
Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo (BCE), ha concedido la tradicional rueda de prensa después de anunciar una subida de 75 puntos básicos de los tipos de interés. La francesa ha reconocido ante los medios que la fuerte desaceleración económica que está sufriendo la zona euro terminará conduciendo "un mayor desempleo en el futuro".
"El mercado laboral siguió funcionando bien en el tercer trimestre y la tasa de desempleo se mantuvo en el nivel históricamente bajo del 6,6% en agosto. Si bien los indicadores a corto plazo sugieren que todavía se estaban creando puestos de trabajo en el tercer trimestre, el debilitamiento de la economía podría conducir a un desempleo algo mayor en el futuro".
Pero por encima del empleo, la máxima preocupación de la institución y de la banquera es la inflación. "Permanece demasiada alta", ha reconocido. Y ha puesto el acento en los riesgos de efectos de segunda ronda, que empeoren la situación. "Es probable que los mercados laborales sólidos respalden salarios más altos para compensar la inflación más alta", ha explicado. El BCE constatado un repunte de las nóminas.
Las presiones inflacionistas no han desaparecido. Los cuellos de botellas, la demanda reprimida por la pandemia y la depreciación del euro han llevado al IPC al 9,9% en el mes de septiembre.
"Las presiones de precios son evidentes en más y más sectores, en parte debido al impacto de los altos costos de la energía que se transmiten a toda la economía", ha indicado. Y ha resaltado que las expectativas a largo plazo se sitúan en el 2%, dentro del objetivo de precios del BCE, pero ha reconocido "algunos indicadores justifican" cierta preocupación de que supere la meta establecida.
Escenario de recesión para la zona euro
La banquera gala ha vuelto a dibujar a las claras un escenario de recesión para la zona euro. "Es probable que la actividad económica en la zona del euro se haya desacelerado significativamente en el tercer trimestre del año, y esperamos un mayor debilitamiento en el resto de este año y principios del próximo", ha subrayado.
Y ha añadido que "al reducir los ingresos reales de las personas y aumentar los costos de las empresas, la alta inflación continúa frenando el gasto y la producción".
"La demanda de servicios se está viendo afectada frente a la fuerte recuperación que se vivió con la reapertura tras el covid", ha asegurado la banquera francesa. La presidenta ha culpado a la caída de suministro de gas para empeorar más la situación. También ha lanzado un mensaje a los gobiernos. "Para limitar el riesgo de impulsar la inflación, las medidas de apoyo fiscal para proteger a la economía del impacto de los altos precios de la energía deben ser temporales y estar dirigidas a los más vulnerables", ha recomendado. Y ha aconsejado que las medidas deberían ir en la dirección de "ofrecer incentivos para reducir el consumo de energía y reforzar el suministro de energía, al mismo tiempo, los gobiernos deben aplicar políticas fiscales que demuestren su compromiso de reducir gradualmente los altos índices de deuda pública".
La política monetaria irá reunión a reunión
Lagarde ha vuelto a insistir en que los tipos de interés van a seguir subiendo para intentar contener la demanda y evitar que se produzca un desanclaje de las expectativas de inflación, pero irán "reunión a reunión".
En lo que se refiere al rechoncho balance del BCE, Lagarde ha explicado que las discusiones sobre la retirada de las reinversiones de los programas de compra de deuda, conocido en la jerga de bancos centrales como Quantitative Tightening (QT), tendrá lugar en diciembre a través del APP, la compra de deuda convencional, mientras que las reinversiones del PEPP, el esquema lanzado durante la pandemia y que es mucho más flexible y útil para el BCE, seguirán siendo las previstas hasta 2024.