
La pandemia del coronavirus y el confinamiento ha puesto a prueba la capacidad de teletrabajo en España. Según el Banco de España, una gran parte de las empresas ha optado por esta modalidad para mantener su actividad. La buena noticia es que seguramente ha venido para quedarse de manera indefinida, pero algunos expertos apuntan a que no solo traerá beneficios, también aumentará la brecha de la desigualdad entre salarios y territorios. La estructura del tejido productivo del país, con alta dependencia del sector servicios de escaso valor añadido, ya está provocando fuertes desajustes entre los empleos que se han podido refugiar en el teletrabajo y los que no. El desarrollo del empleo a distancia abrirá aún más la brecha.
El teletrabajo se ha convertido en la tabla de salvación de muchas empresas y trabajadores durante el confinamiento para mantener la actividad. Según un informe del Banco de España, una gran mayoría de compañías han impulsado esta fórmula para minimizar el impacto de las medidas de distanciamiento social. En concreto, el 80% de las empresas encuestadas han aumentado el teletrabajo entre sus plantillas. Es evidente que no todas las empresas se han podido beneficiar de ello, empezando por las que se han visto obligadas a suspender su actividad y terminando por las empresas que requieren una fuerte presencia física en su día a día.
El documento analiza el punto de partida de España en teletrabajo y hasta dónde puede llegar en un futuro. El porcentaje de ocupados que trabajaron desde su residencia ascendió al 8,3% en 2019. Brindusa Anghel, Marianela Cozzolino y Aitor Lacuesta proyectan que el porcentaje se podría elevar hasta el 30,6%, al analizar las características de cada sector y los puestos de trabajo. Los expertos subrayan que el potencial del teletrabajo está limitado por el peso específico de determinados sectores, como la agricultura, la construcción, la hostelería, en la estructura productiva del país. En estas actividades difícilmente el trabajo desde casa es y será una alternativa.
Este hecho ya refleja como el teletrabajo, en la actual situación, no será neutro en la distribución de las rentas del trabajo. Las cifras que desagrega el informe apuntan a que los trabajadores indefinidos, con mayor experiencia y en los sectores que se necesita mayor cualificación, características comunes a mejores salarios, son los que más se han beneficiado del empleo a distancia. En mitad del confinamiento y de medidas restrictivas para ir al puesto de trabajo habitual, la posibilidad del teletrabajo se ha convertido en un factor determinante para estar dentro de un ERTE o en el peor de los casos ser despedido.
Los datos de destrucción de empleo de marzo y abril avalan está interpretación. Los despidos se han cebado especialmente con los contratos temporales, con los trabajadores más jóvenes y en el sector servicios y en otros sectores más expuestos a la presencia física en el puesto de trabajo. Teniendo en cuenta que la pérdida de empleo es el vector más importante que explica el crecimiento de la desigualdad en las rentas, el teletrabajo se ha convertido en un reflejo de la misma.
Los economistas del informe señalan que entre los asalariados, el empleo a distancia es algo mayor para los trabajadores con contrato indefinido y, dentro de este colectivo, el predominio del teletrabajo aumenta con el número de años de experiencia laboral. Si en 2009 las diferencias no fueron significativas entre temporales e indefinidos, la brecha se agranda teniendo en cuenta el potencial para terminar trabajando a distancia. Por características laborales, los asalariados con contrato indefinido serían los que tendrían más margen para aumentar su potencial de teletrabajo: la proporción estimada de asalariados indefinidos que podrían trabajar en su casa es del 31%, frente al 5% observado. Para los temporales se situó en el 3% y su potencial es del 22%. Los trabajadores con contrato indefinido cobraron de media 2.142,2 euros en 2018, mientras que los que tienen un contrato temporal cobraron 1.389,7 euros.
Las actividades cualificadas, que habitualmente requieren una mayor formación y las que tienen una mayor remuneración y estabilidad laboral, han sido más proclives al teletrabajo. Según el documento, esta modalidad ha sido realizada en la actualidad por alrededor del 80% del total de ocupados que llevan a cabo parte de su trabajo a distancia y son las que también presentan mayor margen de mejora. Existe una diferencia importante entre los trabajadores con grado universitario o superior y los demás colectivos, ya que la representatividad del primer grupo en el total de aquellos que trabajan en remoto es de más del doble que en el total de ocupados que nunca trabajan desde casa. Esta brecha puede aumentar en un futuro con la expansión del trabajo desde casa. Por nivel educativo, la estimación del número potencial de ocupados con teletrabajo muestra que el colectivo más cualificado podría elevar el porcentaje de personas que trabajan desde casa hasta el 51%. Los expertos señalan que aproximadamente el 60% de las tareas de los grupos técnicos y profesionales de apoyo, directores y gerentes o técnicos y profesionales científicos e intelectuales y el 45% del grupo empleados contables, administrativos y otros empleados de oficina podrían realizarse mediante teletrabajo. Sin embargo, destacan que sectores como la agricultura, la construcción, la hostelería y el servicio doméstico, en los que la posibilidad de teletrabajo es limitada.
