
Aunque los números dan la victoria al candidato del SDP Olaf Scholz, y la CDU/CSU liderada por Armin Laschet, apenas se queda a 1,6 puntos serán los líderes de los Verdes, Annalena Baerbock, y los liberales del FDP, Christian Lindner, quienes decidan con su 14,8% y 11,5% de los votos respectivamente, quién será el próximo canciller de Alemania.
Lindner y Baerbock no se esconden. Conscientes de que en sus manos está el destino de Alemania, negocian ya sus propias agendas. Después, tocará ver quién de los dos, el socialdemócrata Scholz, o el democristiano Laschet, está dispuesto a ceder a sus propuestas. Aunque antes, tendrán que ponerse de acuerdo. Y no será fácil.
Ideológicamente, los líderes de los principales partidos pequeños, no están en absoluto en las antípodas. Pero sus políticas económicas difieren notablemente y en juego está el ministerio de Finanzas que será clave para controlarlas. De quién sea el canciller dependerá en gran medida esto, y aquí Laschet sería el aliado perfecto de los liberales, frente a los verdes que se alinean casi al milímetro con Scholz.
Christian Lindner (Wuppertal, 1979) es el heredero espiritual de Wolfgang Schäuble, el hombre que estuvo a punto de sacar a Grecia del euro, el halcón fiscal por excelencia. A favor de la ortodoxia presupuestaria, aboga por endurecer las normas fiscales europeas para sancionar a los países que se excedan en los niveles de deuda y déficit que impone Bruselas. También se opone a cualquier integración económica que suponga compartir riesgos, muy en la línea del que fuera el ministro de finanzas de Angela Merkel durante la crisis de deuda de la eurozona.
La receta de Lindner pasa además por recortar el gasto, bajar impuestos y limitar las ayudas a las empresas, que entiende han sido clave para mantener la economía a flote durante la crisis, pero que se arriesgan a destrozar la capacidad de las mismas para salir adelante por su cuenta. La innovación, no las ayudas públicas, entiende, es la clave de la competencia. En gran medida, estas cuestiones están recogidas en el programa de la CDU de Laschet.
Mientras, la agenda Annalena Baerbock (1980, Hannover), es la opuesta. La líder de los Verdes se han mostrado proclive a dar cierto margen de flexibilidad en las normas fiscales y a favor de continuar los avances para fortalecer la política económica y monetaria de la UE. Pero sobre todo, en el programa verde hay cuestiones impensables para los liberales como el impuesto a las grandes fortunas, aumentar el salario mínimo y, sobre todo, impulsar las inversiones públicas para apoyar la transición ecológica con un programa que dedique un montante importante a este fin.
A simple vista, las diferencias parecen irreconciliables, pero como "hacedores de cancilleres", liberales y verdes tendrán que ponerse de acuerdo si quieren formar parte del siguiente gobierno de Alemania. Ambos líderes han mostrado buena sintonía tras el anuncio de los resultados y se han mostrado dispuestos a hablar. Lindner reconoce la importancia que las urnas han otorgado a las políticas climáticas y Baerbock está dispuesta a negociar.
Aunque no sería la primera vez que el diálogo acaba en crisis política, al menos para Lindner, que en 2017 renunció a formar la famosa coalición 'Jamaica' con la CDU y los ecologistas. "Es mejor no gobernar que hacerlo mal," dijo entonces el líder de FDP. El colapso acabó dando como resultado una opción que ahora nadie parece querer repetir: la maltrecha 'gran coalición'.