Economía

Las dimisiones de indefinidos se disparan un 153% pese a las peores previsiones

  • El numero total de renuncias en septiembre podría rondar las 300.000
  • Se convierten en una fuente de presión adicional sobre los salarios
  • La complejidad de los datos maquilla el verdadero alcance del problema

Cuando las renuncias de los asalariados con contrato indefinido parecían haber tocado techo, el dato de septiembre arroja un nuevo máximo histórico y supera en un 153% el nivel registrado hace un año.  Las peores perspectivas económicas no hacen mella, por ahora, en el deseo de los trabajadores de un cambio de aires laboral.

Analizar las dimisiones en España es una tarea especialmente complicada. Básicamente porque solo existe una estadística oficial que las recoja, la de Afiliación Media al Régimen de la Seguridad Social, y la respuesta que ofrece no se ajusta a las dudas que queremos resolver.

Según este indicador, en septiembre se registraron 8.450,18 renuncias de trabajadores indefinidos. Es el mayor dato de toda la serie histórica que se remonta a 2001. Un 153% más que hace un año y un 13% más que en agosto. Pero usar este dato tiene algo de 'truco': aunque la tendencia es válida para el análisis, la cifra absoluta no refleja el número real de dimisiones, sino su proporción sobre el total de bajas 'medias'.

En términos de afiliación media, la estadística contabiliza un total de 90.557,75 bajas (y obsérvese que el número incluye decimales) por todo tipo de motivos, sumando también trabajadores con contrato fijo o eventual. Pero si acudimos a las estadísticas de bajas brutas en el mes, nos encontramos con una cifra de 2,28 millones de bajas. Esta divergencia se debe a la construcción de las estadísticas, que intenta reducir los efectos de la volatilidad.

Pero al hablar de dimisiones, esa volatilidad nos interesa: para entender fenómenos como la Gran Dimisión o el sobrecalentamiento del mercado laboral, no necesitamos un dato 'estabilizado', sino el volumen absoluto de renuncias en un mes, tal y como hacen por ejemplo las estadísticas de Estados Unidos. Pero sobre esto no hay datos.

La vía para lograr una aproximación es extrapolar el peso de la media de las dimisiones de indefinidos al total bruto. Así, si 8.400 renuncias de fijos suponen un 9,3% del total, esto implicaría un total 'bruto' de 212.590, una cifra 25 veces superior a la que arroja la media. Si incluimos las dimisiones de temporales, la proporción se eleva al 12,8% y equivaldría a un total 292.5300 bajas.

La metodología que utiliza la oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos calcula el porcentaje de renuncias (sumando temporales e indefinidos) sobre el total de empleos. El resultado es una tasa de renuncias del 2,7%. Si aplicáramos una fórmula similar a los datos de afiliación españoles nos daría un 1,9%.

Este ejercicio es, ante todo teórico. Los datos no son comparables, en primer lugar, porque en el caso de España solo estaríamos hablando de afiliados al Régimen General. Pero sirven para hacernos a la idea de que la cuestión de las renuncias no es un tema tan menor como parece. 

¿Precariedad del empleo fijo?

Antes de la norma, las renuncias más numerosas se producían entre los contratos temporales. ¿Por qué? Porque la rotación voluntaria es más fácil entre trabajadores sin antigüedad o que han generado menos derechos por desempleo que solo cobrarían, casi siempre, en caso de despido (no de renuncia)

La inversión parece lógica ante la reducción de los contratos temporales y el incremento de los indefinidos. Pero mientras las dimisiones de eventuales se han reducido un 42% en el último año, las de indefinidos, como hemos dicho, han aumentado mucho más: un 153%.

Sorprende que tantos trabajadores se animen a renunciar a las ventajas de un contrato indefinido, empezando por la mayor indemnización en caso despido. Este comportamiento pude responder a la precarización del empleo indefinido: la mitad del nuevo empleo fijo creado en los nueve primeros meses de vigencia de la reforma es a tiempo parcial o fijo discontinuo, 30 puntos porcentuales más que en 2019.

Sin embargo, esta rotación voluntaria de los indefinidos también afecta a otras variables, como los salarios. Los empleados renuncia, en la inmensa mayoría de los casos, para irse a otro trabajo con mejores condiciones.

Eso implica un flujo de trabajadores a empresas dentro del mismo u otro sector mientras otras que no pueden ofrecer mejores condiciones los pierden. Es una situación que han denunciado sectores como la hostelería, el agrario o la construcción, pero que también otros de elevados salarios como el tecnológico.      

Lo que en otro momento podría ser acogido con normalidad, e incluso como señal de fortaleza del mercado laboral, es un problema en el momento actual con una inflación desbocada que está llevando al endurecimiento de la política monetaria de la Fed y del Banco Central Europeo.  

Pero en el caso de España coincide con una tasa de paro del 12,48%, muy lejos de sus mínimos históricos, mientras en otros mercados, como el estadounidense este sobrecalentamiento coincido con el paro en niveles del 3,5%. Al otro lado del Atlántico, las dimisiones explican el 69% de las bajas; aquí, solo el 13%

Además, nosotros tenemos holgura laboral muy elevada por culpa del subempleo, que impide que esta rotación de trabajadores se enfríe.

Ausentes del diálogo social

Que las dimisiones no se enfríen añade un foco más de incertidumbre a los salarios. El 'sobrecalentamiento' del mercado laboral podría convertirse en una fuente adicional a la negociación de convenios, para los temidos efectos de segunda vuelta. Así, el propio Banco de España ha advertido de que cuanto más persista la inflación más corre el riesgo d verse retroalimentada desde los sueldos.   

En España, el referente para medir la evolución salarial es la negociación colectiva que señala que el incremento lleva dos meses estancados en el 2,6%. Pero eso no significa que muchas empresas no ofrezcan incrementos mayores. Deben hacerlo para poder competir en la guerra del talento.  

Sin embargo, la falta de datos rigurosos sobre dimisiones impide analizar esta situación ni ponerla sobre la mesa en debates tan relevantes como el del Diálogo Social.

Mientras sindicatos y patronal discrepan por el monto de las previsiones de los sueldos y el alcance las cláusulas de garantía salarial, el Gobierno aparta las renuncias del debate, aprovechando la confusión que genera la complejidad de los datos.    

En parte porque cuestionan los efectos de su reforma laboral, pero también porque le obligaría a tomar una postura en la negociación salarial más neutral y cercana a las recetas de moderación salarial que se toman en otros países de la zona euro preocupados por la relación entre el mercado laboral y la inflación. Algo que no le conviene demasiado a las puertas de un año electoral que inaugura con subidas de sueldos a funcionarios y una nueva alza del SMI.

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