
¿La digitalización mejora la calidad del empleo? ¿Y los salarios? En un momento en el que la digitalización avanza a un ritmo imparable, cada vez más voces advierten de que este proceso está agravando la brecha entre trabajadores en España.
Una de las imágenes recurrentes desde la pandemia para ilustrar los artículos sobre los cambios que las nuevas tecnologías traerían al entorno laboral es la del teletrabajador en una tumbona de la playa, degustando una copa mientras teclea en su ordenador.
Pero ampliemos el marco de esa foto y preguntémonos: ¿quién le sirve esa copa? ¿Nos encaminamos hacia una dicotomía laboral en la que las únicas alternativas estarán entre ser nómadas digitales o camareros?
Aunque confundir el futuro del empleo con convertirnos en turistas con portátiles no tenga reflejo en el mundo real, este ejemplo extremo sirve para ilustrar una situación que se lleva dando más de dos décadas en todo el mundo: crece el número de trabajadores con profesiones muy bien remuneradas pero también el de las ocupaciones que requieren menor cualificación y están peor pagados. Mientras, la franja media tiende a desaparecer.
De hecho, la cada vez mayor apuesta apuesta por constituir de 'hubs' de sectores con altos sueldos, tecnológico o el financiero, irá ligado a un incremento de actividades del sector servicios y la hostelería, tal y como advierte la investigadora de la Universidad Complutense de Madrid, Raquel Sebastián.
Este fenómeno no es nuevo, y responde al auge de la tecnología y la automatización de procesos y que obliga a repensar el diseño tanto de las políticas de impulso a la innovación como las de fomento del empleo. Sobre todo, en un país con un número de camareros tan elevado como España.
Dos décadas de polarización
Pero para ello hay que entender el alcance del problema. Hasta hace unos años, la idea popular era que la automatización y robotización iba a penalizar a los trabajadores peor cualificados, en sectores en los que las tareas tienen un eminente carácter presencial y físico: conductores, repartidores, operarios de almacén o trabajadores de la hostelería.
Esta visión extrapolaba lo ocurrido en las fábricas con la introducción de los primeros robots industriales en los años ochenta y noventa, pero cometía el error de sobreestimar el desarrollo de la robótica en el sector servicios y subestimar el de otro tipo de automatización, la desarrollada mediante el software, que permite desempeñar tareas repetitivas en nichos que ocupan profesionales de cualificación media. Como las tareas administrativas.
Estos han sido finalmente los más expuestos a un proceso de automatización impulsado en la última década por el desarrollo de la inteligencia artificial, mientras aquellos que se consideraban peor preparados han visto reforzado su papel en el mercado laboral.
"La mayor rutinización de los trabajos de calidad media (en términos salariales) ha permitido reemplazarlos más fácilmente por máquinas y robots", afirman Sebastián en un trabajo conjunto con el investigador Juan Gabriel Rodríguez elaborado para la Fundación Cotec.
Pare ilustrar su tesis, los investigadores elaboran un índice de polarización que compara la distribución de las ocupaciones por su variación en el empleo. Esto dibuja un gráfico en forma de "u" en el que tanto las ocupaciones con salarios más bajos como las de los más altos crecen mientras los del rango medio se reducen.
Además, establecen tres franjas temporales: de 1998 a 2009, de 2009 a 2019 y del conjunto del periodo. Esta comparativa, según los autores, "indican claramente que el trabajo en España ya se estaba polarizando antes de la crisis financiera". Es decir, que esta tendencia no se explica solo por la coyuntura económica.
El sexto país más polarizado
España ha sido uno de los países con mayor polarización en el entorno europeo. Se sitúa en los seis primeros puestos, superado por Francia, Portugal, Eslovenia, Irlanda y Países Bajos.
Aunque Sebastián y Rodríguez advierten de que la polarización laboral no es un fenómeno aplicable a toda Europa. Junto a países que experimentan una gran polarización, como los mencionados, otros presentan una tasa negativa. Es decir, una "concentración del factor trabajo".
Sería el caso de Grecia, pero también de Reino Unido. Esto implica que "no hay un alineamiento claro entre los países europeos" respecto a su polarización, al menos en lo que se refiere "a su nivel de nivel de desarrollo".
Por otro lado, en otros países la polarización no ha sido tan simétrica como en España, donde el incremento del empleo en el tramo alto ha sido similar en los os extremos salariales. En Francia, por ejemplo, el incremento ha virado hacia los sueldos altos mientras en Italia ha ido hacia la franja baja.
Diferencias entre CCAA
Centrándonos en el caso español, se observa que los hombres son el colectivo que mayor polarización laboral experimenta, aunque para los autores esto se explica porque en las dos décadas estudiadas las mujeres han incrementado su empleo en todos los tramos de la distribución salarial.
Asimismo, señalan que la automatización ha "premiado" a los trabajadores con mayor nivel educativo y pero está perjudicando a los trabajadores con un nivel educativo intermedio, que se encaminan a ocupar los empleos con salarios más bajos.
A esto contribuye que la presencia de los trabajadores sin formación se reduce significativamente, lo cual coincide con otras estadísticas que señalan una reducción de las tasas de abandono escolar, en especial tras la crisis financiera.
Por otro lado, en el periodo considerado los trabajadores indefinidos han experimentado un crecimiento positivo en ambos extremos de la distribución salarial. Curiosamente, los trabajadores temporales solo han aumentado su cuota de empleo en las ocupaciones con los sueldos medios más altos.
Estos datos se trasladan también a las importantes variaciones por regiones. Aunque la polarización se da en todas las comunidades, la de Asturias, La Rioja o Cataluña casi triplican las de Aragón, Andalucía o Baleares.
Una primera explicación que viene a la mente es el modelo productivo. Los autores explican que Andalucía y Baleares, al estar más especializadas en el sector servicios, sobre todo en el sector turístico, se verían menos afectadas por la automatización que regiones donde la industria representa un mayor porcentaje de ocupados y PIB regional, tales como La Rioja o Cataluña.
Sin embargo, en Asturias, por ejemplo, la manufacturas tienen un peso similar a Andalucía, lo cual hace que la respuesta sea "más compleja". En este sentido, advierten de que en un mismo sector la digitalización no afectaría por igual a todas las actividades productivas", sino que depende de su "especificación productiva". En otras palabras: del "tipo particular de bienes y servicios producidos".
De cara a los próximos años, el auge de la digitalización y el empleo tecnológico puede agravar este proceso, sobre todo en regiones en las que se está produciendo un importante auge del empleo tecnológico, como Cataluña, pero también como Madrid.
Raquel Sebastián recuerda que ambas comunidades acaparan la mitad del empleo high tech, en una tendencia que puede añadir a la polarización laboral una nueva fase de polarización territorial en el ámbito tecnológico. Un proceso que recuerda a lo ocurrido en una meca tecnológica como California, donde las diferencias laborales se han disparado desde el boom tecnológico y el establecimiento de grandes empresas.