Noviembre cerró con 25.269 parados más inscritos en las oficinas de empleo, lo que supone el mayor incremento en ese mes desde el año 2012 y arroja una cifra total de desempleados de 3,85 millones. En perspectiva, son 653.000 más que hace un año. En términos de afiliación, la radiografía es algo más positiva, con casi 32.000 cotizantes más de media que en octubre: permite a España superar los 19 millones de afiliados por primera vez desde que saltó la pandemia.
Pero si buceamos un poco más en las cifras que hoy ha publicado el Ministerio de Trabajo hay un dato que llama especialmente la atención y reduce cualquier atisbo de optimismo que pudiese existir, además de poner todavía más de manifiesto cómo la economía española sigue sin suficientes mecanismos de creación de empleo -contexto actual aparte- y pagando las consecuencias de una demasiado elevada exposición al sector servicios y una alta temporalidad.
No es algo nuevo, aunque no por ser una constante de nuestro mercado laboral deja de sorprender: el último día de mes volvió a producirse una sangría de afiliados. Aunque durante el pasado mes de noviembre la afiliación media creció, el lunes 30 se registraron casi 215.000 bajas en la Seguridad Social. Un dato que se vio compensado con las 123.000 altas que se registraron ese mismo día pero que arroja una realidad: en el último día del mes se esfumaron 91.900 empleos ni más ni menos.

"El espejismo de las campañas comerciales efímeras se vio en el último día del mes: del Black Friday pasamos al lunes negro, con casi 215.000 bajas en la Seguridad Social, y destrucción neta de casi 100.000 puestos de trabajo", denuncia Joaquín Pérez, secretario general de USO.
Los rebrotes y el incremento de las restricciones administrativas en buena parte de España por la segunda ola de la pandemia se ha llevado por delante lo poco que estaba empezando a secarse en la orilla, señala USO.
No en vano, el número de trabajadores en expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) cerró el mes de noviembre en 746.900 personas, lo que supone 18.487 trabajadores más que en octubre y 40.650 más desde finales de septiembre.
"Los servicios son nuestro punto débil cada vez que se imponen nuevas restricciones y, sin embargo, no se trabaja en la alternativa a la creación de riqueza y empleo en otros sectores", recuerda Pérez.
Las nuevas contrataciones también se contagian de la crisis sanitaria. A pesar de las campañas comerciales, la incertidumbre con respecto al mes de ventas por excelencia mantiene en suspenso la creación de nuevos puestos de trabajo. "Los contratos firmados han bajado con respecto al pasado noviembre, y lo han hecho sobre todo los indefinidos. Este mes, ha dejado de firmarse 1 contrato de cada 4. Y, además, el 40% de los que sí se han formalizado han sido con jornadas parciales. Poco empleo y de mala calidad. Y de nuevo el temor al fin de los ERTE en enero porque siguen siendo el único sostén de muchísimas familias en nuestro país", sentencia el secretario general de USO.