
Christine Lagarde y el propio BCE dejaron sin resolver las grandes incógnitas que arrastra la actual situación de pandemia y, además, añadieron alguna más al laberinto en el que se ha convertido el mayor despliegue de estímulos realizado por la institución hasta la fecha, mientras crecen las presiones inflacionistas. Muchos expertos esperaban una orientación más clara de cuándo se debe producir una revisión de la posible finalización del PEPP, el programa de emergencia de deuda soberana, y piden fecha para conocer la revisión de la estrategia, anunciada por Lagarde a finales de 2019.
El BCE ha ganado tiempo con la reunión de ayer antes de verse obligado a tomar decisiones para comenzar a retirar el PEPP, que tiene una capacidad de 1,85 billones de euros, o por lo menos enviar una señal de que el mayor paquete de estímulo movilizado en la historia de la institución tiene fecha de caducidad. El consenso del mercado opina que hasta septiembre no se abordarán los puntos más peliagudos. Lagarde se está adueñando la ambigüedad para transitar por un territorio inexplorado como es el repliegue de las ayudas, sin dañar la recuperación, y mientras la inflación hace acto de presencia, recordando que la política monetaria tiene sus límites.
"El verano será para las palomas", comenta de Jacqui Douglas, jefa macro de TD Securities, en referencia a que los miembros del Consejo de Gobierno más partidarios de mantener intactas las medidas adoptadas han ganado temporalmente la partida frente a los halcones, que ya habían advertido que era hora de pensar en endurecer la política monetaria. "Lagarde nos preparó para un giro más agresivo, en septiembre", apunta la experta.
"Vamos a continuar con las compras a un ritmo significativamente mayor que durante los primeros meses de 2021, vamos a hacer eso en los próximos tres meses de acuerdo con las condiciones del mercado y lo haremos con el atributo central de PEPP, que es flexibilidad en todas las clases de activos, flexibilidad en el tiempo, flexibilidad en la geografía", explicó Lagarde ante la insistencia de los periodistas de buscar concreción.
Pero la discusión sobre si hubo debate para reducir las compras quedó sin resolver. "Hubo debate sobre el ritmo de compras, sobre algunos aspectos analíticos en el uso de nuestros instrumentos, por eso utilizo las palabras de acuerdo. Hubo aquí y allá un par de puntos de vista divergentes y no hubo unanimidad en todos los ámbitos".
Las grandes problemas siguen sin resolverse en gran medida, comentan desde Bank of America. "La orientación sigue siendo corta", indican en una nota a clientes. El horizonte temporal del PEPP está fijado hasta marzo de 2022. Pero el BCE ha ido modulando su mensaje. El fin del programa pandémico ha quedado vinculado a cuando el banco considere terminada la crisis del coronavirus. "Cualquier discusión sobre la salida del PEPP sería prematura, es demasiado pronto y llegará a su debido tiempo", repitió Lagarde. Incluso llegó a decir que no se ha abordado.
El debate, por lo que contó la banquera gala, se centro en el volumen de compras. El BCE tiene la costumbre de desacelerar la compra de bonos durante agosto para no distorsionar al mercado ante la caída de volumen que se da en periodo estival. Según Bloomberg, algunos miembros querían acelerar compras en julio y septiembre para compensar un agosto más débil, mientras otros querían reducir el volumen promedio al tiempo que se mantengan las condiciones de financiación.
"Mantener el ritmo significativamente más alto de las compras del PEPP durante el verano tiene sentido, en nuestra opinión, en términos de gestión de riesgos y se trata de una medida moderada", opina Apolline Menut, economista para la zona euro de AXA Investment Managers.
"La reunión de septiembre podría ser interesante, ya que el BCE tiene previsto concluir la revisión de la estrategia en torno a esa fecha y probablemente comenzará a comunicar la estrategia del PEPP para 2022", adelanta Konstantin Veit de PIMCO.
La revisión estratégica se convirtió en otro de los grandes asuntos por resolver por Lagarde ayer, cuando fue preguntada si será primero la guía para el PEPP o la revisión estratégica. Los expertos de Bank of America indican que se desconoce "el momento y el resultado de la revisión de la estrategia", con lo que supone un aumento de nerviosismo para el mercado, que "probablemente aparezca durante las vacaciones de verano".
"Estamos todavía en proceso de revisión", explicó ayer Lagarde, que argumentó que los trabajos fueron suspendidos por el covid. "Espero que podamos dar el resultado de la revisión de la estrategia en la segunda mitad del año", señaló.
"No aportó ninguna claridad sobre el resultado de la revisión de la estrategia", comenta Menut al respecto, al tiempo que señala que "creemos que el banco central debe abordar la ambigüedad de su definición de estabilidad de precios para dejar claro que es adecuadamente simétrica" y, así, permitir "un cierto rebasamiento de la inflación, necesario para volver a anclar las expectativas de precios a largo plazo en el 2%". A falta de una estrategia clara, las presiones inflacionistas juegan a favor de los halcones y del riesgo de asumir una retirada prematura de los estímulos, indica la experta de AXA.
Por esta circunstancia, a algunos expertos sorprendió la fuerte revisión al alza del crecimiento. Se ofrecieron argumentos para que en septiembre se endurezca el mensaje. Hubo "un gran cambio en las previsiones de crecimiento sin un desencadenante claro, y se rompió el vínculo entre crecimiento e inflación, y no juega a favor del banco central", dicen desde Bank of America.
Para David Kohl, economista jefe de Julius Baer, "subraya que el BCE considera que el actual repunte de la inflación es transitorio y no es motivo para discutir el endurecimiento de la política monetaria".