
En 2015, más de 190 países firmaron el Acuerdo de París y se comprometieron a reducir las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. El objetivo principal de este pacto era evitar que la temperatura del planeta subiera menos de 1,5 grados centígrados, en el mejor de los casos, y 2 grados, en el peor. Casi 7 años después, se han realizado algunos avances, pero no los suficientes. Aunque ninguna nación se va a librar de las consecuencias de esta inacción, los países que más van a sufrir esta "carnicería climática" -en palabras del Secretario General de la ONU, António Guterres- son los que están en vías de desarrollo. Para ayudarles a adaptarse a este nuevo mundo, serán necesarios entre 160.000 y 340.000 millones de dólares anuales para 2030, según cálculos de la organización.
El problema es que, a día de hoy, ese apoyo representa "menos de una décima parte de esa cantidad". En 2020, los países más ricos aportaron 29.000 millones de dólares al Fondo de Adaptación para financiar proyectos y programas concretos de adaptación en los países en desarrollo, los cuales son especialmente vulnerables a los efectos adversos del cambio climático. Pese a suponer un incremento del 4% con respecto a lo dado en 2019, está lejos de la cifra a la que se comprometieron en la COP26 del año pasado -cuando acordaron destinar 40.000 millones de dólares para 2025- y todavía más de las estimaciones de la ONU.
Además de aumentar la financiación para la adaptación de los países en desarrollo al cambio climático, la ONU insta a las naciones a "adelantarse" para que lo vivido este 2022 -con inundaciones catastróficas en Pakistán, prolongadas olas de calor en todo el hemisferio norte y subidas del nivel del mar- no se convierta en algo habitual. De lo contrario, "los rangos de temperatura que estamos viendo en las próximas décadas convertirán los impactos climáticos en golpes de efecto para las generaciones venideras", señala Inger Andersen, directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
La organización también subraya la necesidad de contar con mejores datos sobre los riesgos climáticos, así como de poner en marcha a nivel mundial sistemas de alerta temprana de fenómenos meteorológicos extremos en un plazo de cinco años.
A pesar de que el 80% de los países han puesto en marcha planes de adaptación, las medidas aprobadas hasta la fecha no van a impedir que la temperatura del planeta aumente. De seguir así, la Tierra se calentará entre 2,4 y 2,6 grados centígrados para 2100 en comparación con los niveles preindustriales, según un informe de PNUMA.
En cuanto al coste de no acometer una drástica reducción de las emisiones de dióxido de carbono, Deloitte estima que ascenderá a 178 billones de dólares en los próximos 50 años. Es decir, supondrá un recorte del 7,6% del PIB mundial sólo en 2070.