
Alemania tendrá un nuevo Gobierno después de 16 años de Era Merkel. El socialdemócrata Olaf Scholz será el encargado de dirigir un Ejecutivo tripartito inédito en Europa, formado por socialdemócratas, verdes y liberales. El pacto del semáforo, como se conoce al acuerdo alcanzado por los tres partidos establece ya las líneas maestras en la economía del país para los próximos años.
Una primera lectura del acuerdo de 177 páginas sugiere que la futura coalición ha acordado un plan general que busca modernizar y descarbonizar el país. Pero hay cuestiones clave sobre la aplicación y la financiación en plena pandemia del coronavirus que son un dolor de cabeza para el corto plazo. El acuerdo carece de detalles sobre cómo pagar todos los esfuerzos de ecologización y digitalización. La entrada en el Gobierno del liberal Christian Lindner, futuro ministro de Finanzas alemán, conllevará que la relajación de las medidas fiscales y el aumento del gasto sean más limitados que lo previsto en un Gobierno formado por los socialdemócratas. La coalición pretende mezclar algunos ajustes en el freno de la deuda nacional y en los vehículos extrapresupuestarios con recortes del gasto.
Además, el próximo Gobierno alemán no ha mostrado ningún compromiso por el momento con el futuro de las normas fiscales de la UE. El nuevo Ejecutivo germano aún no cuenta con líneas rojas claras que le permitan seguir siendo el árbitro entre palomas y halcones. Un reglamento simplificado, centrado en limitar el recorte fiscal inmediato tras la crisis en los países altamente endeudados, puede ser el compromiso más fácil.
No tocar el gasto
No tocar las partes de la regla del freno de la deuda que están consagradas en la Constitución ha sido una de las líneas rojas del Lindner. Pero las reglas que determinan cómo contabilizar los giros cíclicos no lo están. Hay, sin embargo, muchas maneras de ampliar el espacio fiscal ajustando la previsión del PIB potencial o ajustando aspectos más arcanos como la semielasticidad del presupuesto. Algunos analistas sitúan el espacio fiscal adicional en un 1% del PIB. Oxford Economics piensa que la coalición realizará ajustes más conservadores, lo que permitiría movilizar fondos por debajo del 0,5% del PIB.
"Como hemos argumentado antes de las elecciones, siempre que haya voluntad política, hay suficiente flexibilidad para crear un espacio fiscal que supere el 1% del PIB dentro del freno de la deuda nacional", apunta Oliver Rakau, economista jefe en Alemania de Oxford Economics.
El freno de la deuda que proponen los liberales exige que se devuelvan los déficits acumulados cuando se utiliza la cláusula de escape. Pero deja mucha discreción sobre cómo y cuándo. La nueva coalición quiere estirar los planes de reembolso actuales -de 2023-2026 a 2042- para alinearlos con los planes de reembolso del fondo europeo Next Generation -2027 a 2058-. Esta situación liberaría alrededor del 0,1% del PIB en los próximos años, llegando al 0,5% en 2026, según los cálculos de Oxford Economics. "Y, aunque es sensato, en parte solo sería un ejercicio de huir hacia adelante retrasando parte del ajuste a la siguiente legislatura", destaca Oliver Rakau.
Reformas laborales
El acuerdo de Gobierno también contiene un pacto para aumentar sustancialmente el salario mínimo hasta los 12 euros por hora desde los 9,60 actuales, una subida del 25%. Esta reforma afectará hasta 10 millones de trabajadores. Sin embargo -en contra de los deseos de los socialdemócratas de aprobarlo para 2022- el acuerdo no contiene un calendario.
Los planes de gasto y el salario mínimo sugieren riesgos al alza para las previsiones de inflación, especialmente teniendo en cuenta de la rigidez del mercado laboral alemán, subrayan los analistas. Por otra parte, la coalición también tiene previsto suprimir el recargo a las renovables en la electricidad en 2023, lo que compensará parte del aumento de los impuestos sobre el CO2.
