Gran parte del poder de los bancos centrales es el poder ilimitado en el imaginario del mercado. Pero el BCE en la reunión del próximo jueves podría vislumbrar los "límites reales" del programa de emergencia de compras de deuda, conocido como PEPP por sus siglas en inglés. Algunos expertos advierten de que llegados a este punto, ya solo quedará rezar para que las vacunas funcionen y haya una recuperación sin incidentes.
Pocas veces a los analistas les ha costado tan poco realizar la previsión sobre el próximo movimiento del BCE. La presidenta del banco, Christine Lagarde, y el resto de banqueros han telegrafiado su próxima decisión, pero, además, una simple operación muestra hasta dónde puede llegar el guardián del euro. "Las cuantificaciones exactas son difíciles, pero más allá de los 600.000 millones de euros para complementar el PEPP, el BCE estaría navegando muy cerca de su tope", señala el economista jefe de la gestora AXA IM, Gilles Moëc.
Por ello, la mayoría de previsiones se ajustan a un incremento de 500.000 millones de euros en la capacidad de fuego del PEPP, confiando en que el BCE se deje un pequeño margen de maniobra. La fortaleza de la última arma del banco central reside en que ha sido la herramienta de alivio cuantitativo más flexible de la que ha dispuesto nunca. Los inversores no saben ni cuando ni en la deuda de qué país va a comprar deuda de manera masiva. Por primera vez, las compras de papel soberano han superado el 30% de la deuda negociable del emisor, y la ha repartido a su antojo para tener bajo control las primas de riesgo.
"El PEPP es el instrumento adecuado para un control flexible de la curva de rendimiento, ya que el PEPP se refiere tanto a la postura general de la política monetaria como al canal de transmisión. El componente de la postura no es específico de un país o sector y permite al BCE adquirir activos de acuerdo con la clave de capital. El componente de transmisión es específico de cada país o sector y permite al BCE desviarse de la pauta de compra más regular", explica Konstantin Veit, de la gestora PIMCO.
De hecho, el BCE ha sido capaz de controlar los intereses de la deuda de los países más golpeados por la pandemia con limitadas compras reales, recuerda Moëc, pero el próximo incremento en su potencial de fuego ya le llevará a acercarse a vislumbrar su "límite real". Para este experto la capacidad del BCE se sitúa en la posición minoritaria en la deuda de cada Estado Soberano, no podría superar el 50% del capital de la deuda de un país. Una cifra que estaría muy próxima a un aumento de 600.000 millones del PEPP.
Esta frontera la marcó el TJUE cuando el anterior programa de compra, PSPP por sus siglas inglés, llegó al tribunal tras varias demandas procedentes de Alemania cuestionaban su legalidad. El alto tribunal europeo despachó la causa fácilmente, basándose en la proporcionalidad de la actuación del BCE y descartando que estuvieran financiando de manera directa a los países. Algo que propició un duro enfrentamiento entre el Tribunal Constitucional de Alemania y el propio TJUE. La crisis institucional se cerró con el respaldo político de Alemania al BCE, pero sentó un serio precedente de hasta dónde puede ser tolerada la intervención del banco central, sin desatar otra tormenta entre instituciones.
Las vacunas y el propio carácter temporal del PEPP hacen pensar que si no hay ningún contratiempo el BCE podrá ir recuperando la normalidad de su política monetaria. Entre los expertos hay más dudas de cuánto tiempo prolongará el uso del programa, hay tener en cuenta que el PSPP todavía sigue activo, pero se baraja entre seis y doce meses.
"Pero el fin del PEPP planteará cuestiones espinosas para los Gobiernos. ¿Cómo de saludable puede ser que para cuando la crisis de la pandemia termine, no quede ninguna capacidad acomodaticia adicional de la que hablar, al menos dentro de las limitaciones actuales que pesan sobre el BCE?", cuestionan desde AXA. Al BCE no le quedará más remedio que rezar por una recuperación sin incidentes después de la pandemia.