La vicepresidenta primera y máxima responsable de la política económica del Gobierno, Nadia Calviño, sigue con su campaña en favor de una previsible subida del SMI en el último trimestre del año. Ayer confirmó la voluntad del Gobierno de cumplir su compromiso de colocar el salario mínimo en el 60% de salario medio en lo que queda de legislatura. Según la comisión de expertos organizada por el Ministerio de Trabajo eso supone elevar los actuales 950 euros mensuales a un rango de un máximo de 1.049 euros y un mínimo de 1.011; es decir, de 99 a 61 euros lo que equivale a un incremento entre el 10,1% y el 6,3% sobre el actual SMI. El grueso de la subida se ha realizado entre 2018 y 2020, al elevarse 214 euros, un 31,8%.
La vicepresidenta reiteró este viernes que "la recuperación económica está siendo fuerte con un buen ritmo en la creación de empleo", condición puesta por Calviño para subir el salario mínimo en la recta final de este año. Aprovechando la publicación este viernes del PIB del segundo trimestre y el día anterior de la EPA por parte del INE, lanzó este mensaje a través de un vídeo remitido a las redacciones. Un mensaje que reiteraba en una entrevista con Cinco Días, donde Calviño reconoce tener prisa por subir el SMI.

"El Gobierno está comprometido con la mejora de las condiciones laborales y la subida del SMI. En tres años lo hemos subido un 30% y en la legislatura el objetivo es alcanzar el 60% del salario medio. Esta senda se ha visto lamentablemente truncada por la pandemia. Mi deseo es que cuanto antes podamos retomarla, pero sin poner en riesgo el crecimiento económico y la creación de empleo. Tenemos que seguir tomando las decisiones correctas en el momento adecuado", señaló la ministra.
"Mi deseo es que cuanto antes podamos retomar [la subida], pero sin riesgos"
Una salvedad, la de consolidar el crecimiento y el buen ritmo de creación de empleo, que también impuso en el mensaje que lanzó y que ha repetido esta semana en varias comparecencias. Sin embargo, el viernes deslizó una condición nueva: "si en otoño recuperamos el nivel de empleo previo a la pandemia sería el momento para ver si podemos continuar con la senda de aumento del SMI", apuntó en Cinco Días. Un nivel de empleo que medido por la EPA supondría alcanzar los 19,97 millones de ocupados que contabilizó el INE en el cuarto trimestre de 2019, el último antes de que se declarase la pandemia. Eso suponen unos 300.000 empleos más respecto a los de la última EPA.
En términos de afiliación a la Seguridad Social -para hacer comparaciones desestacionalizadas-, en la media de septiembre se tendría que alcanzar un volumen de 19,33 millones de cotizantes, los mismos que en el mismo mes de 2019, o 100.000 más si es en octubre.
En cualquier caso, Nadia Calviño no sólo tendrá que valorar las cifras de empleo a la hora de afrontar una subida del SMI en otoño; también deberá lidiar con las presiones de Unidas Podemos cuyos ministros tuvieron que aceptar en enero la decisión del presidente Pedro Sánchez de congelar el SMI a cambio de una revisión tras el verano. Además, la vicepresidenta tendrá que gestionar una fuerte fractura entre los agentes sociales.
No es el momento
Por un lado, CEOE y Cepyme siguen sin moverse de la posición de que no es el momento de subir el SMI. Especialmente para unas pymes que están muy debilitadas con la pandemia. Pero los sindicatos también presionan. Desde febrero, UGT y CCOO realizan concentraciones, ciertamente simbólicas por las restricciones de la pandemia, solicitando una subida del SMI, así como la retirada de algunas de las medidas más lesivas, en su opinión, de la reforma laboral del Partido Popular de 2012.
Respecto a la fuerte oposición de los empresarios al alza del SMI este año -el comité de expertos propone un incremento de 12 a 19 euros-, vuelve a defender la tesis lanzada este jueves de que "la sociedad, incluyendo los empresarios, es consciente de que tenemos que aprovechar la recuperación para reducir la desigualdad", comentó al diario económico. E incidió en que la creación de empleo de calidad y la mejora de las condiciones laborales y salariales, empezando por el Salario Mínimo Interprofesional, es la combinación más potente para reducir esta desigualdad. Aunque también repitió la advertencia de que es consciente de que las negociaciones con los agentes sociales van a ser complicadas.
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