Por otra parte, el tripartito es muy consciente de los cambios demográficos alemanes, que pueden socavar los avances hacia los objetivos de la coalición. Por ello, tienen previsto aumentar la participación de las mujeres en el mercado laboral alemán, aunque Alemania ya está muy por encima de la media de la UE. El acuerdo también recoge un impulso a la inmigración mediante la reducción de los obstáculos administrativos de la UE para los inmigrantes extracomunitarios.
Otro de los asuntos que recoge el acuerdo es mejorar la educación y la formación profesional. Sin embargo, estas iniciativas se enfrentan a obstáculos de aplicación y a desarrollos reglamentarios que, por el momento, están poco claros.
"En general, creemos que el acuerdo de coalición ha puesto el foco en las prioridades correctas, con el potencial de que Alemania sea significativamente más ecológica, más digital y más igualitaria en los en los próximos años", apuntan desde Oxford Economics. "Sin embargo, en muchos aspectos, el próximo Gobierno se enfrentará a luchas similares para implementar sus políticas como ocurría en el anterior el anterior", precisa. Un dato curioso es que el acuerdo de la gran coalición en 2018 contenía la palabra digitalización 99 veces, mientras en el actual aparece 63 veces. Por lo tanto, los analistas alemanes dudan de que todos los planes tengan éxito. "No obstante, esperamos que Alemania siga siendo gobernada gobernada con sensatez y poco dramatismo para que el país progrese de forma constante, aunque no espectacular, durante en los próximos años. Si eso es realmente suficiente ante los retos que plantea el cambio climático sólo el futuro lo dirá", comenta Oliver Rakau.
Una negociación oscura
La rapidez del acuerdo y la aparente confianza entre los socios -apenas ha habido filtraciones de las negociaciones- parece tan alentadora para el establishment europeo como la mayor parte del acuerdo en sí. El documento pretende modernizar, digitalizar y descarbonizar la economía, todo lo que piden los gurús políticos en la Unión Europea. Sin embargo, el acuerdo de 177 páginas es escaso en detalles y plazos, y aún más escaso en cifras, especialmente en lo que respecta a la política fiscal. ¿Podrá el Gobierno implantar todas las medidas? ¿Es un acuerdo de cara a la galería política? Solo el tiempo lo dirá.
Una cosa sí está clara. La llamada coalición del semáforo -por los colores de sus partidos- se dispone a tomar las riendas en un momento precario para la economía alemana. Una nueva oleada de infecciones de Covid-19 recorre el país. La nueva coalición parece reacia a endurecer las medidas de contención del virus más allá de las de las pruebas y la vacunación acordadas la semana pasada. En su lugar, se centran en acelerar la vacilante campaña de vacunación. El futuro canciller y actual ministro de ministro de Finanzas, Olaf Scholz (SPD), anunció estas pretensiones antes de presentar el acuerdo de coalición.
Si bien eso reduce las probabilidades inmediatas de que se adopten medidas de confinamiento durante el invierno, esa estrategia podría ser contraproducente en un contexto de fuerte aumento de las hospitalizaciones. Pero incluso sin medidas adicionales, la economía tendrá dificultades para crecer durante el invierno. "Vemos crecientes riesgos de contracción en el cuarto trimestre, ya que la movilidad ha estado apuntando a una de la actividad de los servicios de consumo ya antes del reciente endurecimiento de las medidas", apuntan los analistas alemanes de Oxford Economics. "No obstante, los nuevos avances en el frente de las vacunas y la esperada de los cuellos de botella de la oferta refuerzan las perspectivas para 2022, mientras que esperamos que la política fiscal comience a endurecerse gradualmente", añaden.
Los analistas alemanes consideran que, a pesar de la falta de detalles, el acuerdo de coalición refuerza la idea de que el Gobierno del semáforo pondrá importantes recursos fiscales para alcanzar sus objetivos, lo que debería aliviar el próximo ajuste fiscal e impulsar la recuperación.
