
La caída en más de un millón de las vacantes de empleo en Estados Unidos en agosto ha sido acogida como la primera señal de que el endurecimiento de la política monetaria de la Reserva Federal empieza a cumplir uno de sus principales objetivos: enfriar el sobrecalentado mercado laboral para reducir la inflación sin elevar traumáticamente la tasa de paro. Pero los datos señalan que aún es pronto para lanzar las campanas al vuelo.
Las cifras de agosto no son anecdóticas. Los puestos disponibles siguen superando con mucho a los parados (en una proporción de 1,67 ofertas por parado, lejos del 1 que busca la Fed), pero anotaron su mayor descenso intermensual de la serie histórica, descontando abril de 2020, epicentro de la crisis de la pandemia.
Esta caída, sumada al reducido repunte del paro en ese mes, hace que muchos consideren que el plan trazado por Powell empieza a funcionar.
Pero en este escenario aún subsisten datos que apuntan a que los trabajadores no parecen haberse dado por enterado. El principal, que las renuncias no han acompañado ese descenso. De hecho, incluso han aumentado por primera vez en cinco meses. Y, precisamente, sigue siendo intensas en los sectores que más preocupa a la Reserva Federal: la hostelería y la logística.
En un mercado con una negociación de las condiciones laborales tan flexible como Estados Unidos (sobre todo en comparación con países como España), las vacantes son un factor clave en la inflación por un simple principio de oferta y demanda. Los trabajadores tienen más opciones de presionar a sus empleadores por mejores salarios porque pueden irse a buscar otro trabajo.
Y aquí entra en juego el termómetro de las dimisiones. Aunque el significado de la 'Gran Renuncia' se ha visto distorsionado por algo romantizada idea de miles de trabajadores de cuello blanco recogiendo su mesa y diciendo adiós a la oficina, la realidad es que las dimisiones se han concentrado más en los sectores peor pagados: hostelería y logística suman más del 65% del total de las renuncias.
Al reabrir sus puertas, muchos bares, restaurantes y hoteles se encontraron con que sus trabajadores no querían volver. En un principio se consideró un desajuste puntual, provocado por los subsidios públicos que habían recibido o por que habían buscado suerte en otro sector.
Pero dos años después, el problema parece lejos de zanjarse. Las dimisiones siguen por encima de los 4 millones y estudios más pormenorizados arrojan la conclusión de que los indicadores apuntan a que estos trabajadores no cambian de profesión, sino que simplemente pueden ganar más en su propio sector.
Esto provoca los conocidos como "efectos de segunda ronda" de la inflación, y que Powell quiere revertir a toda costa. Para ello, tiene que frenar la 'Gran Renuncia'.
Las renuncias explican el 69,5% de los casos de personas que dejaron su empleo. Un 24,6% corresponde a despidos o extinciones de contratos temporales, una cifra que ha repuntado levemente en agosto, hasta los 1,5 millones, aunque para el Bureau la modificación es poco relevante. De hecho, la tasa de despidos se sitúa en el 1% del empleo, un nivel por debajo de la media histórica.
En total, sumando jubilaciones y otras razones, las separaciones en agosto alcanzaron los 5,97 millones, una cifra en línea con la de los meses anteriores.
La incógnita de las contrataciones
En cualquier caso, dimitir no tiene mucho sentido si no es para encontrar otro empleo. Y aquí los datos de la Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos (US Bureau of Labor Office) invitan a un menor optimismo para los trabajadores.
No hay una gran variación respecto al mes anterior, de hecho, incluso hay un leve repunte. Aunque las contrataciones acumulan un relativo enfriamiento a lo largo de 2022, es mucho menos intenso que el de las vacantes.
A priori, frenar las contrataciones sería más eficaz que recortar el gran exceso de vacantes para frenar las renuncias y, reducir de paso el poder de presión salarial de los trabajadores y sus repercusiones en la inflación.
Sin embargo, la Fed quiere un "aterrizaje suave" del mercado laboral, para no ser acusados de debilitar innecesariamente la actividad y el empleo en un contexto de incertidumbre global.
En esta disyuntiva serán clave los datos del paro de septiembre que se conocerán este viernes. Estados Unidos tiene una tasa de paro y una holgura laboral reducidas, lo que daría más margen a Powell para seguir subiendo tipos repercutiendo en la demanda de empleo y no en los despidos.
¿Aterrizaje suave o brusco?
El temor es que si la reducción de vacantes no se ve acompañado por uno similar de las renuncias, el enfriamiento que busca la Fed será absorbido por las contrataciones. Es decir, repercutiría en el empleo antes que en las demandas salariales de los trabajadores, que es el objetivo principal.
Y ello supondría un frenazo del mercado laboral mucho más brusco y conflictivo de lo previsto, llevando a un incremento mayor del desempleo en lugar de un a un reequilibrio del mercado de trabajo. Sobre todo si intensifica las subidas de tipos.
Por ahora, los expertos prefieren el optimismo y coinciden en que la evolución de agosto apunta a un escenario de "aterrizaje suave", aunque discrepan sobre la intensidad y el tiempo que tomará este ajuste.
Guy Berger, economista jefe de LinkedIn, habla en un breve post en la red profesional de "enfriamiento" y expresa su preocupación por que una reducción de las contrataciones pueda ser un síntoma de tendencias recesivas en el mercado laboral.
Por su parte, Nick Bunker de Indeed prefiere habla de "reducción lenta del calor" pero incide en que los buscadores de empleo siguen teniendo la sartén por el mango, aunque su poder sea menor que el de hace unos meses. "Las voces de los trabajadores son más silenciosas que a principios de año, pero se siguen escuchando", incide.