
Una amenaza recorre España: ser intervenida por la Unión Europea, el Banco Europeo y el Fondo Monetario Internacional. Es decir, que la troika nos mande a los hombres de negro para que eviten la quiebra financiera. Eso supondría un 35% menos de salarios y un 40% menos en pensiones.
Tan sólo un pacto transversal similar al firmado en octubre de 1977 en el Palacio de la Moncloa podría evitarlo. Si hace 43 años el principal objetivo del entonces presidente del Gobierno, Adolfo Suárez fue doblegar la hiperinflación, ahora el objetivo de Pedro Sánchez es doblegar un hiperendeudamiento.
Los Gobiernos saben perfectamente qué tienen que hacer, lo que no saben es cómo hacerlo sin perder las próximas elecciones. Unas crisis tan profundas como las provocadas por el crack petrolero en 1973 y la pandemia del Covid-19 no solo se llevan por delante a los Gobiernos sino también las democracias. Se trata, por tanto, de crisis sistémicas que requieren fuertes sacrificios que deben adoptarse con el concurso de toda la sociedad.
Una Segunda Transición
Si los Pactos de la Moncloa fueron el andamiaje para facilitar la elaboración de la Constitución de 1978, que dio pie a la Transición de una dictadura a la democracia; los Pactos de la Reconstrucción tienen que servir para facilitar una reforma constitucional y una Segunda Transición.
Existen grandes diferencias entre ambos acuerdos, pero como dice uno de sus mullidores, José Luis Leal, el método de los primeros puede ser útil para articular los segundos. En el fondo, lo más útil de este tipo de acuerdos es la fotografía. Esa imagen de unidad ante el peligro es el mensaje que quiere ver la sociedad, los mercados y las cancillerías extranjeras. Por tanto, quien no salga en ella no existe.
Lo más útil de este tipo de acuerdos es la fotografía
Las reticencias que plantea actualmente de la oposición, que piensa que se trata de un balón de oxígeno al Ejecutivo, son muy similares. En los Pactos de la Moncloa fue Felipe González quien no quería firmar. PSOE y UGT temían que era un plus a los comunistas que no habían ganado en las urnas. Por el contrario, el PCE de Santiago Carrillo y las Comisiones Obreras de Marcelino Camacho estaban encantados. Representaban un avance hacia una economía y una sociedad planificada frente la economía de mercado y el pensamiento liberal. Keynes se imponía a Hayek; la socialdemocracia, a los conservadores.
Por esta razón, el presidente de la patronal CEOE –institución que acababa de nacer–, Carlos Ferrer Salat, declaró la guerra frontal a la UCD, encarnada en Suárez y, sobre todo, en su vicepresidente económico e inventor de la cosa, Enrique Fuentes Quintana: "Está dando el control de España a los comunistas".
Nunca se superó aquel enfrentamiento. Prueba de ello es que el divorcio entre la derecha política y la económica se ha mantenido hasta hoy. La UCD y, con ella, las políticas centristas desaparecieron del mapa político español.
El papel de la patronal
Desde entonces la patronal –el partido de los patronos– no ha dejado de repetir que todos los males de la economía española se generaron con aquellos acuerdos. Sin embargo, España se salvó de la quiebra.
El método implementado para lograr el consenso fue más que discutible. Suárez hizo una convocatoria en el Palacio de la Moncloa. Entre el 8 y el 9 de octubre todos los dirigentes políticos con representación parlamentaria acudieron. Uno a uno, el presidente y sus ministros les explicaron el proyecto. La convocatoria fue un éxito total. Daba lo mismo el número de escaños que cada formación tuviese. Un hombre un voto. Valían lo mismo Carrillo con 20 diputados que González que contaba con 118 o Suárez con 165.
Daba lo mismo el número de escaños que cada formación tuviese
Los socialistas pidieron que aquellos pactos se hiciesen en el Parlamento donde cada grupo contaba con el peso que les había otorgado la soberanía nacional. No lo consiguieron porque los comunistas tenían muy poca fuerza parlamentaria pero mucha en la calle gracias a CCOO, y había que incluirles.
A los socialistas les pasaba exactamente lo contrario: tenían mucho peso político pero muy poca influencia sindical, ya que la UGT prácticamente desapareció durante la dictadura. Y como se trataba de garantizar la paz social, el papel sindical era fundamental para contener a las masas.
Abrumadora mayoría
El 25 de octubre se firmó el acuerdo en loor de multitudes, retransmitido en directo por TVE, la unica televisión que existía y que estaba al servicio del Gobierno. Dos días después, los Pactos de la Moncloa quedaron aprobados en el Parlamento por una abrumadora mayoría.
Fue un éxito total: la inflación que estaba en el 30% bajó al 16,5% un año después. Esto fue posible gracias a que los sindicatos aceptaron tomar como referencia el objetivo de IPC previsto en vez del pasado en las subidas salariales. Los salarios perdieron el 8% de poder adquisitivo. La balanza de pagos experimentó una mejoría espectacular; se cortó de raíz la fuga de capitales y empezó a crecer la economía. Los impuestos subieron para las empresas y para las clases medias y altas. El déficit público se disparó y se pusieron los cimientos del estado de bienestar, que se remataría con la llegada de los socialistas al poder cuatro años después.
Los Presupuestos, la clave
En los Pactos de Reconstrucción, el presidente del Partido Popular, Pablo Casado, ha exigido también una negociación en el ámbito parlamentario. Se trata de limitarlos a pactos de Estado y preservar que "el Gobierno gobierne".
La clave está en los Presupuestos Generales del Estado para el ejercicio 2021. El Gobierno de Pedro Sánchez no ha podido aprobarlos para este ejercicio por no tener el respaldo parlamentario necesario y porque la pandemia convirtió su proyecto en papel mojado. El Gobierno de Pedro y Pablo tampoco podrá sacar adelante los de 2021. Unas cuentas del Reino draconianas que necesitarán del apoyo de los independentistas vascos y catalanes, con elecciones autonómicas en Cataluña a la vista.
Nadie se quiere pringar. El problema es que, si no hay Presupuestos por dos años consecutivos, el ejecutivo no podrá gobernar y entonces España sería intervenida para evitar la quiebra.