
Bruselas entra de pleno esta semana en el nuevo curso político, con la crisis energética monopolizando la agenda desde el minuto uno. La presidenta de la Comisión, Ursula Von der Leyen, empieza la semana en Berlín, para reunirse con el ministro de Economía, Robert Habeck, y deja claro así cuál será una de las grandes preocupaciones: la economía alemana, locomotora de Europa y altamente dependiente del gas ruso. Después, se desplazará a a Eslovenia y asistirá a una cumbre con los estados bálticos además de Dinamarca, Finlandia, Suecia y Polonia, zonas especialmente vulnerables a las tensiones con Rusia. Será, pues, un otoño monopolizado por la guerra y todas sus consecuencias, sobre todo económicas, en que las instituciones buscarán garantizar la solidaridad entre países y luchar contra fatiga de guerra
"Qué otoño les espera a los líderes europeos", escribía la semana pasada Judy Dempsey, para el think tank Candriam. Esta experta en relaciones internacionales asegura que la UE "no tendrá respiro" .
Reunión urgente de ministros de Energía
En primer lugar está el frente energético. Han sido ya varios los países que han empezado a tomar medidas para reducir el consumo, tal como recomendó Bruselas antes de cerrar el mes de julio. Pero ahora se acerca el momento clave. Los gobiernos deben tener actualizados sus planes de contingencia nacionales para final de este mes y a tener sus reservas cerca del 90% en octubre, para poder hacer frente al invierno tan preparados como sea posible. Bruselas debe supervisar que los Veintisiete estén tomando las medidas necesarias. A su vez, la Comisión se comprometió a estudiar una posible reforma del mercado energético de la UE y medidas como el polémico tope al precio del gas. Un tema que la Comisión "está estudiando" y que podría estar sobre la mesa de la reunión urgente de ministros de Energía que ha convocado la presidencia Checa de la UE, con fecha todavía por confirmar.
"Nos adentramos en una crisis energética severa. Lo primero que deben hacer las instituciones es asegurar que en caso de un corte absoluto de gas haya suficiente solidaridad entre países", pronostica el economista de ING, Carsten Brzeski. Bruselas deberá pues evitar el "nacionalismo energético". En realidad, la mayoría de países han cumplido y los niveles de reservas de gas están por encima del 78%. Por eso, el investigador del CEPS, Daniel Gros, cree que tanto las empresas como las autoridades se están preparando a tiempo y anticipa un invierno "no tan malo". Para Gros, el principal debate estará en el apoyo financiero a Ucrania. La factura de la reconstrucción del país es elevadísima y la UE hasta ahora "ha hecho una aportación simbólica", sostiene. Con otra crisis económica será difícil encontrar la manera de aportar este dinero.
Inflación y recesión
Efectivamente, la otra gran preocupación será la inminente recesión provocada por la inflación disparada. Brzeski cree que "la Comisión debería proporcionar un conjunto de principios o guías de posibles medidas para atajar los elevados costes para poder tener un manual común de medidas". Todo ello implica inversiones justo cuando en la agenda comunitaria y a petición de algunos países, empezaba a tocar recuperar la senda de reducción de déficit y de deuda. Según el investigador del Centre for European Policy Studies (CEPS) Daniel Gros, no es momento de reabrir este melón: "Nadie quiere ser duro ahora, así que aunque los alemanes quieran volver a controlar su propia deuda, no molestarán al resto". A su vez, el economista de ING cree que no tendría "ningún sentido económico" volver a las normas fiscales.
Todo esto sin embargo genera un problema de fondo todavía más complejo: la fatiga económica de la guerra. Esta será una carrera de fondo que las instituciones europeas y los líderes ya han empezado a preparar, con mensajes como el del presidente francés, Emmanuel Macron, declarando "el fin de la abundancia". El miedo es que la opinión pública deje de apoyar a Ucrania y se abra paso a discursos desestabilizadores como los que abraza Giorgia Meloni en Italia. No solo está en juego la estabilidad política en el continente sino también su posición geoestratégica global ante la estrategia de desgaste de Putin.
Estado de derecho y clima: las otras 'crisis' del curso
Aunque la guerra será inevitablemente el monotema durante este otoño e invierno en Bruselas hay temas de fondo que las instituciones europeas arrastran de lejos. Por un lado, la agenda climática es una de las grandes prioridades de la Comisión Von der Leyen, con el macropaquete legislativo Fit for 55 como pieza clave.
Las instituciones marcaron posiciones respecto a las principales partes legislativas de este ambicioso plan, pero ahora empieza la pugna política para llegar a un acuerdo y conseguir la aplicación. Eurocámara y Consejo (es decir los Veintisiete) tienen que llegar a una posición común sobre cuestiones tan importantes como las normas que deben volver más sostenibles el sector de la aviación o del transporte marítimo, pero también de carretera, con importantes debates como el del uso de los llamados biocombustibles, obtenidos a través de la quema de grano. Además también está por concretar la reforma del sistema europeo de emisiones de carbono (ETS), que llevó cola en la votación del posicionamiento del Parlamento Europeo.
Uno de los miedos de los sectores ecologistas y de los estados más avanzados en la descarbonización de la economía es que la guerra y la crisis energética vinculada a esta sirvan de pretexto para suavizar las ambiciones o introducir períodos de transición más largos.
Por otro lado, otro de los problemas permanentes a los que se enfrenta la Unión Europea es el desafío al estado de derecho por parte de Hungría y Polonia. Son varios los procedimientos de infracción en marcha contra estos dos miembros de la Unión, pero el conflicto se ha extendido ya más allá del reto democrático que implica para las instituciones.
Hungría está pendiente de la aprobación de Bruselas para obtener fondos europeos , pero la Comisión exige reformas para respetar el estado de derecho como hizo con Polonia. Los dos países han usado su poder de veto para bloquear la aprobación del impuesto mínimo de sociedades del 15% en la UE. A su vez, Hungría fue un problema para la aprobación del último paquete de sanciones contra Rusia.