
El premio Nobel de Economía se muestra en desacuerdo con las últimas bajadas del precio del dinero por parte de la Fed mientras defiende que Trump es la mejor 'gasolina' para alimentar alzas bursátiles porque permite a los inversores imaginar proyecciones de un futuro indefinido.
Durante los últimos coletazos del año, en su despacho en la Universidad de Yale y una hora antes de atender a uno de sus alumnos, Robert J. Shiller, conversa de nuevo con elEconomista siete años después de nuestra última charla. Desde entonces, no solo su vasto trabajo de análisis empírico en los precios de los activos junto a Eugene Fama y Lars Peter Hansen fue reconocido en 2013 con el premio Nobel de Economía, sino que, como fogueado economista, ha seguido ahondando más allá de la "exuberancia irracional" para desarrollar y explorar una nueva disciplina.
"Cuando escribí la primera edición de Exuberancia Irracional, allá por el 2000, todas las historias que se contaban giraban alrededor de cómo alguien se había hecho rico, la envidia que esto suscitaba y cómo eso provocó a su vez un cúmulo de entradas en el mercado de valores, que en aquel momento contaba con un precio excesivamente elevado según distintos ratios", explica. Por aquel entonces, ya le llamó la atención que comprender este tipo de fenómenos no solo requiere cierto entendimiento de la psicología humana como parte de la economía conductual, sino también de lo que se está pensando en dicho momento, que básicamente es un relato o una historia.
Es por ello que en su nuevo libro "Economía Narrativa: Cómo las historias se hacen virales y dirigen grandes eventos económicos", Shiller no solo examina la psicología humana, "sino las historias cambiantes y cómo estas se relacionan con los resultados económicos", según cuenta a este periódico. En la actualidad estas narrativas económicas no forman parte de un método científico dado que muchos economistas académicos "no quieren decir nada que no puedan probar", aclara este experto, de ahí que "no se hable de ellas en absoluto".
"El problema con las narrativas económicas es que generalmente no existen datos sobre ellas. En muchas ocasiones son rumores que pueden propagarse y hacerse virales, pero es difícil precisarlas. Tienen límites difusos y las historias pueden ser a veces un poco locas o no sonar bien", reconoce Shiller. Sin embargo, no duda ni un momento en determinar que, a día de hoy, "existen múltiples narrativas que apoyan el auge que viven al mismo tiempo tanto el mercado de valores, como el de la vivienda y también el de deuda".
¿Qué narrativas económicas observa en EEUU? ¿Le preocupa alguna de ellas?
Hay un sentimiento contra la élite que argumenta que los expertos no tienen ni idea. Es parte de la tendencia popular en gran parte del mundo. Figuras como la de Donald Trump abogan por difundir que los expertos no saben nada. Pero también hay otras narrativas, especialmente aquellas que asustan a la gente sobre el futuro. Una de ellas, por ejemplo, es que las máquinas reemplazarán multitud de empleos, o los efectos de la globalización. La falta de seguridad en el futuro es una fuerza que tiende a debilitar la economía.
Menciona al presidente Trump. ¿Cómo incorporamos la narrativa generada por el inquilino de la Casa Blanca a los continuos máximos que experimenta la bolsa americana?
La bolsa es un mercado que busca y proyecta beneficios en el futuro, sin fecha de término, esto no ocurre en la renta fija, donde un bono tiene una fecha de vencimiento. Es por ello que los inversores usan su imaginación con un futuro indefinido a la hora de proyectar precios y un fenómeno como el de Donald Trump es positivo. Tenemos problemas para comprender la reacción social que genera el presidente de EEUU. Trump ha polarizado a los estadounidenses. Muchos piensan que la otra mitad del país son idiotas por apoyarle y la otra mitad considera idiotas a los que no lo hacen. Estamos desconcertados sobre el impacto psicológico de este hombre. Existe algo peculiar sobre su narrativa económica y su capacidad para llamar la atención.
