La guerra en Rusia sigue oscureciendo el horizonte económico europeo. La Comisión Europea ha actualizado hacia un mayor pesimismo sus proyecciones macroeconómicas para el conjunto de la UE por tercera vez consecutiva desde noeviembre, cuando se esperaba una fuerta recuperación pospandemia que se ha visto truncada por la invasión de Ucrania. En el caso de España, se mantiene la previsión de crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) en un 4% para este año, pero se prevé que el golpe llegue en 2023, cuando Bruselas recorta sus pronósticos del 3,4% al 2,1%. Y la inflación se disparará mucho más de lo previsto la pasada primavera. Los precios cerrarán el 2022 un 8,1% más caros. En mayo, Bruselas pronosticaba un incremento del IPC español del 6,3%.
Estas previsiones son en general más pesimistas que las últimas presentadas por el Gobierno español, que a finales de abril aseguró que la economía del país llegaría a crecer un 4,3% este 2022 y un 3,5% el año siguiente. En su análisis, la Comisión Europea explica que el empeoramiento de los datos españoles se explican principalmente por un impacto más pronunciado de la inflación en el poder adquisitivo de los hogares, en particular en el comienzo del año, "en un contexto de aumentos salariales limitados".
Y todos estos datos están rodeados de riesgos a la baja que la Comisión Europea tiene en mente pero no refleja sobre el papel, como un corte total de gas ruso. Aunque el comisario de Economía, Paolo Gentiloni ha reconocido que este escenario ya es más que hipotético, esta actualización de las previsiones macroeconómicas no lo contabiliza. A principios de semana, Gentiloni admitía que en ese caso la recesión sería casi inevitable.
Menos crecimiento y más inflación para todos
Así pues, de momento Bruselas resiste y continua pronosticando crecimiento aunque más débil. Para el conjunto de la Unión Europea, las previsiones de crecimiento empeoran una décima este año, con un avance del PIB del 2,6% y la inflación se dispara hasta el 8,3%, superior pues a la prevista sólo para España. Ahora bien, el escenario base es que los precios lleguen a su máximo a finales del último trimestre y empiecen a descender en 2023. Así, el ejecutivo comunitario pronostica una inflación del 4,6% para 2023 en el conjunto de la Unión, y un 4% para 2023, niveles muy inferiores a los que se registrará este año pero que todavía duplican los objetivos que se fija el Banco Central Europeo (BCE).
Es siempre ilustrativo observar el comportamiento de la economía de Alemania, locomotora de Europa, para hacerse una idea de la salud del conjunto de la economía. En este caso, su crecimiento previsto es inferior a la media europea y empeora considerablemente. Si en mayo Bruselas pronosticaba que su PIB avanzaría un 1,6% en 2022 y un 2,3% en 2023 ahora cree que solo conseguirá crecer un 1,4% este año y un 1,3% el siguiente.
Los riesgos: el gas, la sequía y la pandemia
Sin duda el culpable principal de que las economías europeas no consigan crecer al ritmo previsto hace meses es la guerra en Rusia y la crisis energética derivada. "La economía de la UE sigue siendo especialmente vulnerable a la evolución de los mercados energéticos debido a su elevada dependencia de los combustibles fósiles rusos y el debilitamiento del crecimiento mundial restan valor a la demanda externa", constata la Comisión Europea.
A nivel global, son varios los factores contrarios que se conjuran en contra de la economía europea. "Más reducciones en el suministro de gas a la UE elevarían sus precios", dice la Comisión que además, recuerda que la probabilidad de racionamientos de gas este invierno tendría "importantes repercusiones en la actividad económica". A parte, la actual sequía en el sur de la UE podría afectar a la producción de productos básicos agrícolas, ejerciendo presiones sobre sus precios.
Además Bruselas recuerda que tampoco puede excluirse un empeoramiento de la situación pandémica una vez vuelva el frío. En este sentido, concluye que "más confinamientos en China o potencialmente en otros países no solamente reducirían la demanda global, sino que complicarían todavía más los cuellos de botella en las cadenas de suministro".
"La guerra de Rusia contra Ucrania continúa proyectando una larga sombra sobre Europa y nuestra economía. Nos enfrentamos a desafíos en múltiples frentes, desde el aumento de los precios de la energía y los alimentos hasta una perspectiva global altamente incierta", ha sentenciado el vicepresidente ejecutivo de la Comisión, Valdis Dombrovskis.
El letón avisa a su vez que "en vista de la alta inflación y el endurecimiento de las condiciones de financiación, será importante encontrar el equilibrio adecuado entre avanzar hacia una política fiscal más prudente y proteger a los más vulnerable". El Eurogrupo decidió también esta semana abandonar las políticas de ayudas generalizadas para empezar a reducir el gasto justamente ante este temor.