Economía

Más Europa y más PSOE después del batacazo de Murcia y el 4-M

  • Tanto Tezanos como Calvo le habrían advertido del deterioro político en las urnas
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. EFE
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Pedro Sánchez ha encontrado el momento propicio para dar un golpe de efecto y provocar una crisis de Gobierno de la que se viene hablando meses atrás. Sin duda el primer gran cambio vino de la mano de Pablo Iglesias. Su marcha supuso todo un revulsivo sacando de los titulares las continuas filtraciones y discrepancias dentro del primer Gobierno de coalición. Pero su abandono de la política hacía presagiar más cambios; sobre todo después de los indultos concedidos a los presos políticos por el procès del 1-O que, junto con la frustrada moción de censura de Murcia, el malísimo resultado del PSOE en las elecciones la Comunidad de Madrid, y el ridículo encuentro con Joe Biden en Davos han colocado al presidente en el momento más bajo de popularidad.

Lo que haya provocado esta crisis seguirá rellenando líneas y párrafos en los medios de comunicación, al menos durante días, pero, de lo que no hay duda es de que los sondeos han dado la espalda al secretario genera de los socialistas. Y eso es algo que -según fuentes parlamentarias consultadas por este diario- le ha transmitido su núcleo más próximo, entre los cuales se encuentran el histórico José Félix Tezanos -presidente del Centro de Investigaciones Sociológicas- y la ya exvicepresidenta primera, Carmen Calvo, harta de aguantar los envites permanentes de Unidas Podemos.

Más allá de que el problema sea Sánchez en sí mismo -como señalan sus críticos, así como el reguero de muertos políticos que va dejando por el camino-, hoy, más que nunca, el dirigente socialista necesita para sobrevivir, en primer lugar, de Europa. O mejor dicho, necesita de la buena o al menos de la menor mala gestión de los fondos de Recuperación. El líder PSOE precisa sacar músculo ante los electores, algunos de los cuales, o más bien, muchos de ellos han quedado arrasados por las consecuencias de una pandemia que no acaba de marcharse.

Tanto Tezanos como Calvo le habrían advertido del deterioro político en las urnas

De ahí que el presidente haya decidido enviar un mensaje a Bruselas y a los inversores internacionales de la continuidad y del predicamento de Nadia Calviño, quién ha sido firme en sus posiciones y muro de contención de muchos de los propósitos de esa otra parte del Gobierno de la que Sánchez no puede prescindir para seguir respirando: Unidas Podemos. Se trata, por tanto, de una difícil combinación para lo cual requiere de toda la capacidad de interlocución de Calviño en las instituciones europeas.

Una vez que se ha descubierto que los Fondos de Recuperación, Transformación y Resiliencia van inexorablemente unidos a una serie de condiciones y de reformas, que no son precisamente las que postula la formación morada, la vicepresidencia primera de Calviño se antoja indispensable en esta ardua tarea. Además, Sánchez tampoco cuenta con tantas manos expertas en esta materia. Y esa es la razón por la que el corazón económico del Gobierno de coalición se ha quedado intacto con José Luis Escrivá, María Jesús Montero y Reyes Maroto. Y es que llega el tiempo de aplicar reformas, dentro de un calendario exhaustivo, y los días corren en contra como para hacer ahora experimentos.

El único obstáculo, y no menor, es el ala podemita del Gobierno que se empeña en sacar adelante la reforma laboral y la subida del Salario Mínimo Interprofesional, dos puntos que levantan sarpullidos ante una peculiar situación de crisis económica como la de España, con el déficit y la deuda disparada.

Las patronales apoyan a Calviño, y sin diálogo social es inútil que cualquier esfuerzo cuaje en el Viejo Continente. Luego, tras la reforma laboral vendrán la sostenibilidad de las pensiones. Asunto espinoso que sigue sin aclararse, y de que Escrivá tendrá que destapar qué es lo que ha defendido ante Europa y qué es lo que va a mantener.

Entretanto, el otro punto flaco que ha llevado a Sánchez a acelerar una crisis de Gobierno, que negó el jueves de la semana pasada, y a ejecutó solo 48 horas más tarde, es cómo identificar al Partido Socialista con sus 'cabreados' votantes.

Los indultos y el 'arrodillamiento' permanente frente a los socios de Gobierno, y antes de investidura, ha menoscabado el caudal electoral de Pedro Sánchez cambiando la opinión ante las urnas. En Madrid se pudo ver con claridad. El trasvase de votos del PSOE a la candidatura de la dirigente popular, Isabel Díaz Ayuso, manifestó la absoluta evidencia de que las cosas no van bien para los socialistas. Ayuso se ha convertido en el azote de Sánchez, y cada vez que las terminales políticas y mediáticas arrecian contra ella, el PSOE se hace más pequeño.

De ahí que en un corrimiento de tierras -puede que más propagandístico que real-, Sánchez haya optado por desplazar a Miquel Iceta de la cartera de Política Territorial, ministerio encargado de organizar la Mesa Bilateral entre el Estado español y la Comunidad Autónoma catalana.

En esta crisis, Iceta -en muchas quinielas portavoz del Gobierno, en otras hasta vicepresidente primero- ha quedado relegado como ministro de Cultura, una cartera de mucho lustre pero de pocas competencias. Y para reemplazarle, Sánchez ha elegido a una castellano-manchega, la exalcaldesa de Puertollano (Ciudad Real), de la que dicen que, también es una clara defensora del federalismo. Pero la jugada no es esa. Por muy federalista que sea, una castellano-manchega no se acerca en su federalismo a un catalán o a un vasco, y eso es lo que el presidente ha buscado, mandar otro mensaje, el segundo, que no es otro que hacer un guiño al PSOE de toda la vida, que al final es el que le tiene que votar para seguir viviendo.

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