¿Qué incidencia tendrá el teletrabajo en la desigualdad?
El teletrabajo está generando un vivo debate en los académicos. El informe del Banco de España pone las cifras segregando a los grupos donde está y tendrá mayor incidencia. Pero otros expertos van mucho allá destacando que la posibilidad de teletrabajar aumenta según el nivel de salario. Juan César Palomino, Universidad de Oxford, Juan Gabriel Rodríguez y Raquel Sebastián, de la Universidad Complutense de Madrid inciden en que un puesto de trabajo en una escala salarial elevada es menos vulnerable a las medidas que se han tomado de distanciamiento social.
Los expertos destacan que el impacto de la pandemia generará un mayor grado de desigualdad salarial en España. En el shock inicial se ha observado una asimetría con sectores como el turismo o la construcción que no han podido recurrir al teletrabajo. Y prevén que la brecha en renta se agrave en plena recesión con el desarrollo del trabajo a distancia. "La caída del consumo y los efectos de segundo orden de la oferta y demanda sobre el empleo no harán sino amplificar esta tendencia hacia una mayor dispersión salarial, no estamos hablando, por tanto, solo de una importante caída previsible de la renta per cápita en España, también de un incremento igualmente significativo de la desigualdad", concluyen.
El análisis del Banco de España no incide en este extremo pero sí apoya la teoría de un aumento de la desigualdad por el uso del teletrabajo. En la segregación de los datos, los grupos con mejores condiciones salariales son los que más se benefician del teletrabajo. Por edades, la incidencia del teletrabajo aumenta con la edad, y es especialmente intensa a partir de los 55 años y, sobre todo, para los mayores de 65. Habitualmente, el trabajador gana más cuanta mayor experiencia acumula. Y todavía es más importante el estudio del organismo en el análisis por distribución territorial.
La Comunidad de Madrid, País Vasco y Cataluña son las regiones de España que tienen un mayor potencial de teletrabajo. Precisamente son las zonas más ricas del país y donde se tiene un salario medio más elevado. Si el salario medio en España fue de 1.944,4 euros mensuales en 2018, en Madrid ascendió a 2.264 euros, en País Vasco a 2.241 euros y en Cataluña se se situó en 2.067 euros. La tesis de que el teletrabajo generará una mayor desigualdad en rentas y por territorios también se cumple en la regiones donde los salarios son más bajos. Extremadura, Canarias y Andalucía, las comunidades con un sueldo más bajo, son las que tienen un menor potencial el desarrollo del teletrabajo. Justamente son regiones donde los sectores como la agricultura y la hostelería tienen un mayor peso en el tejido productivo y menor margen de mejora en el trabajo a distancia.
España suspendía en teletrabajo, queda por debajo de la media europea
Con casi toda seguridad, el Gran Confinamiento ha acelerado el proceso de teletrabajo a marchas forzadas. Los autores del informen advierten de que está presión por mantener la actividad en muchas empresas ha podido ser contraproducente. "El teletrabajo ha venido forzado por las circunstancias, sin que el trabajador haya tenido la oportunidad de realizar una inversión adecuada previa en equipamiento para su casa o en formación". Los expertos destacan que los efectos negativos tienen mayor incidencia en para tareas urgentes y complejas, muy por encima trabajos creativos.
España, antes de la pandemia, partía de una expansión del teletrabajo precaria respecto al resto de países de la Unión Europea. Se situaba en el furgón de cola entre los estados que menor porcentaje de uso. En 2018, último año para el que se dispone de información homogénea, el 13,5% de los ocupados de entre 15 y 64 años trabajaban a distancia en la Europa de los 28, según Eurostat. En cabeza, se encontraban los países del norte de Europa con un mayor arraigo del teletrabajo, mientras que, en los países del sur y del este, esta práctica se utiliza con menos frecuencia. En los Países Bajos y en Suecia más del 30% del total de trabajadores desarrollan su actividad laboral a distancia, al tiempo que esta modalidad de trabajo es prácticamente inexistente en Chipre, Bulgaria o Rumanía. España se sitúa por debajo de la media europea, con un 7,5%, 6 puntos porcentuales (pp) menos que el promedio europeo y claramente distanciada de las cifras de otros países grandes, como Francia (20,8%) o Alemania (11,6%).
Parte de este mal resultado, se explica por el poco desarrollo experimentado en los últimos diez años. Mientras en Países Bajos, Suecia y Estonia se acrecentó en un 10% está modalidad de trabajo, en España solo registró un crecimiento del 1,7%.