Economía

El impacto transitorio de las medidas anti-inflación provocará un repunte del déficit en 2025, alerta el BdE

  • El Banco de España prevé que el IPC subyacente supere el 3% en 2023
  • El organismo no descarta la recesión por la elevada incertidumbre
El gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos. EP
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El Banco de España presentó sus proyecciones macroeconómicas hasta 2025. Destaca una ligera revisión del PIB, que crecerá este año un 4,6% -una décima más de lo esperado previamente- y un 1,3% -una décima más de lo esperado en octubre-. El organismo supervisor aprovecha para hacer una análisis de la política fiscal y las ayudas que el Gobierno de coalición ha desplegado frente a la inflación. Sus conclusiones son firmes: rebaja el pesimismo con la tasa general, pero alerta de un enquistamiento de la tasa subyacente, con los alimentos aún por impactar más. Además, los gravámenes temporales suponen un parche para las cuentas públicas y provocarán un repunte del déficit hasta el 4,5% en 2025, una vez se borren los ingresos coyunturales.

La política económica prioritariamente generalizada, con unas medidas de carácter transitorio, provocan una mejora de ingresos en el corto plazo que el Banco de España llama a tratarlas con precaución. El Gobierno ha puesto en marcha la máquina del gasto público para asumir el impacto de la inflación de forma generalizada (el 77% son no focalizadas, como reclaman), que junto a los gravámenes temporales provocará un incremento del déficit en 2025, hasta el 4,5%, una vez borrado el efecto temporal de la mejora recaudatoria.

"Nuestra recomendación es ser prudente y no tratar toda la mejora de la recaudación como estructural, pues puede ser que los ingresos que están detrás desaparezcan", explicaba Ángel Gavilán, director de economía del Banco de España. De hecho, señalan que hay una zona gris de ingresos extraordinarios, aproximadamente el 20% de esta mejora recaudatoria, que no saben identificar si son coyunturales o estructurales, de ahí la prudencia que reclaman.

La tónica del análisis no es más optimista, sino menos pesimista, según deslizan en privado desde el Banco de España. Por ejemplo, el comportamiento mejor de lo esperado de la actividad en la segunda mitad del año eleva las previsiones de crecimiento; como así lo hacen de forma positiva las perspectivas de inflación en 2022 y 2023, que son más bajas pero aún se mantendrán en el 4,9% el año que viene, siete décimas menos.

Uno de los principales motivos en los que se apoya el extenso análisis trimestral del organismo es que no se ha completado aún el traslado total de los costes al consumidor.

En el caso de los alimentos aún tienen recorrido: las materias primas se han estabilizado, pero su impacto sobre los precios industriales aún impacta al alza. Por tanto, se prevé que la mayor parte de la inflación de 2023 se cargue en los alimentos.

Sin descartar la recesión

Desde la dirección del organismo supervisor consideran "precipitado" descartar que la economía española caiga en recesión técnica (dos trimestres consecutivos en contracción) por el abanico de posibilidades macroeconómicas que provoca la incertidumbre.

Para el trimestre en curso esperan un alza ligeramente positiva ya cimentada porque esta proyección "está realizada con una banda de confianza muy amplia", una tendencia de crecimiento leve que seguirá al comienzo del próximo año.

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