
Las bolsas se derrumban en un un lunes negro con caídas del 8% en Europa y del 6% en Estados Unidos, el petróleo sufre el mayor desplome desde 1991 al hundirse más del 30%, el euro sube un 6% desde mínimos y amenaza las exportaciones, la banca cae a mínimos históricos, la prima de riesgo hace a Italia temer por una crisis financiera, y los mercados cotizan recesión. Todo ello, por la ausencia de un plan coordinado para combatir la alerta del coronavirus Covid-19. La reacción de los indicadores es la prueba fehaciente de que el mundo se enfrenta a una crisis sanitaria y económica inédita y de alcance desconocido, lo que choca con la ausencia de planes coordinados por parte de los países y organizaciones supranacionales que siguen anunciando propósitos pero no medidas encuadradas en un protocolo pactado.
Sí hay, sin embargo, acciones en solitario acometidas por algunos países, como el aislamiento de Lombardía y 14 provincias italianas que suman 16 millones de habitantes, lo que ha convertido al norte de Italia en un remedo de Wuhan, la región china de la que partió la epidemia que infecta al mundo.
La determinación del Gobierno italiano choca con la demora en actuar del Ejecutivo español, encabezado por la coalición del PSOE y Unidas Podemos, que pese la subida exponencial de contagios y la experiencia de evolución de la enfermedad registrada en otros países se ha mantenido durante días en una llamada a la calma sin pasar, hasta este martes, un informe sobre el coronavirus al Consejo de Ministros y emplazando a una fecha próxima, sin concreción, para la adopción de un plan de medidas.
Una excepcionalidad laboral
Mientras el miedo al contagio del coronavirus se esparce por el país, sus colegios, universidades, comercios, empresas, hoteles y eventos, la economía española -como la Europea, donde ya se escuchan tambores de recesión- empieza a encajar los primeros embates, con compañías que ensayan a la fuerza el teletrabajo ante la aparición de focos de contagio sin saber a ciencia cierta el impacto en sus resultados ni las medidas que el Gobierno pueda arbitrar para sostener el tejido productivo. Todo ello, en medio de una confusión entre Ministerios que ha llegado a categoría de enfrentamiento, hasta el punto de que Moncloa hubo de intervenir la pasada semana para marcar a la cartera de Trabajo su sumisión a la de Sanidad.
Desde Bruselas, se insiste en promesas, pero tampoco se adoptan medidas consensuadas ni centralizadas. Este lunes, por ejemplo, desde las instituciones comunitarias se reiteró la voluntad de aplicar la flexibilidad excepcional con el déficit recogida en el Pacto de Estabilidad y Crecimiento para situaciones excepcionales, válida para el gasto incurrido en el control de la epidemia y sus consecuencias, incluso se manifestó que existe la posibilidad de abrir la mano con ayudas de Estado y se reiteró la voluntad de alcanzar un plan coordinado, pero los días pasan y sigue sin arbitrarse el citado protocolo: queda encomendado a los números dos de los Ministerios de Economía y Finanzas de las economías del euro, que en el Eurogrupo del 16 de marzo habrán de aportar sus ideas fiscales, financieras y estructurales para contener los efectos de la epidemia.
Mientras países como Estados Unidos o Italia toman medidas o lanzan partidas de gasto de forma aislada, persiste la falta de una acción internacional coordinada.
España descoordinada
Ese escenario de ausencia de cooperación se replica en España, donde la falta de acción del Gobierno central ha derivado en actuaciones de autonomías como Euskadi o Madrid, que han decretado el cierre de centros educativos. Algo que se precipitó a última hora de la tarde del lunes, en un relato del ministro de Sanidad, Salvador Illa, durante una comparecencia urgente sobre cómo las autonomías más afectadas han arbitrado medidas para contener el brote vírico, lo que aprovechó para dar las recomendaciones generales de higiene ante crisis sanitarias, así como la apelación a la responsabilidad de empresas y empleados para abordar el teletrabajo en los casos en que así sea posible.
La falta de ese plan coordinado no sólo afecta al espectro del contagio y al ámbito sanitario como tal, sino que desprotege a las economías frente al duro golpe que sufrirán la actividad, el comercio, las cadenas de suministro, y los flujos de turismo. Algo que constata la fuerte reacción del mercado para quien no bastan los mensajes si no hay una toma de decisiones correlativa.
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