Economía

Johnson reivindica ante la UE sus credenciales pro-Brexit tras la estampida de sus asesores

  • Bruselas cree que la marcha de los cerebros de Vote Leave facilita el entendimiento
El premier británico, Boris Johnson. EFE
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La maquinaria de Downing Street ha lanzado una ofensiva de reivindicación de las credenciales brexiteras de Boris Johnson, tras la estampida del Número 10 de los cerebros tras la victoriosa campaña a favor de la salida de la Unión Europea en el referéndum de 2016. El primer ministro británico afronta con su equipo diezmado la crucial semana que decidirá el acuerdo comercial con Bruselas, donde consideran que la repentina marcha del otrora todopoderoso asesor Dominic Cummings facilitará el entendimiento.

La interpretación comunitaria de las luchas cainitas en el entorno de Johnson preocupa a su renovado círculo de asesores, que se ha encargado de aclarar al frente eurófobo que nadie es más pro-Brexit que el premier. Su propio negociador jefe, David Frost, lo puso de manifiesto en los prolegómenos del diálogo reiniciado este lunes en Bruselas, al subrayar la falta de avance en las conversaciones de la semana pasada y, por si hubiera dudas sobre el significado del abandono de Cummings, con el recordatorio de las líneas rojas que rigen desde que Johnson llegó a Downing Street.

Cualquier potencial concesión en nombre del acuerdo necesitará de la intervención directa de Johnson

El aviso a Europa es simple, el acuerdo solo será posible si es "compatible" con la soberanía británica y garantiza la repatriación íntegra de la sagrada trinidad del Número 10: leyes, autonomía comercial y control sobre las aguas. En consecuencia, a priori, la UE no debería esperar que la marcha del hasta el pasado viernes asesor jefe del primer ministro afecte a una negociación a la que se le acaba el tiempo, si las partes pretenden que los Veintisiete puedan aprobar cualquier entendimiento.

Sin embargo, el panorama al norte del Canal de la Mancha es más difuso. Si Cummings y el hasta hace una semana jefe de Comunicaciones de Johnson, Lee Cain, otro peso pesado de Vote Leave, perdieron en la pugna por el poder interno; otra gran batalla está abierta en el seno del Gobierno, con el Ministerio del Tesoro a la cabeza del frente que presiona por un pacto con la UE, con el apoyo de otros departamentos clave como el de Negocios, o el de Cultura, que se han unido para. demandar más flexibilidad que la mostrada por Frost.

El conflicto es tal que cualquier potencial concesión en nombre del acuerdo necesitará de la intervención directa de un Johnson cuya capacidad de decisión está cada vez más cuestionada, empezando por sus propios asesores. El proceso sigue estancado en las trabas que lo habían bloqueado desde el principio: la pesca, un contencioso menor económicamente, pero de vital relevancia en la dialéctica política; y las diferencias en materia de alineamiento normativo, es decir, la exigencia comunitaria de garantizar competencia en igualdad de condiciones, para evitar que las empresas británicas partan con ventaja.

El problema para Johnson es que cualquier margen de maniobra que aproveche para saldar el diálogo con éxito se considerará una muestra de debilidad, tanto ante los Veintisiete, como sobre la percepción de que era Cummings quien verdaderamente movía los hilos. Como prueba, diputados conservadores fuertemente pro-Brexit han sido contactados por Downing Street para asegurar que no habrá claudicación en materia de Brexit y desmentir como "un total sinsentido" que el Gobierno esté preparado para, entre otras cesiones, ampliar la transición que debería llegar a su fin el 31 de diciembre.

Pese a todo, el premier necesita el acuerdo, no solo porque lo había prometido como prueba de su valía como gobernante. Tras haber arrasado en las generales de hace un año con el mantra 'Get Brexit Done' ('Materialicemos el Brexit'), para Johnson resultaría extremadamente difícil explicar al electorado el caos que, según organismos oficiales, ocasionaría cerrar la actual fase de implementación sin un marco de relación con el destino de la mitad de las exportaciones británicas, desde interminables colas en los puertos de entrada al país, hasta el desorden absoluto en los controles aduaneros, para los que Reino Unido no estaría preparado.

Reconstrucción del liderazgo

Los acontecimientos que podrían provocar un vuelco en la negociación con Bruselas se precipitaron la semana pasada, cuando la pugna por el poder se saldó a favor de un heterogéneo frente opuesto al creciente poder de las mentes pensantes tras la campaña de Vote Leave (Vota Salir). Para Cummings, resultó claro que la influencia de, entre otros, Carrie Symonds, la prometida de Johnson, en su día jefa de Comunicaciones del Partido Conservador, era incompatible con su continuidad. Su marcha ha desencadenado una operación de reseteo integral para reconstruir el liderazgo del premier.

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