Economía

Las dos realidades del mercado laboral de EEUU ante el azote de la pandemia

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Estados Unidos celebra el Día de su Independencia en medio de la crisis económica derivada de la pandemia del covid-19. Una situación que ha sumido a la mayor economía del mundo en lo que muchos consideran será la recesión más profunda desde la Gran Depresión pero también la más corta. En la última semana, los brotes verdes, especialmente dentro de la actividad manufacturera, que en junio alcanzó máximos de 14 meses y volvió a expandirse, indican que la recuperación estaría en march

Sin embargo, los estadounidenses se marchan de puente por la festividad del 4 de julio con un nuevo récord de infecciones diarias, que el jueves alcanzaron las 52.000. Con estados como Texas, Florida, Arizona y California frenando o dando marcha atrás en la desescalada, los datos de empleo correspondientes al mes pasado dejan cierto sabor agridulce.

Al fin y al cabo, aproximadamente el 40% de los puestos de trabajo creados en junio se concentraron en sectores como el ocio y la hostelería, ambos muy sensibles a la reapertura económica. El país ha recuperado entre mayo y junio alrededor de 7,5 millones de los empleos destruidos desde marzo pero el regreso al pleno empleo, con una tasa de paro del 3,5% como la registrada antes de la pandemia, se promete complicada. De hecho, la propia Reserva Federal no ve el paro en un rango del 4,1% hasta por lo menos 2023.

El mercado laboral patrio enfrenta múltiples riesgos. Más de tres meses desde que comenzase la pandemia, las solicitudes iniciales de subsidios por desempleo siguen siendo sensiblemente altas. La semana pasada al menos otros 1,4 millones de estadounidenses solicitaban estos beneficios. Sobre una base no ajustada estacionalmente, los reclamos iniciales totales superan los 45 millones desde que comenzó la crisis de COVID-19.

"El patrón de esta crisis no es normal", señala Paul Donovan, economista jefe de UBS Global Wealth Management. "Este no es un ciclo de "burbuja, explosión de la misma y recuperación. Esta es una desconexión abrupta de las economías, seguida de una conexión relativamente abrupta. No es probable que las empresas y los consumidores reaccionen como lo han hecho en el pasado", afirma. En este sentido, el mercado laboral se postula como un escenario en el que se representan dos realidades bien distintas.

Por un lado, parte de las personas temporalmente desempleadas están volviendo a sus puestos de trabajo mucho más rápido que en un ciclo económico normal. Las empresas de estos sectores simplemente entraron en una breve hibernación y las consecuencias laborales del bloqueo han sido temporales. En este grupo también se encuentran tanto los empleados de servicios esenciales como aquellos individuos que han seguido trabajando de forma remota y que, al hilo del confinamiento se han visto obligados a ahorrar.

Para Donovan, aquellos que cuentan con cierta seguridad laboral salen del encierro con intención de darse algún lujo, algo que explicaría parte del repunte en el gasto del consumidor de mayo, que subió un 8,2%. También el registrado en la ventas minoristas, que se dispararon un 17,7%.

Sin embargo, otro conjunto de estadounidenses enfrenta un futuro más sombrío. Algunos sectores de la economía ya estaban avocados al fracaso antes de que comenzara la crisis y la pandemia no ha hecho más que adelantar lo inevitable.

El efecto de esta situación ha quedado atenuado por los programas de alivio con epicentro en Washington. Los legisladores y la Casa Blanca han aprobado hasta la fecha planes por valor de alrededor de 2,8 billones de dólares, donde se han incluido pagos directos a individuos de 1.200 dólares y una contribución extra semanal a los desempleados de 600 dólares. Ésta última medida expirará a finales de julio. Es decir, sin ese dinero adicional el poder adquisitivo de los estadounidenses en el paro se reducirá sensiblemente.

"Se espera que los legisladores aprueben otro paquete de rescate fiscal en las próximas semanas, aún así su tamaño precio debería aumentar con las nuevas infecciones", avisa Mark Zandi, economista jefe de Moody´s Analytics, quien recuerda que si las negociaciones fracasan, "la economía seguramente se contraerá de nuevo este otoño". 

Al fin y al cabo, sin más ayudas, muchos estadounidenses que entraron en la crisis viviendo mes a mes con sus salarios, incrementarán los impagos de préstamos e hipotecas. La Oficina Presupuestaria del Congreso (CBO, por sus siglas en inglés) indica que cada trimestre hasta finales de 2021, los consumidores estadounidenses comprarán entre 300.000 y 370.000 millones de dólares menos de lo que hubieran gastado si la pandemia nunca hubiera hecho acto de presencia.

Esto tendrá un efecto dominó entre las pequeñas y medianas empresas. Pese a que el Programa de Protección de Nóminas (PPP, por sus siglas en inglés) ha ofrecido préstamos a fondo perdido por valor de 670.000 millones de dólares y relajado sus requisitos, se estima que al menos 100.000 pequeños comercios cerrarán sus puertas para siempre. 

Tampoco hay que pasar por alto el efecto que la crisis está teniendo en los presupuestos de los gobiernos estatales y locales que, sin intervención federal, se verán obligados a reducir servicios drásticamente.

Según los cálculos de Dan White, economista de Moody´s Analytics, sin ayuda adicional, los estados y ciudades se verán obligados a recortar hasta 500.000 millones de dólares de sus presupuestos en los próximos dos años fiscales. "Hasta junio del próximo año, esto reduciría más de 2 puntos porcentuales del PIB y costaría más de 3 millones de empleos", añade.

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