
El cobro de una pensión de incapacidad permanente no tiene por qué ser para toda la vida o al menos hasta la jubilación. La normativa contempla diferentes supuestos o incumplimientos de condiciones que, de darse, hacen que el pensionista pueda quedarse sin esa prestación.
El bufete especializado Campmany Abogados relata las situaciones en las que se puede perder una pensión de incapacidad permanente. Algunas de ellas hacen referencia a mejorías en la salud del pensionista y otras atienden a aspectos más negativos.
La ocasión más habitual por la que se puede perder una pensión de incapacidad permanente (o reducir su grado) es la que tiene lugar cuando, tras una revisión de la Seguridad Social, se percibe una mejoría en la salud del pensionista. Estas revisiones se pueden producir con una mayor asiduidad si la dolencia que ha generado el derecho a pensión es susceptible de mejorar y se pueden producir hasta la llegada a la edad ordinaria de jubilación.
Con todo, desde Campmany Abogados informan de que no es habitual la reducción de una pensión de incapacidad permanente total a una parcial, ya que en estos casos la Seguridad Social ha de abonar al pensionista una indemnización.
Al margen de estos supuestos por revisión, sí existen otras circunstancias en las que es posible perder el derecho a pensión. Uno de los más claros es, precisamente, no acudir a las revisiones del tribunal médico pertinentes para determinar nuestro estado de salud. No presentarse puede provocar la pérdida de la pensión o una reducción de la prestación.
También creará el mismo problema no presentar informes actuales. Una de las claves en las revisiones es la aportación por parte del pensionista de toda la información médica actualizada sobre su estado de salud, y si no se da, el tribunal puede argumentar que no existen razones para mantenerse la pensión o el grado de incapacidad permanente.
En cambio, puede darse la circunstancia de que, a la hora de hacer la revisión, el tribunal médico perciba que el estado del pensionista es mejor que el esperado y que se haya dado un error de diagnóstico. Esta es otra de las razones por las que se puede perder la pensión.
Fuera del campo de las revisiones, la realización de un nuevo trabajo supone el otro gran campo de las razones por las que se puede perder una pensión. Aunque algunos grados permiten la ejecución de trabajos, hay que tener en cuenta que si se desempeña la misma tarea por la que se generó el derecho a cobrar la pensión, la Seguridad Social no tardará en retirarla, ya que se pierde ese perjuicio y la imposibilidad de realizar dicho trabajo.
Además, hay casos más flagrantes. En esta categoría se encuentran la realización de actividades incompatibles con el estado físico (como deportes de riesgo), intentos de fraude en la obtención de la pensión, traslados a otros países sin la comunicación pertinente a la Seguridad Social o el abandono de tratamientos encaminados a mejorar o mantener nuestro estado de salud.