"Se habló mucho de una posible recesión desde 2018 y esto podría haber
sido un punto de inflexión que no acabó por materializarse"
Parte de esa narrativa se ha centrado en presionar a la Reserva Federal. ¿Cree usted que esto ha podido influenciar implícitamente al banco central?
No puedo leer la mente del consejo de gobierno de la Reserva Federal, pero Trump ha tratado a la Fed como su propio prisionero de guerra y eso acaba por influir sutilmente a la hora de reducir las tasas y dictar la política monetaria. Pero, obviamente, estas decisiones no responden explícitamente a presiones políticas.
No obstante, con una economía que crece por encima de su potencial y una tasa de paro en el 3,5% ¿considera justificadas las tres rebajas de tipos implementadas desde julio?
No, en absoluto. La tasa de desempleo en EEUU se encuentra en los niveles más bajos de la historia en tiempos de paz. El único momento en que ésta ha sido menor se ha debido a conflictos bélicos, como la Primera o la Segunda Guerra Mundial o la Guerra de Corea. No me parecía el momento más apropiado para reducir las tasas. De todos modos, no ha sido un desastre. Se habló mucho de una posible recesión desde 2018 y esto podría haber sido un punto de inflexión que no acabó por materializarse. Tuvimos algunos indicadores de recesión parpadeando, pero esta no acabó por llegar.
¿Por qué cree entonces que esa narrativa de una próxima recesión no ha llegado a prosperar?
Esto tiene algo que ver con un presidente que es extremadamente capitalista y un promotor del mercado. La gente no piensa ahora tanto en la economía debido al continuo espectáculo de Trump. Pese al impeachment y otros episodios muchas personas todavía piensan que Trump volverá a ganar y habrá más ventajas para las empresas en el futuro. Como resultado tenemos nuevos récords en el mercado de valores y un mercado inmobiliario que continúa subiendo.
¿Qué historias podrían continuar impulsando la renta variable hasta nuevos máximos en 2020?
La narrativa política, por ejemplo. Por un lado, tenemos a Donald Trump. El mercado tiene una especie de instinto, una especie de presentimiento de que Trump es lo suficientemente más valiente que senadores como Bernie Sanders o Elizabeth Warren a la hora de expresar este tipo de mensajes populistas. Por otro lado, también hemos desarrollado una creciente adoración por empresarios a los que tratamos cómo héroes, como es el caso de Steve Jobs o Bill Gates. Esto a su vez también se traslada a otros jóvenes emprendedores que crean nuevas compañías de alta tecnología. Esta es una narrativa positiva que inclina a la gente a pensar que las valoraciones seguirán subiendo y alimenta la idea de que no es tarde para entrar en bolsa. Existe una especie de teoría sobre el arrepentimiento a perder el momento.
"No veo el sueño americano acabado"
Pese a que la brecha social continúa ampliándose, Shiller no observa "señales evidentes de que el sueño americano esté desapareciendo". De hecho, considera que Donald Trump "lo está amplificando". En este sentido, este profesor de Economía resalta cómo la falta de recato del inquilino de la Casa Blanca a la hora de promocionar el éxito acaba por convertirse en un tipo de inspiración para los demás.
"En un país donde existen igualdad de oportunidades, esta visión eventualmente se contagia a los demás. Pero en realidad esto es un poco falso, porque supone que cualquiera puede llegar a conseguirlo y no creo que sea del todo así", matiza.
Dicho esto, esta narrativa también ayuda a entender por qué la economía de Estados Unidos está siendo más resistente que la de otros países en el momento actual. "Puede tener algo que ver con el orgullo nacional", indica Shiller, "ya que el patriotismo afecta a la narrativa". "Somos una potencia que lidera la tecnología digital. Es una especie de orgullo nacional que a su vez es parte del sueño americano, que hace que las personas estén menos preocupadas", asegura Shiller.
