
Alemania ha mantenido durante años un perseverante equilibrio presupuestario. Desde los peores años de la Gran Recesión de 2012, el país ha insistido a sus socios europeos que la mejor receta para protegerse ante próximas crisis es la austeridad recortando la deuda y el déficit. La respuesta económica de Alemania a la crisis del coronavirus es la mayor en Europa con un paquete de 550.000 millones de euros, aproximadamente el 16% del PIB.
Contra viento y marea, Alemania se ha mantenido firme en la disciplina de la austeridad y el rigor presupuestario. Poco ha importado la crítica de los últimos años, se le echaran encima el BCE, el FMI o EEUU para que aflojara su puño. Da igual que estuviera al frente de la economía alemana el imperturbable Wolfgang Schäuble de la CDU o el socialista Olaf Scholz. Ambos estaban juramentos a la regla sagrada del schwarze null. Prohibido gastar lo que no se tiene y mucho menos endeudarse. Y no es porque no haya habido tentaciones. Alemania fue uno de los primeros países que pudo financiarse en el mercado de deuda. Es decir, en lugar de pagar por emitir deuda, los inversores le daban dinero. A pesar de ello, el país aprovechó para rebajar su endeudamiento. En ocho años, la deuda germana ha pasado a representar más del 80% a situarse a apenas al 60%.
Incluso, atravesando una galopante crisis industrial por la guerra comercial, que llevó al país a rozar la recesión el año pasado, el Gobierno de Merkel mantuvo los nervios embalsamados. No había llegado el momento de romper el juramento con la austeridad. Solo la mayor crisis sanitaria desde la II Guerra Mundial, en palabras de la canciller, y la amenaza de un colapso de la economía comparable a la de la Gran Depresión ha provocado que Alemania abandone el credo de la austeridad. El actual ministro de Finanzas, Scholz, prometió recursos ilimitados para las empresas que se han traducido en un paquete de ayudas de 550.000 millones de euros. Solo es superado por los planes de EEUU, que todavía muchos están por concretar. Ni si quiera la movilización de toda la Unión Europea alcanza los números germanos.
"Ahora tenemos la peor tormenta en tiempos de paz, y tenemos los medios para ir en su contra y a lo grande"
Todo la potencia de fuego que tiene Alemania se debe a que en años de expansión ha mantenido el rigor presupuestario. En época de memes, un te lo dije con la foto de cualquier famoso. "En su visión fiscal, Alemania se siente absolutamente reivindicada", apunta Holger Schmieding, economista jefe del Berenberg Bank con sede en Hamburgo. "Ahora tenemos la peor tormenta en tiempos de paz, y tenemos los medios para ir en su contra y a lo grande", explica en declaraciones a la agencia Bloomberg.
"Cuando dije por qué tiene sentido reducir la deuda pública, mi argumento ha sido siempre el mismo: porque podría haber una crisis", dijo a Bloomberg Television el pasado 25 de marzo, cuando anunció el plan de ayuda alemán. "Ahora tenemos la fuerza y la usaremos", anticipó Scholz recordando que todas las empresas del país tendrán toda la ayuda que necesiten.
"No hay mucha diferencia entre tener la deuda en el 50% o 70% del PIB, si se hubieran hecho más inversiones, Alemania habría tenido exactamente la misma capacidad de reacción"
A estas altura de la crisis y cuando desde la perspectiva económica lo peor aún está por llegar, vuelve a surgir en Europa la fábula de la cigarra y la hormiga, como se ha visto en las negociaciones del Eurogrupo. A pesar de ello, Marcel Fratzscher, economista jefe del instituto DIW en Berlín y ex funcionario del BCE, sostiene que Alemania debería haber gastado más en su economía a lo largo de los años, y que cualquier sentimiento de orgullo está totalmente equivocado. "No hay mucha diferencia entre tener la deuda en el 50% o 70% del PIB, si se hubieran hecho más inversiones, Alemania habría tenido exactamente la misma capacidad de reacción ante la crisis que hoy", explica.
Las críticas al exceso de prudencia presupuestaria han salido de la boca de personalidades tan potentes como el expresidente del BCE Mario Draghi o de su sucesora Christine Lagarde cuando dirigía el FMI. Pero Alemania se ha mantenido blindada a los argumentos de lo contraproducente que era para la economía europea su disciplina fiscal. El presidente del Bundesbank, Jens Weidmann, entrevistado justo antes de la crisis , se quejó a su manera de la frecuencia con la que ha tenido que escuchar las críticas de la postura fiscal de Alemania por parte de sus socios. "Estamos acostumbrados a escucharlas desde hace tiempo".
Las críticas han pasado a ataques abiertos en el pasado reciente por parte de EEUU en plena guerra comercial. La Administración Trump ha denunciado su superávit comercial y han presionado para que aumente el gasto público. Hasta el presidente de Francia, Emmanuel Macron, se permitió hace dos años calificar la postura de Alemania de fetiche fiscal.
Alemania se financiará a coste cero gracias a los esfuerzos del BCE
El BCE, con Draghi al frente, ha suspirado en secreto, sus estatutos no permiten valoraciones sobre políticas económicas de países de la zona euro, para que Alemania cambiara de estrategia y convergiera con sus decisiones monetarias para sacar a la economía del euro en su conjunto de la atonía de los últimos años y poder abandonar los tipos cero.
Alemania incurrirá, por primera vez en cinco años, en un incremento de la deuda federal para financiar el paquete de 550.000 millones. En concreto, supondrá emitir 156.000 millones y gracias al esfuerzo del BCE de los últimos años no implicará tener la carga extra de intereses como ocurre en países como España e Italia. Algo parecido a Alemania, le ocurren a otros países como Holanda y Austria también firmes defensores del equilibrio de las cuentas públicas. Volker Wieland, miembro del Consejo de Expertos Económicos de Alemania, mantiene la teoría que gracias al espacio fiscal de los países del norte "ayuda a otros países a obtener acceso al mercado". La lucha entre halcones y palomas no acaba nada más que de empezar para sacar a Europa de una nueva crisis.