automatización conduzca a un aumento en el crecimiento económico, mantener un ingreso básico universal o renta básica universidad de 1.000 dólares por mes le costaría a EEUU alrededor del 20% de su PIB".
Muy relacionado con lo anterior está la desigualdad creciente (quinta guerra) de ingresos en las sociedades avanzadas. Si no se lucha contra esta tendencia (causada en parte por la globalización y la automatización: 'globotics'), "el malestar que aqueja a los jóvenes y a muchos hogares de clase media y trabajadora seguirá provocando una reacción violenta contra la democracia liberal y el capitalismo de libre mercado. Para evitar que los regímenes populistas lleguen al poder y apliquen políticas económicas imprudentes e insostenibles, las democracias liberales deberán gastar una fortuna para reforzar sus redes de seguridad social, como ya están haciendo muchas", asegura Roubini.
Pelear estas cinco "guerras" será costoso y los factores económicos y políticos limitarán la capacidad de los gobiernos para financiarlas con impuestos más altos. Este experto explica que la presión fiscal ya es alta en la mayoría de las economías avanzadas, especialmente en Europa. Además, "la evasión, la elusión y el arbitraje fiscales complicarán aún más los esfuerzos para aumentar los impuestos sobre los altos ingresos y el capital".
Por lo tanto, librar estas guerras, que según Roubini probablemente son necesarias, aumentará el gasto público y las transferencias como porcentaje del PIB, y sin un aumento proporcional de los ingresos fiscales, los déficits presupuestarios estructurales crecerán aún más, lo que podría conducir a índices de deuda insostenibles que aumentarán los costes de endeudamiento y culminarán en crisis de deuda, con efectos adversos evidentes en el crecimiento económico, sentencia Nouriel Roubini.