Economía

Europa puede hacer frente a la guerra comercial entre EEUU y China con innovación e inversión

  • Los expertos animan a crear 'un modelo propio' en el viejo continente
  • El debate se desarrolló durante el 'Festival dell'Economia' de Trento (Italia)
Riccardo Barlaam, Alberto Forchielli, Michele Geraci, Alec Ross y Giorgio Prodi.
Trento (Italia)icon-related

La innovación, la investigación y el desarrollo sostenible son los elementos que se deben emplear para hacer frente a la guerra comercial entre Estados Unidos y China. Esta es la conclusión a la que han llegado los expertos en la mesa redonda EE.UU – China: el desorden del Siglo XXI, celebrada este viernes en el Festival de la Economía de Trento, organizado por Trentino y Gruppo 24 ORE.

Esta cita de cuatro días, de la que elEconomista.es es media partner, se desarrolla bajo el lema Tra ordine e disordine (Tras el orden y el desorden) y pretende arrojar luz sobre la situación económica mundial actual a través de conversaciones entre expertos y periodistas económicos.

Desde que en 2018 Donald Trump anunció la intención de imponer aranceles a los productos chinos, amparándose en el artículo 301 de la Ley de Comercio de 1974 bajo el argumento de "prácticas desleales", las tensiones comerciales entre ambas potencias no han hecho más que aumentar. Tras la llegada de Joe Biden, la situación ha cambiado poco ya que el actual presidente de los Estados Unidos está siguiendo la senda de no depender comercialmente del dragón asiático.

En este sentido, Alec Ross, profesor de la Bologna Business School, asegura que para que esta guerra comercial entre potencias no afecte a Europa, lo que hay que hacer es "invertir en infraestructuras y en investigación". El profesor asegura que "la mayoría de la tecnología que usamos hoy en día son inventos europeos" pero que no se producen en el viejo continente. En ese sentido, animó a "aprovechar la creatividad que hay en Europa" en ese aspecto y seguir una senda innovadora. "El crecimiento vendrá con el I+D".

En el análisis del porqué de esta guerra comercial, el economista de la NYU Shanghai, Michele Geraci, hizo una disertación pormenorizada del asunto. Este experto resalta que el modelo Chino tiene un pensamiento muy a largo plazo: "Si tienen que esperar 5.000 años para prosperar, esperan", dijo. Y que en el caso de Europa, el modelo es más cortoplacista con una búsqueda de resultados más inmediatos. Además recalca que su modelo "va por objetivos" independientemente de las decisiones que haya que tomar.

Pero las consecuencias de esta guerra comercial pueden ser muchas. Arberto Forchielli, socio fundador de Mindful Capital Partners, se puso en el peor de los escenarios basándose en diferentes teorías: "Generalmente, en el mundo, cuando una potencia ha estado superada por un país emergente, acaba en una guerra". Esto casa perfectamente con el contexto aportado por el moderador de la mesa, el periodista de Il Sole 24 Ore, Riccardo Barlaam. El profesional, con años de experiencia como corresponsal en Estados Unidos, estableció que tras la crisis del 2008, China "fue la primera potencia internacional de exportaciones y de intercambios internacionales". Y luego de las exportaciones, "se convirtieron en la primera potencia manufacturera".

Por su parte, el Busisness Director de Relaciones con Asia y Pacífico de BSS y profesor de la Universidad de Ferrara, Giorgio Prodi, puso una nota de positividad a esta afirmación de Forchielli, asegurando que a través del diálogo "las guerras son menos probables". Para eso puso como ejemplo el trabajo de las Cámaras de Comercio que existen entre Estados Unidos y Europa con China, "su papel es fundamental", dijo.

Trump y Biden: dinero frente a filosofía

En el transcurso del debate intentaron explicar por qué, a pesar de que las administraciones de Biden y Trump son diferentes, la guerra comercial todavía sigue en pie. En este sentido, Michele Geraci, aportó una explicación muy clara: "Trump se preocupaba por el dinero y Biden es más filosófico". El economista desarrolló el concepto y dijo que si, por ejemplo, China hubiese comprado soja a Estados Unidos "Trump estaría más contento y no impondría aranceles". En cambio, la línea de Biden más hacia lo ideológico: "no acepta que un país socialista dictatorial entre en el mercado", dijo.

Además de todo, el discurso por parte de occidente resultó importante por parte de los ponentes para acotar las consecuencias de la guerra comercial. Es en este momento donde entró la contraposición entre potencia democrática y potencia autoritaria. El discurso más duro lo aportaron tanto Alberto Forchielli como Alec Ross, el primero fue el más contundente asegurando que "no quiero un mundo que sea Chino".

Por su parte, Michele Geraci fue más conciliador y animó a "moderar el discurso" en cuanto a China. El experto basó sus argumentos en la geopolítica y las materias primas. China tiene inversiones en países de América Latina, Asia y África, además de una alianza con Rusia, "eso representa el 85% de la población mundial y esos países tienen petróleo, litio y otras materias primas necesarias en nuestra economía, debemos estar atentos a eso", recalcó. Por tanto, animó a tender puentes, "no debemos confundir los deseos con los hechos", concluyó.

El papel de Europa

Ante esta tesitura comercial, el papel de Europa resultó un tema fundamental en la discusión. Alec Ross ejemplificó la posición del viejo continente a través de una alegoría futbolística: "Estados Unidos y China están jugando un partido y Europa es el árbitro, y el árbitro nunca gana ni pierde". El profesor afirmó que hay que definir "un modelo europeo", alejado del de China y Estados Unidos, para poder entrar como competidor.

En este punto es donde entra la innovación y el cambio de modelo productivo. Michele Geraci aseguró que hay que ser más competitivos, argumentando sus palabras a través de la crisis de los semiconductores. El experto dijo que Europa va a invertir 15 millones de euros en siete años para crear una industria de semiconductores en Europa y "Taiwán está invirtiendo 55 millones". Por tanto, la inversión europea no resulta competitiva "porque el gap seguirá ahí".

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