La pandemia ha alejado tres años el objetivo de paridad de género en España, no ocurrirá hasta 2058. La fecha trasciende del mero hecho de que la desigualdad entre hombres y mujeres se extenderá al menos otros 37 años, en una cuestión negativa para la economía: la brecha de género le 'cuesta' a España el equivalente al 19% del Producto Interior Bruto (PIB) de 2020.
La paridad en España es del el 63,3%, frente al 64,1% de hace un año, por lo que la brecha de género ha aumentado y que queda un 36,7% por cerrar. Los datos, recopilados en 2021, forman parte del II Índice ClosinGap que elabora PwC España y arrojan un panorama menos esperanzador que el del año pasado.
El indicador agregado analiza cinco categorías: empleo, educación, conciliación, digitalización y salud y bienestar. Las brechas de género, existentes en todas ellas, suponen un impacto negativo y un coste de oportunidad para la economía e indicen directa o indirectamente en el PIB a través del mercado laboral.
Según estima el análisis, poner fin a las desigualdades de género en el mercado laboral, en las horas trabajadas y en la distribución del empleo sectorial, podría aumentar el PIB español en 213.299 millones de euros, el equivalente a un 19% del PIB de 2020, 0,5 puntos más que en índice anterior. Asimismo, este incremento potencial vendría impulsado por la creación de 2,8 millones de empleos entre las mujeres, equivalentes a tiempo completo.
En tiempos de crisis, los más débiles son los más afectados. Llevado al mercado laboral, esto se traduce en que las condiciones de las mujeres han retrocedido más que las de los hombres durante la crisis sanitaria. A pesar de representar el 51,4% de la población en edad de trabajar, la reducida participación de las mujeres en el mercado laboral, el inferior número de horas trabajadas por cuestiones de parcialidad y su sobrerrepresentación en sectores económicos poco productivos provoca que las mujeres solamente contribuyan a un 41,4% del PIB.
Cabe destacar que con respecto al año anterior, los sectores donde las mujeres están más presentes (educación o sanidad entre ellos) han aumentado su productividad, igualando el nivel medio de productividad con el de los hombres.
La brecha en la conciliación contagia al empleo y a la salud y bienestar
Entre 2020 y 2021, primer año de covid, la brecha que más aumentó fue la de conciliación, la gran tarea pendiente en materia de igualdad. En concreto, el indicador de paridad en este indicador se ubica en el 40,8%, es decir, existe una brecha de 59,2% que es 3,2 puntos mayor que la registrada en 2020 sobre 2019.
La desigualdad a la hora de conciliar contamina otras categorías, especialmente la del empleo y la de salud y bienestar. Por un lado, una menor capacidad de conciliación supone un incremento mayor en las tasas de parcialidad en el empleo para las mujeres que para los hombres. La asunción de un mayor peso en las tareas domésticas y de cuidados durante (aún más durante el confinamiento) supone un bache para la progresión profesional y por tanto económica de las mujeres.
Sobre este punto, el indicador de paridad en empleo recoge un aumento de 1,1 puntos respecto el año pasado, reduciendo la brecha por cerrar al 36,9%. La mejora se debe al incremento en la participación de la mujer en el mercado laboral, a la disminución del empleo precario, a una mejoría del salario por hora y a la caída de la brecha en las pensiones que afectan al conjunto de las mujeres.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que el índice no incluye la afectación de los Expedientes de Regulación Temporal del Empleo (Erte) para no desvirtuar la comparativa con factores propios de una situación concreta, como es la pandemia.
La brecha en conciliación tiene también un efecto transversal negativo sobre la salud y bienestar. Respecto a esta categoría, el informe destaca que se trata de la que menor brecha tiene por cerrar, solo un 15,6%. La mala noticia es que lleva años estancada. Según apunta el informe, la pandemia ha provocado que el riesgo de pobreza o exclusión, que ya era mayor entre ellas, "haya crecido ligeramente más para las mujeres que para los hombres".
También se ha estancado la evolución hacia la paridad en educación. El indicador permanece sin cambios respecto a hace un año, en el 67,9% de igualdad. La ratio de mujeres con educación terciaria o universitaria sigue siendo superior a la de los hombres, es el bajo acceso de las mujeres a carreras STEM la variable clave en esta desigualdad porque reduce sus posibilidades de acceder a empleos en industrias con alto valor añadido.
La paridad en la categoría digitalización ha aumentado un discreto 0,1 puntos, hasta el 71,4% (la brecha es, por tanto, del 28,6%) debido a un ligero repunte de mujeres especialistas en tecnologías de la información y la comunicación (TIC) respecto a los hombres. No obstante, la estadísticas sigue siendo muy baja: por cada mujer especialista en TIC hay cuatro hombres.