
Europa celebró la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca con todo tipo de halagos y grandes declaraciones. Tras cuatro años de tormentosa relación con Donald Trump, los europeos por fin tenían la oportunidad de reencauzar la relación con su principal y más antiguo aliado.
Sin embargo, más allá de las buenas palabras y algunos gestos, el 'reseteo' de la relación transatlántica todavía tiene que producirse, sobre todo en el terreno comercial.
La UE y EEUU celebrarán este martes la primera cumbre bilateral de la era Biden, como parte de su primera gira internacional que también le llevó a la cumbre del G7 y de la OTAN. El líder Demócrata se reunirá con los presidentes del Consejo Europeo y de la Comisión Europea, Charles Michel y Ursula von der Leyen.
Fuentes comunitarias valoraron la rapidez con la que la relación bilateral ha mejorado, sobre todo por el esfuerzo de la Administración Biden de volver al sistema multilateral que dinamitó Trump.
Más allá de los valores compartidos, el encuentro servirá para saber hasta qué punto los intereses de ambos lados se solapan y la cooperación cristaliza en aspectos como la recuperación económica, la lucha contra la pandemia, o el desafío que representan Rusia y China.
Desde Europa, la prioridad es abordar las disputas comerciales que ambos lados mantienen desde la era Trump. La primera está relacionada con los aranceles que Bruselas y Washington se impusieron mutuamente en el contexto de las ayudas que otorgaron a sus fabricantes de aviones Boeing y Airbus. Las tensiones comerciales también aumentaron cuando EEUU decidió gravar las importaciones de acero y aluminio de los europeos, al considerarlos una amenaza para la seguridad nacional.
Fuentes comunitarias subrayaron que se están realizando "muchos y buenos esfuerzos" para resolver estas disputas, y existe el compromiso mutuo para resolverlos. Sobre el calendario, apuntaron que el objetivo sería conseguir resultados para finales de este año.
En el caso de los aranceles al acero y aluminio, un borrador de la cumbre mencionaba diciembre como fecha para poner fin la disputa. Sin embargo, la resolución puede que no este tan cerca para los estadounidenses. Para allanar el camino y como gesto de buena voluntad, Europa decidió no incrementar sus medidas compensatorias a principios de este mes como estaba previsto, y que penalizan a productos estadounidenses como el bourbon.
En el caso de las ayudas a los fabricantes de aviones, Bruselas y Washington llevan meses discutiendo sobre la base de la propuesta que realizó la UE para limitar los fondos públicos que dedican al sector. Suspendieron temporalmente la aplicación de las tasas, y el acuerdo podría estar más cerca que en el caso del acero y del aluminio.
Otra de las grandes prioridades en el frente comercial es la reforma de la Organización Mundial del Comercio, para que aborde mejor desafíos como los subsidios industriales que concede China, y el desbloqueo de la renovación de su corte de apelación, que deja inservible la resolución de conflictos en el organismo.
Uno de los principales resultados de la cumbre no obstante será la creación de un Consejo de Comercio y Tecnología. Europa lleva empujando para crear este nuevo organismo desde la victoria de Biden. Según explican fuentes comunitarias, esta nueva cooperación más "estructurada" en la esfera digital busca asegurar las cadenas de suministro, el acceso a materias primas y la producción en áreas estratégicas, como los microchips. Además, servirá para fijar estándares y nuevas normas en campos innovadores como la inteligencia artificial y los grandes gigantes digitales.
Los socios transatlánticos también dedicarán tiempo a la pandemia, discutiendo cómo incrementar la producción de vacunas para el covid-19 y el asunto de las patentes, que EEUU propuso suspender temporalmente. También hablarán sobre la recuperación económica y reservarán un amplio apartado al análisis de la seguridad y los desafíos exteriores, sobre todo Rusia y China. Biden quiere empujar a sus socios, ya sea en el seno del G7, de la OTAN o los de la UE, a tomar una posición más asertiva frente a China. Sin embargo, los europeos observan la relación con Pekín con matices, al considerar al gigante asiático como socio, competidor y rival sistémico, sobre todo por su modelo político.