
En el último medio siglo, la incorporación de la mujer al mercado laboral ha supuesto una revolución en casi todos los países del mundo. Y uno de sus máximos exponentes es Japón, que desde 1980 ha disparado la tasa de empleo de la mujer, superando a países como Estados Unidos, Francia y, por supuesto España, a la que supera en casi veinte puntos. Pero este 'milagro' tiene los pies de barro.
La nipona es una sociedad 'tradicional' respecto al papel de la mujer en el empleo, aunque en los últimos años los cambios de valores sociales de las nuevas generaciones, junto a las necesidades económicas de los hogares han impulsado una cada vez mayor integración de las mujeres en los puestos de trabajo.
Esto es especialmente evidente en el caso de las mayores de 30 años, una edad a la que habitualmente muchas ya han dejado de trabajar para dedicarse al cuidado de las familias. La tasa de participación de la mujer en el empleo en Japón ha aumentado considerablemente en la última década hasta alcanzar uno de los niveles más altos entre las economías avanzadas.
Según Shigeto Nagai, analista jefe para Japón de Oxford Economics, este cambio ha sido propiciado por las mujeres más jóvenes. Así, cita una encuesta gubernamental que revela que la proporción de mujeres que dijeron que preferirían seguir trabajando incluso después de tener hijos aumentó al 61% en 2019 desde el 23% en 1992.
Pero también influye el hecho de que los salarios y los ingresos se han mantenido "estancados" durante décadas en Japón, lo que lleva a muchas parejas a buscar una "doble vía" de ingresos. A esto se suma los llamamientos del Gobierno para que los jóvenes ahorren para su jubilación, ante la amenaza que la demografía supondrá para sus futuras pensiones.
Un incentivo para "quedarse en casa"
El impacto de este cambio de los valores y necesidades se aprecia claramente en la evolución de la participación laboral por franja de edad de las mujeres en las últimas décadas: un cada vez mayor porcentaje de ellas permanece en el mercado laboral durante más años.
Pero estos datos positivos encierran un profundo desequilibrio: el tipo de empleo que ocupan las mujeres. Y es que, a partir de los 30 años, ese empleo femenino se convierte mayoritariamente en empleo a tiempo parcial. Algo que en palabras de Nagai "ha limitado seriamente la capacidad de las mujeres para asumir funciones de mayor nivel".
De hecho, el peso de las mujeres en posiciones directivas solo llega al 13,2%, frente al 30% de media de las economías desarrolladas. Aún más baja es la presencia en los Consejos de Administración, casi tres veces menos que en los países occidentales con los que Japón se compara en términos de tasa de empleo femenino.
"La falta de infraestructuras sociales, como las guarderías, y el limitado papel que juegan los hombres en el cuidado de los hijos han impedido que las madres puedan trabajar a tiempo completo, afirma Nagai, que también critica duramente los "anticuados sistemas fiscales y de seguridad social" impulsados por el Gobierno que incentivan que las mujeres "se queden en casa".
Se trata de un sistema de deducciones y exenciones para a las masa de casa cuyos ingresos no superen un determinado umbral. Esto lleva a que muchas madres trabajadoras "limiten sus horarios" para no superar el umbral. Muchas empresas también ofrecen a sus empleados subsidios con la condición de los ingresos de sus parejas tampoco superen un tope determinado.
Más empleo parcial que en España
La consecuencia es que la tasa de empleo a tiempo completo entre las mujeres cae abruptamente a partir de los 30 años, hasta suponer menos de la mitad del total del empleo para una trabajadora de más de 35 años. Es una proporción que duplica prácticamente la de países como España.
Además, esta evolución supone un recorte medio del 30% del sueldo de las trabajadoras, según las estimaciones esgrimidas por Nagai.
Esto no solo castiga a las mujeres, sino que también lastra el crecimiento de los salarios, de una manera similar a la que ocurre a los incentivos al retraso de la edad de jubilación.
La conclusión de Nigai coincide con otros expertos que advierte que se deben "eliminar los obstáculos que dificultan la oferta de mano de obra" femenina y crear una "asignación más eficiente" de los trabajadores de todas las edades y de ambos géneros.
Solo así se podrán mantener los déficits públicos bajo control y "aumentar los menguantes ingresos en toda la nación".