
Tres elementos clave están marcando la economía y los mercados en este arranque de curso. Inflación, temor a una recesión y alzas de tipos de interés. A ello sumar los resultados empresariales que las empresas cotizadas van a ir publicando en las próximas semanas: serán sus cuentas del tercer trimestre del año y veremos qué impacto tiene el encarecimiento de precios, la subida de salarios y la desaceleración del consumo.
Es un entorno complicado para los inversores más audaces y también para los más conservadores. Las principales bolsas del mundo acumulan caídas en el año de doble dígito, y la renta fija se anota caídas superiores al 10% ¡algo histórico!
Es complicado construir carteras y rebalancearlas por la alta volatilidad y la escasa visibilidad, pero comienzan a abrirse ventanas de oportunidad en renta fija. "Éste puede ser un buen momento de entrada en renta fija por valoraciones atractivas, por diferenciales interesantes, niveles de yield saludables y emisiones de crédito sólidas" me explicaba el Country Head de una de las principales gestoras internacionales de fondos de inversión. "Oportunidad especialmente en crédito, tanto en la parte de más calidad como en alto rendimiento: aquí los fundamentales son sólidos. También vemos oportunidad en emergentes: aquí encontramos más de 60 emisores, muchos de ellos comenzaron antes a subir tipos y están más habituados a reaccionar rápido ante picos inflacionistas. Es clave la gestión activa en la selección de emisiones y también en las duraciones"
¿Qué aporta la renta fija a la cartera? "Juega un papel clave para diversificar más allá de la bolsa, es un claro generador de rentas y además protege la cartera de picos de inflación".
En renta variable y con un objetivo de más a largo plazo también se pueden comprar valores de alta calidad: empresas con poca deuda, beneficios recurrentes, capacidad para trasladar el repunte de la inflación a servicios y productos, barreras de entrada, equipos directivos comprometidos…
Tanto en renta variable como en renta fija la clave es: no buscar el timing de mercado, gestión activa, largo plazo, calidad, diversificación y si uno puede -por bolsillo y por conocimiento- ir más allá de estos activos y mirar a alternativos no cotizados: private equity venture capital, inmobiliario. Opciones hay, pero es clave que la razón impere sobre la emoción.
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