Aún así, el impacto de la digitalización y las nuevas tecnologías también afecta a la psique de los ciudadanos a la hora de pensar en el futuro y a la hora de determinar si las máquinas acabarán por sustituir sus puestos de trabajo.
"Creo que esto ha afectado a la demanda del consumidor. Quizás algo menos en Estados Unidos, pero más en España, Italia o Alemania. Estamos atrapados en una economía que tiene una perspectiva pesimista, pero que está siendo apoyada continuamente por algún tipo de estímulo", dice Shiller.
"Buffet o Dalio son genios o quizás es suerte"
Parte de la narrativa económica que desarrolla Shiller se encuentra ligada a la viralización de historias y cómo estas suelen estar asociadas a su vez a celebridades. Al ser preguntado sobre si es adecuado que los inversores de a pie tomen como referencia las estrategias y narrativas generadas alrededor de gurús como Warren Buffett, fundador de Berkshire Hathaway, o Ray Dalio, su homólogo en Bridgewater Associates, este economista considera que "muchos se engañan con esto".
"Piensan que estas personas deben ser genios y tal vez solo han tenido suerte. Ese es normalmente el problema. Hay una tendencia natural del ser humano a querer relacionar una persona con la narrativa. Somos seres humanos y nos gusta mirar a otros seres humanos. Es más probable que una narrativa se vuelva viral si se conecta con una celebridad, ya que se puede relacionar así una cara conocida al relato", destaca el economista.
Pero también existen otros relatos en los mentideros financieros, véase la inversión de la curva de rendimiento como señal de una próxima recesión que se ha producido este año, y que Shiller considera que no son más que "profecías autocumplidas" que solo fortalecen las creencias de las personas que apoyan esta narrativa.
"La mayoría de las personas ni siquiera saben qué es la curva de rendimiento. No saben nada de esto. Y, por el contrario, la narrativa de Trump, por ejemplo, es de todos, cuenta con un cien% de penetración. Ahora pensamos en él todos los días, por lo que es mucho más poderosa que la narrativa de la curva de rendimiento invertida, que no significa nada para la mayoría de las personas", apostilla el premio Nobel de Economía.
"Invertir en el Eco30 puede ser inteligente"
Al hablar sobre su cartera de inversión, Shiller no se considera un modelo a seguir, sobre todo porque su esposa es la más involucrada en las inversiones familiares. Eso sí, reconoce estar "más diversificado que la mayoría". En su opinión, la bolsa de EEUU está cara, por lo que evita poner demasiado énfasis en ella ahora. No obstante, estima que "todavía tendrá un retorno positivo a largo plazo, por lo que sigue siendo buena inversión". "En estos momentos es importante diversificar en todas las clases de activos, aunque todos cuentan con un precio elevado, tanto las acciones, como los bonos y bienes inmobiliarios", señala.
Antes de acabar la conversación y tras explicarle el funcionamiento del Eco30, el índice de ideas de inversión de calidad internacionales que elabora elEconomista y calcula Stoxx, Shiller considera que "invertir en un índice como este, basado en el valor, que cuenta con un tipo de estrategia específica, pero a su vez una diversificación mucho más amplia de lo que probablemente se alcanzaría si comprasen acciones individuales puede ser algo inteligente siempre y cuando las comisiones no sean demasiado altas".
También se pronunció sobre la inversión pasiva basada en algoritmos. Pese a su auge, este economista reconoce que aún existen muchos más fondos activos, aunque estos no involucren el juicio humano del día a día."La gente aún sigue escuchando a los inversores aparentemente sofisticados. La tendencia está en el aprendizaje automático. Existen muchos esfuerzos por utilizar la alta tecnología para vencer al mercado". Al ser preguntado sobre si las máquinas acabarán por diezmar las estrategias de inversión humanas, Shiller no descarta que esto pueda ocurrir, pero solo por un tiempo limitado ya que "las ideas y estrategias de inversión automatizadas se volverán comunes y perderán su potencial dado que no todos podemos generar riqueza de la misma forma".