
Es probablemente el paso más delicado de todos los del proceso y sobre el que más leyendas urbanas se ciernen. La visita al tribunal médico y el examen del solicitante de una pensión de incapacidad permanente por parte de sus miembros suponen en muchos casos un motivo de ansiedad para las personas que piden una de estas prestaciones contributivas.
El funcionamiento del tribunal médico (el Equipo de Valoración de Incapacidades) da lugar a ciertas sospechas por parte del ciudadano, ya que a menudo se le puede obligar a hacer determinadas operaciones o movimientos o a responder información sobre su vida cotidiana que en ocasiones puede resultar en momentos violentos.
Sin embargo, desde el tribunal no existe un afán intimidatorio, simplemente todas sus actuaciones van encaminadas a la determinación de un veredicto sobre la recomendación de una concesión de pensión de incapacidad permanente o no. Su objetivo es conocer la influencia de la enfermedad o dolencia en la vida laboral y cotidiana del solicitante y, en base a ese conocimiento, elaborar un dictamen.
Para poder cumplir con ese objetivo los miembros del tribunal pueden incidir en varias preguntas que son más importantes de lo que parece a simple vista. Son 'preguntas trampa' que reúnen mucha más información de lo que se podría pensar en un primer momento, y ante las cuales el solicitante de la pensión de incapacidad permanente debe permanecer alerta.
Tal y como explican en el gabinete especializado Fidelitis, cuando alguno de los miembros del tribunal realiza cualquiera de estas preguntas trampa pretende con ella la clarificación de las limitaciones que la enfermedad o dolencia causa al trabajador en su vida doméstica o en su puesto de trabajo. Por esta razón son clave, ya que en el fondo resumen la intención de todo el trámite.
A pesar de que en algún momento el solicitante de la pensión de incapacidad permanente puede sentirse importunado, su actitud debe ser siempre positiva en el proceso. O lo que es lo mismo, debe tener predisposición a responder sin enfrentarse a los miembros del tribunal, sin reproches. Y, por supuesto, la información que aporte debe ser lo más verídica posible, con el mayor número de detalles que pueda.
Alguna de estas preguntas que deben poner al solicitante en guardia son las siguientes. Cuando se le hagan estas cuestiones la premisa es clara: responder claramente y a sabiendas de que pueden ser un momento clave en la visita al tribunal.
Las preguntas trampa del tribunal médico
-¿Qué tal te encuentras? Al tribunal le interesa escuchar la consideración del trabajador sobre su propio estado de salud, ya que a través de una pregunta aparentemente tan sencilla puede aportarse una información muy valiosa que no se consigue con cuestiones más delicadas.
-¿Has mejorado de tu enfermedad o lesión en el tiempo que llevas de baja? En este caso, la importancia reside en que la capacidad de mejora puede dar lugar a un grado inferior de incapacidad permanente si finalmente se concede.
-¿Has venido solo o acompañado? Esto hace referencia a la medición de la capacidad del trabajador para desenvolverse por sí solo o no. Si necesita ayuda de terceros podría tener derecho a grados superiores de incapacidad permanente.
-¿En qué puesto trabajas? Esta cuestión también es importante porque en función del grado de incapacidad permanente se habilita al trabajador a mantener su puesto de trabajo o a desarrollar otra actividad compatible con su estado (en otros directamente no).
-¿Qué tipo de tareas solías realizar a diario? Esta pregunta se relaciona con la anterior, ya que tiene como objetivo fundamental determinar cuáles serán las posibilidades laborales del trabajador tras su enfermedad o dolencia y así elaborar una propuesta (o no) de incapacidad permanente.