
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, enfrentan una ardua tarea para garantizar que el impuesto mínimo global de al menos el 15% a las multinacionales logre el respaldo legislativo en casa.
Una modificación de un tratado fiscal, como el respaldado por 130 países la semana pasada bajo el auspicio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), requiere 67 votos en el Senado. Es decir, al demócrata le resultará difícil aprobar los cambios si no hay un amplio apoyo bipartidista a las nuevas normas.
Algo que en estos momentos brilla por su ausencia. Los principales republicanos de la Cámara Alta han rechazado ya estos planes, lo que plantea dudas sobre la capacidad de la Administración Biden para aplicar un acuerdo mundial más amplio.
Según alegan, las prioridades que Biden ha establecido para los impuestos sobre los beneficios extranjeros de las empresas estadounidenses siguen un enfoque diferente al acordado por la OCDE.
Además señalan como el actual impuesto sobre la renta global intangible de baja tributación (GILTI, por sus siglas en inglés) y el impuesto sobre la erosión de la base imponible y contra el abuso (BEAT, por sus siglas en inglés) sólo se ajustan a grandes rasgos al nuevo acuerdo.
"En las negociaciones con la OCDE, la Administración Biden ya ha cedido un importante terreno al abrir la puerta a que no se aplique el GILTI y a que se acepte una estructura impositiva mínima global que favorezca a las empresas y trabajadores con sede en el extranjero en detrimento de las estadounidenses", justifica el congresista Kevin Brady, el principal republicano del Comité de Medios y Arbitrios de la Cámara de Representantes.
Algunos expertos aseguran que existe una posibilidad de que Biden pueda sacar adelante el impuesto mínimo global mediante una legislación que anule los tratados fiscales bilaterales existentes a través de una mayoría simple en el Senado como parte de los procedimientos de reconciliación presupuestaria.
Con la vicepresidenta Kamala Harris como voto de desempate, los demócratas controlan 51 escaños en la Cámara Alta, pero no pueden permitirse perder ningún voto demócrata.
Para Daniel Bunn, vicepresidente de la Tax Foundation, un think tank con sede en Washington D.C., reconoce que la Administración Biden "debe ser cuidadoso a la hora de diseñar las medidas para aplicar esto y ser conscientes de las diversas nuevas distorsiones que crearán estas normas".