Un Gobierno 'verde'
Los verdes alemanes también entran en el Ejecutivo y, como era de esperar, la agenda medioambiental ha entrado de pleno en el acuerdo de Gobierno. Uno de los objetivos clave es situar a Alemania en la senda del calentamiento de 1,5°. Ello conlleva, por ejemplo, establecer la cuota de renovables en un 80% para 2030.
El otro asunto fundamental del documento es la modernización de la economía y la administración pública. Esto lo conseguirá, según el tripartito, mediante el aumento de los esfuerzos para digitalizar los servicios públicos. Como estos planes son incompatibles con los límites establecidos por la regla de freno de la deuda pública nacional, los tres partidos han acordado un enfoque múltiple para financiar sus prioridades.
Para financiar esto, el acuerdo propone canalizar los fondos no utilizados del presupuesto de 2021-2022 hacia el Fondo de Energía y Clima. Un crecimiento mejor de lo previsto en 2020 hizo que el déficit presupuestario fuera menor de lo esperado. Estos fondos no utilizados -25.000 millones de euros- se han colocado en un vehículo extrapresupuestario para su uso futuro. La nueva coalición quiere repetir esto para los fondos no utilizados de este año. Los analistas estiman que podrían superar los 50.000 millones de euros. Hay algunas dudas sobre la legalidad de esta medida para eludir el freno de la deuda pública alemana, pero añadiría al menos un 0,5% del PIB anual al espacio fiscal suponiendo una distribución equitativa a lo largo de 2023-2026.
¿Qué pasará con la UE?
"La orgía de deuda tiene que acabar". Christian Lindner llega al Ministerio de Finanzas alemán como adalid del rigor presupuestario de la era Merkel. El líder del Partido Democrático Liberal (FDP) tiene clara la receta para las finanzas europeas: contención del gasto, bajada de impuestos y reglas fiscales para no desbocar el déficit público.
Lindner ha basado su apuesta electoral en el rigor presupuestario, que es todavía hoy un pilar fundamental para un gran sector de la población alemana. Alemania mantiene la menor deuda pública de las grandes economías del euro. En concreto, el 71,1% del Producto Interior Bruto (PIB). Una cifra que representa casi la mitad de las deudas de Francia (118%), Italia (160%) o España (125,2%).
Lindner actuará como contención a las medidas de gasto público. Él manejará el dinero. En cualquier caso, su papel es vital para los socios de la Unión Europea. Bruselas se ha visto obligada a frenar sus reformas hasta que el nuevo Ejecutivo alemán tome posesión. La composición es fundamental para decidir una serie de cuestiones clave, desde la política monetaria de la eurozona tras el Covid-19, hasta sus relaciones con Estados Unidos, Rusia y China.
En los próximos meses, la Unión Europea tendrá que decidir si flexibiliza las reglas presupuestarias para los miembros, un cambio que podría afectar la trayectoria económica del bloque. También Francia exige a Europa establecer sus propias capacidades de seguridad y defensa, en respuesta a la retirada de Estados Unidos de Afganistán y al creciente enfoque del Pentágono en Asia.
Lindner tendrá uno de los votos fundamentales sobre estos asuntos. Su defensa del rigor fiscal complica la situación para los socios comunitarios que buscan relajar las reglas fiscales. El liberal da alas así al bloque de países frugales, que apuestan por retomar una senda de déficit que garantice la sostenibilidad de las cuentas públicas europeas.
El político alemán accederá a un papel fundamental también en política monetaria. En plena expansión de la inflación, el debate en el seno del Banco Central Europeo (BCE) sobre la conveniencia de retirar o no los estímulos está servido. Lindner ha apostado siempre por rebajar los programas masivos de compra de deuda pública para evitar el recalentamiento de la economía. Además, será uno de los grandes impulsores de la subida de tipos en el BCE. El mercado no espera, por el momento, una subida de tipos hasta 2024.